Estados Unidos considera que Nicaragua consolidará una “dictadura” con el previsible triunfo de Daniel Ortega este domingo en elecciones que son “una farsa”, y que se necesitará todo el peso legal y diplomático para restaurar la vía democrática.
“Estas elecciones no tendrán credibilidad, son una farsa”, dijo Patrick Ventrell, director de Asuntos Centroamericanos en el Departamento de Estado. “Vamos hacia el escenario de una dictadura a la que tendremos que responder”, agregó durante un foro organizado por el Wilson Center y el Atlantic Council, dos centros de estudios con sede en Washington.
La situación en Nicaraguase debatirá la semana próxima en la asamblea general de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que podría incluso suspender la participación del país en el bloque regional.
Analistas prevén que la crisis política nicaragüense, agudizada tras las protestas contra Ortega que estallaron en 2018 y cuya represión dejó mas de 300 muertos, también estará presente en la Cumbre por la Democracia que organiza Biden para diciembre, y en la Cumbre de las Américas que acogerá Estados Unidos el año que viene.
Es “un caso realmente claro de quebrantamiento del orden democrático. Es algo de lo que hablaremos extensamente en esos foros multilaterales porque Nicaragua es realmente una historia aleccionadora”, opinó Ventrell.
El funcionario aseguró que el gobierno de Joe Biden promoverá la coordinación con países afines, como Canadá, la Unión Europea (UE) y socios latinoamericanos y caribeños, para “aumentar la presión” contra “un régimen decidido a aferrarse al poder a cualquier precio”.
“Más sanciones”. Estados Unidos también utilizará “absolutamente” todas los instrumentos disponibles, incluyendo sanciones económicas, restricciones de visas y otras medidas punitivas, en pos de la democratización de Nicaragua, dijo Ventrell.
Para esto, Biden se apresta a promulgar la Ley Renacer, aprobada el miércoles con apoyo unánime de legisladores demócratas y republicanos y que ofrece un arsenal de medidas para abordar lo que el jefe de la diplomacia estadounidense, Antony Blinken, ha llamado “el sombrío camino del autoritarismo” en Nicaragua.
“Hay una variedad de cosas que se pueden hacer”, dijo el senador demócrata Bob Menéndez, patrocinador de la iniciativa, llamando a evaluar la suspensión de Nicaragua del pacto de libre comercio entre Estados Unidos, Centroamérica y República Dominicana (Cafta-DR).
Menéndez recordó que este tratado se selló con países comprometidos con la democracia y el respeto de los derechos humanos, “no con encarcelar” a aspirantes a la presidencia y líderes del sector privado.
También consideró que medidas como el congelamiento de activos a Ortega, y a su esposa y vicepresidenta, Rosario Murillo, “pueden ser muy efectivas”.
Estados Unidos ya impuso sanciones económicas a Murillo y a tres de los hijos de la pareja, así como a titulares del Banco Central, la Policía y el Ejército, por corrupción y graves violaciones de los derechos humanos. Además, canceló visados a un centenar de funcionarios nicaragüenses acusados de ser cómplices de los abusos estatales.
La flamante Ley Renacer amplía la supervisión de los préstamos de las instituciones financieras internacionales a Nicaragua, luego de que la NICA Act de 2018 instruyera a los representantes estadounidenses en el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) a oponerse a nuevos créditos para ese país.
“Al estilo de Corea del Norte”. La Nicaragua de Ortega es vista como una amenaza para la seguridad nacional de Washington, no sólo por la cercanía de Managua a Moscú, sino por el riesgo de incrementar la migración irregular hacia la frontera sur estadounidense.
Un cuarto mandato consecutivo de Ortega, en el poder desde 2007, también es un problema para la estabilidad de Centroamérica, advirtió Laura Chinchilla, ex presidenta de Costa Rica (2010-2014), al intervenir en el foro.
La represión de las protestas iniciadas en 2018 ya forzó el exilio de más de 100.000 personas, la mayoría a países vecinos, según la CIDH. Además, subrayó Chinchilla, la crisis nicaragüense “va a crear una disrupción” en el comercio regional y los planes para la recuperación económica de la pandemia de covid-19.
Para Isabel De Saint Malo, ex vicepresidenta de Panamá (2014-2019), Nicaragua debe ser una preocupación para toda la comunidad internacional. “El lunes necesitamos una respuesta contundente y comprometida, una condena inmediata del resultado del proceso, y un no reconocimiento de este mandato”, enfatizó.
“En el corazón de las Américas, estamos a punto de tener un régimen al estilo de Corea del Norte”, alertó Chinchilla.
*AFP