Las autoridades de un pequeño hospital ruso de Siberia autorizaron ayer finalmente el traslado a Alemania del activista opositor Alexéi Navalni, uno de los más acérrimos críticos del presidente Vladimir Putin, que permanece internado en coma desde el jueves luego de descomponerse durante un vuelo en lo que su familia denunció como un envenenamiento.
“Hemos decidido oponernos a su traslado a otro hospital, el que nos señalen sus allegados”, señaló el jefe del hospital de Omsk (Siberia), Anatoli Kalinishenko, y dijo que el paciente, que ingresó en coma, estaba “estable”.
Ayer, médicos alemanes llegaron a Omsk en un avión fletado por una ONG. Examinaron a Navalni y aseguraron que estaban preparados para trasladarlo a Berlín, donde recibiría atención médica.
Los médicos rusos habían dicho entonces que el traslado resultaba “prematuro”, ya que su estado era “inestable”.
La familia y los aliados de Navalni denunciaron el rechazo inicial de los médicos rusos a trasladarlo y lo consideraron una “amenaza para la vida” del opositor.
La esposa de Navalni pidió entonces a Vladimir Putin que permitiera su traslado. “Estimo que Alexéi Navalni necesita una asistencia médica cualificada en Alemania”, escribió Yulia Navalnaya, en una carta enviada al presidente ruso y publicada en Twitter.
El entorno del líder opositor, que afirma que fue “envenenado intencionalmente”, apeló al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para que las autoridaran su traslado a Alemania. El alto tribunal dictaminó que la familia y los médicos que ella elija tienen derecho a visitar a Navalni.
Desconfianza. Alexéi Navalni, abogado de 44 años y uno de los críticos más duros del Kremlin, volaba a a Moscú el jueves cuando se descompuso. El aparato realizó un aterrizaje de emergencia en Omsk. El opositor fue ingresado en terapia intensiva del hospital, donde ayer permanecía en coma y conectado a un respirador artificial. Los médicos rusos aseguraron que no habían detectado “ningún veneno” en la sangre de Navalni. “No creemos que haya sido víctima de un envenenamiento”, declaró Anatoli Kalinishenko, vicedirector del hospital.
La portavoz del opositor, Kira Yarmysh, dijo que sería “mortalmente peligroso” dejarle en el hospital “no equipado” de Omsk. “Negarse a trasladarlo es necesario para ganar tiempo y esperar a que el veneno ya no sea detectable en su organismo”, corroboró.
Navalni, cuyas publicaciones sobre la corrupción de las élites rusas son muy seguidas en las redes sociales, ya fue víctima de varios ataques. En 2017, fue rociado con un liquido irritante en los ojos a la salida de su oficina en Moscú.
En julio de 2019, cuando cumplía una corta condena en la cárcel, sufrió una erupción cutánea y denunció que había sido envenenado. Las autoridades explicaron que había tenido “una reacción alérgica”.
Navalni estaba haciendo campaña estos días a favor candidatos de oposición de cara a las elecciones regionales de septiembre.
Otras denuncias de envenamiento a enemigos del Kremlin
La denuncia por envenenamiento contra Alexei Navalni no es la primera que recibe el Kremlin, que durante más de una década los servicios secretos rusos han sido acusado de envenenar a activistas, periodistas y ex espías.
◆ Sergei y Yulia Skripal, 2018.
El ex doble agente Sergei Skripal y su hija Yulia fueron hospitalizados en condiciones críticas tras haber sido hallados inconscientes en un banco de una calle del pueblo británico de Salisbury. Lograron recuperarse y, según la prensa rusa, se radicaron en Nueva Zelandia bajo una nueva identidad. Londres acusó a la inteligencia militar rusa de haberlos envenenado con Novichol, un agente nervioso desarrollado por la URSS en los años 70. El Kremlin lo negó.
◆ Pyotr Verzilov, 2018
El activista del grupo Pussy Riot y editor Pyotr Verzilov fue llevado de urgencia a un hospital de Moscú luego de haber perdido la vista, la audición y la movilidad. Trasladado a Alemania, los médicos dijeron que sus síntomas eran los de un envenenamiento. “Los investigadores rusos no quisieron indagar el intento de asesinato en mi contra”, dijo al conocerse el caso de Navalny.
◆ Vladimir Kara-Murza Jr, 2015 y 2017
El activista opositor y periodista Kara-Murza Jr casi murió por una falla de los riñones en 2015. Dos años después sufrió otra y fue puesto en coma inducido. Los médicos hallaron síntomas de envenenamiento, que el gobierno ruso negó.
◆ Alexander Litvinenko, 2006
El ex espía ruso y crítico del presidente Vladimir Putin pasó seis años exilado en Gran Bretaña, hasta que murió envenenado al beber un té contaminado con la sustancia radioactiva polonium-210. Una investigación británica concluyó, diez años después, que Putin “probablemente” aprobó su asesinato. El Kremlin negó toda responsabilidad.
◆ Anna Politkovskaya, 2004.
La periodista de investigación y crítica de la brutalidad de Moscú contra los separatistas en Chechenia se desmayó después de beber un té en su vuelo a cubrir el sitio de Beslán, en la república rusa de Osetia del Norte, cuando terroristas islámicos tomaron una escuela que fue liberada en sangriento ataque de las fuerzas de seguridad que provocó 334 muertos, más de la mitad niños. Politkovskaya sobrevivió al episodio pero dos años después fue baleada en su edificio. Las autoridades rusas negaron toda responsabilidad y cinco hombres fueron condenados por la ejecución del crimen en 2015, aunque nadie por haberlo ordenado.
◆ Yury Schekochikhin, 2013.
Shchekochikhin, un periodista de investigación, sufrió una reacción alérgica y murió días antes de una reunion que tenía prevista con agentes del FBI en los Estados Unidos. Los investigadores rusos dijeron que murió de una reacción alérgica normal. Sus colegas insisten en que fue envenenado.