El cerco comienza a cerrarse sobre Jair Bolsonaro. La policía brasileña detuvo en la mañana de este jueves 18 de junio a su amigo Fabrício Queiroz, ex asesor de su hijo Flávio Bolsonaro, en el marco de una investigación de desvío de dinero cuando el primogénito del presidente era legislador de la Asamblea de Rio de Janeiro.
Queiroz, de 54 años, fue detenido en Atibaia, al interior del estado de San Pablo, en la residencia del abogado del jefe de Estado y de su hijo. Frederick Wasseff había declarado a los medios de comunicación que no era defensor del fugitivo y que no sabía cuál era su paradero. Sin embargo, habría estado escondido durante un año en su propiedad. Según publicó Folha de S. Paulo, el abogado es un asiduo visitante en el Palacio de la Alvorada, la residencia presidencial, y en el Palacio del Planalto.
Queiroz, un ex oficial de la Policía Militar de Río Janeiro, será trasladado a esa ciudad, donde se centran las investigaciones. La operación fue realizada a pedido de la fiscalía de Rio de Janeiro, “que investiga la participación de Queiroz en un esquema de desvío de salarios de asesores del entonces diputado regional Flávio Bolsonaro”, precisó el Ministerio Público del Estado de San Pablo (MPSP).
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La policía derrumbó la puerta e irrumpió en la vivienda donde se hallaba Queiroz, al que le decomisó dos celulares. El escándalo de corrupción que lo tiene en el ojo de la tormenta salió a la luz a fines de 2018, después de que el organismo de control de movimientos financieros (COAF) descubriera movimientos de dinero irregulares en una cuenta de Queiroz, por un valor de 1,2 millones de reales (unos 376.000 dólares al cambio promedio de 2017).
En diciembre de 2019, la policía allanó varios inmuebles de Flávio Bolsonaro, sus ex asesores de la Asamblea Legislativa de Río y la segunda ex esposa del presidente Bolsonaro, en el marco de la investigación de ese esquema, llamado "rachadinha" en Brasil.
El senador Bolsonaro denunció en ese momento una "persecución política" en su contra, con el objetivo de "alcanzar al presidente". Hoy, volvió a repetir el mismo argumento. “Afronto los acontecimientos con tranquilidad. ¡La verdad prevalecerá! Otra pieza se ha movido en el tablero para atacar a Bolsonaro”, aseguró en su cuenta de Twitter.
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La acusación de lavado de dinero, sin embargo, es lo suficientemente grave como para preocuparlo. El esquema lo vincularía con milicias paramilitares, que tienen negocios inmobiliarios en Río de Janeiro y están en la mira de la justicia por el asesinato de la ex concejal Marielle Franco.
El presidente removió al jefe de la Policía Federal (PF) en esa ciudad y, luego, al director general del cuerpo, Maurício Valeixo, lo que precipitó la renuncia del ex ministro Sérgio Moro. En su explosivo último discurso, el ex juez federal acusó a Bolsonaro de intentar interferir políticamente en la PF, insinuando que buscaba proteger a sus hijos.
Bolsonaro fue electo en 2018 con un discurso anticorrupción, que contrapuso hábilmente a los escándalos divulgados por el Lava Jato. Esa máscara, sin embargo, ya no recubre su rostro.
FeL
