Beirut (AFP) - Una inmensa multitud de manifestantes de la oposición prosiria se concentró hoy en el centro de Beirut, enarbolando banderas libanesas, para reclamar la dimisión del primer ministro, Fuad Siniora, que advirtió del riesgo de que se produzca una espiral de violencia.
"Llega el cambio", se leía en las pancartas, mientras que los altavoces atronaban con los discursos del líder del movimiento chiita libanés prosirio Hezbollah, Hassan Nasrallah, prometiendo que no abandonarían la calle mientras no se forme un gobierno de unidad nacional.
Filas de autobuses, con banderas al viento o con los retratos de los líderes de la oposición, afluyeron hacia el centro de la capital, procedentes de las regiones de mayoría chiíta del sur y el este del país, así como de las regiones cristianas del norte.
Unos 20.000 soldados se desplegaron en Beirut, principalmente en torno a las dos plazas del centro de la capital donde convergía la multitud, y en los alrededores del Gran Serrallo, el palacio donde se encuentra la sede del gobierno y frente al que acampan miles de manifestantes noche y día desde el 1 de diciembre.
Al grito de "Fuera Siniora", los manifestantes agitaban las banderas libanesas, de colores rojo y blanco con el cedro verte en el centro, así como las banderas naranjas de la oposición cristiana, encabezada por Michel Aoun, las amarillas de Hezbollah y las verdes de Amal, el otro gran movimiento chiita.
La oposición libanesa, compuesta por una alianza de partidos prosirios y cristianos y apoyada por Siria e Irán, quiere que esta sea una jornada "histórica" en su ofensiva popular y prometió que en los próximos días aumentará la presión sobre el gobierno.
El general Michel Aoun anunció ante los manifestantes que la oposición anunciará "en los próximos días la formación de un gobierno de transición, si no se crea un gabinete de unidad nacional para reemplazar al de Siniora, ahora ilegítimo".
Según el líder cristiano, "el gobierno de transición deberá preparar la celebración de elecciones legislativas".
Antes, el primer ministro, Fuad Siniora, advirtió en una entrevista a la AFP contra una posible escalada de la tensión, que "lanzaría al país a un ciclo de violencia que a nadie le interesa".
Sin embargo, opinó que la oposición no cumpliría sus amenazas, "porque todo el mundo sabe que la situación es muy delicada".
Fuad Siniora, que en los últimos días recibió repetidas muestras de apoyo de sus aliados occidentales, con Francia y Estados Unidos a la cabeza, prometió además en un discurso pronunciado el domingo que su gobierno "superaría la crisis".
"Nuestro régimen político y democrático se enfrenta a un desafío", añadió, garantizando que ese régimen "es capaz de afrontar estos desafíos (...) sin caer de nuevo bajo tutela" extranjera.
Siniora trató de minimizar las divisiones que amenazan Líbano, asegurando que "no hay divorcio entre los libaneses" y apeló de nuevo al diálogo entre los bandos pro y antisirio: "Nuestro mano sigue tendida. No cerraremos ninguna puerta".
Según un portavoz del ejército, una marea humana "sin precedentes" se concentraba mediada la tarde en Beirut. Esta fuente mencionó "centenares de miles" de personas.
Al mismo tiempo, los partidarios progubernamentales celebraban una gran manifestación en Trípoli, en el norte del país, la segunda ciudad de Líbano y de mayoría sunita.
Centenares de miles de personas se apiñaban en la gran plaza de la Feria de Trípoli, según una estimación de la AFP.
El detonante de la crisis fue la dimisión a mediados de noviembre de seis ministros prosirios, cinco de ellos chiitas, del gobierno salido de la mayoría antisiria que ostenta el poder desde 2005.
La oposición reclama disponer de una minoría de bloqueo, algo que rechaza la mayoría antisiria, que cree que la crisis trata de impedir la creación de un tribunal internacional que juzgue a los autores del atentado que mató al ex primer ministro Rafic Hariri en 2005.