INTERNACIONAL
A cinco aos del secuestro de Ingrid Bertancourt

"No queremos compasión, sí voluntad política"

Se complica la llegada a un acuerdo humanitario por la política franco-colombiana secuestrada por la guerrilla de las FARC. Melanie Delloye, su hija, confiesa su impotencia.

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Melanie Delloye, hija de Ingrid Betancourt y su padre Fabrice. | AFP

Cinco años después del secuestro de la política franco-colombiana Ingrid Betancourt, su hija Melanie Delloye, se debate entre el "dolor" de la pérdida, la "urgencia" de recuperar con vida a su madre y la "impotencia ante la falta de voluntad de las personas de las que depende su vuelta a casa".

A sus 21 años, esta joven licenciada en filosofía compagina sus estudios en París con una frenética agenda destinada a presionar al gobierno francés a impulsar un acuerdo humanitario para la liberación de Betancourt, rehén de la guerrilla de las FARC.

Pregunta: ¿Cómo ha sido este último año para la familia Betancourt?

Respuesta: Vivimos momentos muy duros. Cuando las FARC y el gobierno de Alvaro Uribe estaban más cerca que nunca de un acuerdo humanitario, la negociación de años y años se echó a perder. En este momento, falta voluntad política por parte de Bogotá para un acuerdo humanitario y falta voluntad política internacional para presionar al gobierno colombiano y hacerle entender que él y las FARC que tienen mucho que ganar con este canje humanitario.

P: Después de cinco años de movilización en Francia ¿Hay una gran decepción por la falta de resultados?

R: Mi mamá fue secuestrada hace cinco años. En aquel momento, en Francia también estábamos en campaña presidencial. Desde entonces, es verdad que el gobierno no ha hecho gran cosa y es tiempo de que los que pueden impulsar las cosas, es decir, los políticos, comiencen a hacer su trabajo. No queremos más compasión, ya hemos tenido más que suficiente , queremos gente firme que se empeñe en encontrar una solución para mi madre y todos los secuestrados. Hasta ahora, el gobierno francés no ha sabido llevar a cabo una estrategia que haga una real presión sobre el presidente Alvaro Uribe ni tampoco ha aprovechado la victoria de los demócratas en Estados Unidos para cambiar la agenda de las relaciones bilaterales. EE.UU. está cambiando su política exterior, tiene influencia en Colombia y tres ciudadanos que son rehenes de las FARC. Es una oportunidad que debería aprovecharse.

P: ¿Qué opinión le merecen las últimas declaraciones de Uribe con respecto a los secuestrados?

R: Creo que se ríe de nosotros. Además, lo más trágico es que no ha entendido hasta hoy que su deber es hacer todo lo posible para que los secuestrados regresen. Si el gobierno colombiano fuera inteligente, entraría en la vía del acuerdo humanitario y olvidaría una operación de rescate que sólo nos traerá de regreso cadáveres. Si logra que los rehenes vuelvan a sus casas, sería un tal triunfo internacional que sacaría al actual Ejecutivo del aislamiento y le daría el apoyo de países como Francia, España o Suiza.

P: ¿El hecho de que Ingrid Betancourt sea Ingrid Betancourt hace de ella una especie de "rehén eterna"?

R: Está claro que no la beneficia, pero hay otros rehenes que no se llaman Ingrid Betancourt y también llevan años secuestrados. Lo más doloroso es leer en muchos diarios que nosotros sólo luchamos por ella, cuando estamos usando nuestra voz para el bien de todos los rehenes. Gracias a mi madre, el drama de los secuestrados en Colombia se ha conocido en otros países, como por ejemplo Francia. Cuando mi mamá sea liberada, esta lucha seguirá viva porque ella será la primera en retomar este combate y hacerlo suyo.

P: ¿Cómo es su vida de cada día cinco años después del secuestro de su madre?

R: Moralmente, es más que difícil después de cinco años aceptar que todo depende de la voluntad de un grupo de personas que se pueden contar con los dedos de las manos. Yo siento una gran urgencia y dedico mucho tiempo a esto porque sé que sin un acuerdo mi mamá nunca va a salir. Cuando alguien tiene un ser querido entre la vida y la muerte, ¿qué más se puede hacer?. Yo sólo pienso en el momento en que podré abrazarla, pero el reencuentro con mi madre me parece algo tan irreal... Con mi hermano Lorenzo (de 18 años) intentamos hablar de otras cosas pero es imposible. Sabemos que en el mundo hay dramas mucho más atroces pero la diferencia es que el nuestro se puede resolver. Lo que queremos es factible, pero falta interés en que nuestros seres queridos vuelvan a casa.