Rafael Grossi es una de las pocas personas en el mundo que tuvieron acceso a las instalaciones nucleares de Corea del Norte. El experto nuclear argentino, ex número dos del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) y uno de los especialistas en la materia más reconocidos a nivel internacional, viajó varias veces al país asiático en el marco de los frustrados esfuerzos multilaterales para que Pyongyang abandonara la orientación belicista de su nuclearización. Desde Viena, donde actualmente revista como embajador, Grossi dialogó con PERFIL sobre el “pequeño pero muy filoso” programa nuclear norcoreano, en un momento en el que el régimen de Kim Jong-un vuelve a amenazar con echar mano de sus armas de destrucción masiva.
—¿Qué certeza hay sobre la existencia de armas nucleares en manos de Norcorea?
—El nivel de certeza es bastante amplio. Norcorea ya lleva cinco ensayos nucleares realizados en 2006, 2009, 2013 y dos en 2016. Esto fue comprobado por la Organización para la Prohibición Completa de Ensayos Nucleares, que detecta detonaciones de artefactos nucleares mediante sistemas de reconocimiento de movimientos sísmicos y liberación de radionucleidos. El OIEA también tiene información provista por las principales agencias de inteligencia.
—¿Cómo describiría el programa nuclear de Norcorea?
—Es un programa pequeño pero muy filoso, totalmente orientado a la fabricación de armas nucleares. El país tiene instalaciones dedicadas básicamente a reprocesar plutonio y enriquecer uranio en plantas pequeñas. El programa norcoreano no tiene la dimensión del iraní, pero está mucho más avanzado, como lo prueban los cinco ensayos realizados.
—¿Con qué recursos físicos cuenta ese programa?
—El centro neurálgico de sus desarrollos está en la central de Yongbyon, donde trabajan con material nuclear fisionable. Allí tienen un reactor experimental, una planta de fabricación de elementos combustibles y otro reactor de investigación en construcción.
—¿Existe una estimación sobre la capacidad cuantitativa nuclear de Norcorea?
—Se estima que posee material suficiente como para desarrollar entre diez y doce misiles con ojiva nuclear.
—¿Cuál es el estado actual del desarrollo del programa?
—Es importante hacer una distinción: además del programa nuclear, cuyo fin es desarrollar material fisionable para alimentar las armas, existe un programa de fabricación de misiles en cuyas cabezas pueden colocarse cargas convencionales, nucleares, químicas o bacteriológicas. Actualmente Norcorea está trabajando en dos cosas. Por un lado, en el desarrollo de misiles de alcance intermedio y algunos intercontinentales. Además, en la miniaturización de las ojivas nucleares, de modo tal de ser capaces de poner cargas nucleares fiables en las cabezas de los misiles de alcance intermedio.
—¿Es cierto que Norcorea también posee la bomba termonuclear o “bomba H”?
—No está probado que tengan la bomba termonuclear, mucho más eficiente que una bomba nuclear de primera generación. Norcorea aduce que el ensayo de enero de 2016 fue con una bomba H, pero eso no fue comprobado en los estudios sismológicos.
—¿Hoy existen más razones para preocuparse por las amenazas nucleares norcoreanas que una década atrás?
—Entre 2015 y 2016, Norcorea consiguió hacer muchísimos avances en el desarrollo de su programa y, en particular, de sus capacidades de “delivery” misilístico.
—¿Cómo puede hacer la comunidad internacional para enfrentar la cuestión nuclear norcoreana?
—Las hipótesis que se están empezando a manejar en materia de negociación ya apuntan más a lidiar con un país poseedor de armas nucleares que a la posibilidad de frenar ese desarrollo nuclear, como ocurre en el caso de Irán. El programa norcoreano ya es muy difícil de retrotraer. Y Norcorea incurre en una conducta altamente provocativa al desconocer siete resoluciones de la ONU que le exigen que no continúe con sus desarrollos nucleares belicistas.
—¿Hoy no existen puentes para negociar con Norcorea?
—Norcorea abandonó el OIEA y el Tratado de No Proliferación Nuclear, luego de haber incumplido el acuerdo marco con la comunidad internacional que se había alcanzado durante la era Clinton. En 2007, expulsó de su territorio a los últimos inspectores del OIEA que monitoreaban el cumplimiento de ese acuerdo. Desde entonces, el país encaró una vía totalmente hostil y de autonomía belicosa.