Su vacilante respuesta a la pandemia del coronavirus, a la que primero minimizó, luego le declaró la “guerra” y finalmente la calificó como “histeria”, está comenzado a pasar una factura política importante a Jair Bolsonaro. El presidente brasileño debió soportar cacerolazos en cientos de ciudades, al confirmarse 904 contagios y once muertes en el gigante sudamericano.
Como si fuera poco que el domingo pasado haya alentado a sus seguidores a reunirse en todo el país en apoyo a su gobierno y contra el Congreso y la Justicia, Bolsonaro anunció que hará una fiesta por su cumpleaños número 65, aunque restringida a sus familiares.
Limitaciones. Para el profesor del Dartmouth College André Pagliarini, “existe la posibilidad de que Bolsonaro pierda una parte significativa de su apoyo político” debido a su reacción a la pandemia.
“La percepción durante la campaña entre conservadores más moderados fue que, a pesar de ser intelectualmente limitado, Bolsonaro montaría un gobierno capaz, con personas como Paulo Guedes y Sergio Moro, pero esta imagen de calidad técnica se desvanece muy rápidamente, ya que el presidente no parece entender la gravedad de la situación”, dijo a PERFIL el historiador brasileño-estadounidense. “¿De qué sirve tener ministros calificados si el presidente ignora o incluso refuta sus consejos?”, se preguntó.
Hasta ahora, las medidas impuestas por el gobierno federal para enfrentar la pandemia son mucho menos restrictivas que las de sus vecinos.
Para el profesor de relaciones internacionales de la Universidad Estadual de Río de Janeiro (UERJ), Maurício Santoro, “habrá mucho debate sobre si estas medidas son suficientes o no, pero al menos hubo una concientización importante por parte del gobierno”.
“La pandemia será el hito decisivo en el gobierno de Bolsonaro, creando un antes y un después muy fuertes en el gobierno brasileño, tanto en términos de salud pública como de economía,” dijo a PERFIL el especialista. “Más que eso, va a ayudar Brasil a entender cuáles son las prioridades del gobierno”, agregó.
Estados. A diferencia del gobierno federal, Río de Janeiro y San Pablo, que concentran el mayor número de casos decretaron estado de emergencia, suspendiendo clases y cerrando comercios y atracciones turísticas, lo que provocó críticas de Bolsonaro.
“Hay algunos gobernadores que están tomado medidas extremas que no les corresponden, como cerrar aeropuertos, autopistas, shoppings o ferias”, dijo. Al gobernador de Rïo, Wilson Wizel, que aisló la ciudad, “sólo le faltó declarar la independencia”, se quejó el presidente.
Para Santoro, los gobiernos estaduales “están ocupando un vacío político que fue creado por la omisión y la inacción del gobierno federal”.
“Es admirable que los gobiernos estaduales estén tomando estas medidas, pero no son suficientes”, argumentó. “La gente se mueve entre los estados. Si un gobernador toma medidas preventivas, es inútil si otro no lo hace. Sin un impulso del gobierno federal, hay un límite de lo que los gobernadores pueden hacer e implementar. Para combatir la pandemia en un país de dimensiones continentales como Brasil, el gobierno nacional debe asumir un rol más fuerte”.
“La respuesta del gobierno federal se destaca por la irresponsabilidad personal del presidente”, cree Pagliarini. Bolsonaro obviamente no está preparado para un momento como este, en que casi todos los gobernadores parecen estadistas de la más alta calidad en comparación”. Pagliarini agrega que en los próximos días “el presidente debe hablar menos sobre el COVID-19, ya que no tiene nada productivo para contribuir y cuando menciona el tema, el mercado de valores se desploma, el dólar sube e incluso pierde el apoyo de expresivos líderes políticos”.
Por su mala gestión de la crisis, fueron enviados al Congreso tres pedidos de impeachment contra el presidente.
El mandatario se hará un tercer test
Jair Bolsonaro reveló ayer que se hará un tercer test de coronavirus para determinar si no está contagiado ya que varias personas de su entorno político se han infectado con el virus.
“Estoy bien. Me hice dos test, y tal vez haga uno más, porque soy una persona que tiene contacto con mucha gente. Me lo aconsejaron los médicos”, afirmó el mandatario.
En total, 22 personas que acompañaron al presidente en su reciente viaje a los Estados Unidos, la semana pasada, contrajeron el coronavirus. Entre ellos hay varios asesores muy cercanos y el ministro Augusto Heleno, que se reunió tres veces con Bolsonaro el día anterior al ser diagnosticado con el coronavirus.
En su encuentro con simpatizantes el domingo pasado, el presidente tuvo algún tipo de contacto con al menos 272 personas, según un conteo hecho por la prensa. El contacto con una persona infectada es una de las formas de transmisión del coronavirus. Bolsonaro fue criticado por especialistas y hasta por aliados políticos por exponer a los manifestantes al contagio del Covid-19.