La ultraderechista Giorgia Meloni fue designada ayer primera ministra de Italia, en tanto que jefa del partido Hermanos de Italia, vencedor de las elecciones legislativas.
Meloni, de 45 años, se convirtió así en la primera mujer al frente del Ejecutivo de la tercera mayor economía de la Unión Europea (UE) y miembro de la OTAN. Su llegada al poder se produce un siglo después de la de Benito Mussolini.
El presidente Sergio Mattarella le confió a Meloni la tarea de formar gobierno y su primer anuncio fue el de designar ministro de Economía a Giancarlo Giorgetti, considerado como una figura moderada y proeuropea de la Liga, la formación ultraderechista de Matteo Salvini. Giorgetti deberá coordinar con los demás países de la UE la respuesta a una coyuntura difícil, acentuada por la crisis energética y la inflación.
Pese a su reputación de euroescéotica, Meloni también nombró al frente de la diplomacia a un europeo convencido, el expresidente del Parlamento Europeo, Antonio Tajani, del partido Forza Italia, de Silvio Berlusconi, su otro aliado en la coalición de centro-derecha que completa la pequeña formación centrista Noi con Italia.
Tensiones. Precisamente la relación con Berlusconi, con quien tuvo varios choques durante la negociación para la designación de los ministros, será una de los desafíos de Meloni para poder mantener la unidad de su coalición, indispensable para que su gobierno no sea uno más de los que caen al perder un voto de confianza en el Parlamento, como le ha sucedido a la gran mayoría de sus antecesores, incluyendo al último, Mario Draghi.
Salvini y Berlusconi cuestionan la autoridad de esta mujer, cuyo partido posfascista obtuvo un 26% de los votos en las elecciones del 25 de septiembre, frente al 8% de Forza Italia de Berlusconi y el 9% de la Liga.
Los medios de prensa de la península se hicieron eco de los múltiples cuestionamientos entre los tres dirigentes sobre el reparto de puestos. Meloni es favorable a la OTAN y a Ucrania en la guerra que este país libra contra la invasión rusa. Una postura que contrasta con la de Berlusconi, quien se congratuló esta semana por haber “reanudado” sus contactos con el presidente ruso, Vladimir Putin, y responsabilizó a Ucrania de la guerra.
Meloni se sintió obligada a aclarar el miércoles que Italia “forma parte plenamente y con la cabeza en alto” de la UE y la OTAN. Por otra parte, advirtió que pese a sus posiciones cristianas conservadoras, hostiles a los derechos LGBT+ y a su lema “Dios, patria, familia”, no tocará la ley que autoriza el aborto. También renunció a militar por una salida del euro, pero prometió defender los intereses de su país en Bruselas.
Crisis económica. La primera mujer al frente de un gobierno italiano tendrá otras prioridades acuciantes, comenzando por la crisis económica. La inflación alcanzó un 8,9% interanual en septiembre y el país corre el riesgo de entrar en recesión técnica el año próximo, al igual que Alemania. El margen de maniobra es limitado por su colosal deuda pública, que representa el 150% del PBI, la proporción más elevada de la zona euro, detrás de Grecia.
Meloni renunció a militar por una salida del euro, pero prometió defender los intereses de su país en Bruselas.
El crecimiento italiano dependerá también de los cerca de 200.000 millones de euros (unos 195.000 millones de dólares) de subvenciones y préstamos acordados por la UE en el marco de su fondo de reactivación pospandemia. Esos fondos fueron otorgados, en gran parte, por la garantía que representaba Draghi, un europeísta convencido que dirigió durante años el Banco Central Europeo (BCE). De ahí el interés de Meloni por apaciguar los temores de los socios europeos de Italia, que temen que con la llegada de la derecha al poder Roma cambie su posición en cuestiones como la guerra en Ucrania, las sanciones a Rusia o la coordinación ante los precios de la energía.