Decenas de venezolanos se zambullen cada día en el contaminado río Guaire de Caracas para buscar restos de oro o plata y sobrevivir a la crisis económica del país, que los obligó a bucear en la corriente fecal en busca de cualquier residuo de valor que puedan vender para sustentar a sus seres queridos. "Vengo para mantener a mi familia. Ahora que tengo un hijo le estoy dando más fuerte todavía para mantenerlo, para que al 'carajito' no le falte de nada. Para llevar mi comidita para mi casa. Mi kilito de arroz, o un pancito", contaba Ángel Patete, de 22 años, mientras escudriñaba las entrañas del río.
El Guaire, de 72 kilómetros de longitud, es considerado la cloaca de Caracas, ya que parte de los desagües y las aguas fecales de la capital venezolana van a parar a sus aguas marrones. Su olor es fétido, pero eso no impide que muchos hundan la cabeza en la corriente para investigar los negros sedimentos del fondo. La actividad se realiza en grupos de tres, dice un informe de la agencia dpa. Una persona sujeta la cabeza y el cuerpo de quien escudriña el fondo del río. De lo contrario, la corriente impediría la búsqueda. Mientras, un tercero recoge los sedimentos, echa una primera ojeada al material, y vierte lo seleccionado sobre un saco. Posteriormente, los tres revisan lo recogido. Separan los sedimentos con la ayuda de las manos, o de un cepillo.
Con suerte, encontrarán restos de alguna sortija, o una casi imperceptible porción de oro, que guardarán en unos frascos de plástico atados a sus cuellos, antes de venderlos en las casas de empeño del centro de Caracas. "Lo que mejor se vende son sortijas, cadenas, esclavas y tobilleras. Es lo que tiene más valor", dice Patete, que vive en una humilde barriada de Caracas. La actividad, aunque desagradable, conviene: "Depende de cómo esté la semana se gana más o menos. Ahora la cosa está más difícil. Pero a diario se pueden hacer 30.000 bolívares", apunta José Zubero, de 21 años, también padre, y 'minero' del Guaire.
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"CON UN SUELDO MÍNIMO NO SE COME"
"Con un sueldo mínimo no se vive. Uno no come. Se puede encontrar trabajo, en almacenes y vainas por el estilo. Pero el salario es muy pequeño, porque ahorita el país está rudo. Aquí gano más que el sueldo mínimo. Nadie vive de ese mínimo. Todos tienen que hacer trampitas y otras vainas por ahí", comentó Zubero para poner en palabras simples el efecto de la histórica subida de precios y la devaluación de la moneda venezolana.
La inflación sin control cerró 2018 en 1.698.488%, según las cifras de la opositora Asamblea Nacional y a fines de 2019 podría alcanzar el 10.000.000 % según el Fondo Monetario Internacional. El 48% de los venezolanos se encuentra en situación de pobreza multidimensional, según la Encuesta de Condiciones de Vida. Más de tres millones de personas han abandonado el país, según la Organización de Naciones Unidas (ONU), escapando de la crisis.
Los venezolanos dicen que en las aguas sucias del Guaire hay “garimpeiros” desde hace al menos dos décadas, pero nunca antes fueron tantos. "Todo el país está feo. La comida no se consigue, y si se consigue es demasiado cara. También las cosas para los niños pequeños son caras", se queja Patete, que dejó los estudios a los 12 años para ayudar económicamente a su familia. No ve luz al final del túnel. "Aquí las cosas van a peor. Se va a poner más rudo todavía", cree el joven. La desesperación es tal que, en marzo, los venezolanos acudieron en masa al Guaire para abastecerse de agua para beber (contaminada) a causa de la escasez provocada por los apagones eléctricos.
D.S.