El Partido Republicano recibió con reacciones encontradas las acusaciones, sin pruebas, lanzadas por Donald Trump en su mensaje del jueves por la noche. Varias figuras lo apoyaron, pero otras condenaron la “peligrosa” estrategia de desinformación del presidente, cada vez más cerca de perder la Casa Blanca ante el demócrata Joe Biden.
“El discurso del presidente anoche me molestó mucho porque hizo acusaciones muy, muy serias sin ninguna evidencia que las sustente”, dijo ayer el senador republicano de Pensilvania Pat Toomey. “No tengo conocimiento de ningún fraude importante”.
En Twitter, el congresista de Texas Will Hurd denunció una táctica “peligrosa y equivocada” de Trump y pidió que se contaran todas las boletas.
“Dejen de difundir desinformación sin sustento... Esto se está volviendo una locura”, tuiteó por su parte su colega Adam Kinzinger, un crítico habitual del presidente.
“Contar cada voto es el corazón de la democracia. Ese proceso suele ser largo y, para los que se postulan, frustrante”, dijo Mitt Romney en una declaración igualmente desaprobadora. “Los votos se contarán. Si se alegan irregularidades, se investigarán y, en última instancia, se resolverán en los tribunales”.
Pero los incondicionales de Trump también salieron a respaldar al presidente y candidato, y se unieron en bloque en su defensa.
“Estoy aquí esta noche para apoyar al presidente Trump como él me apoyó a mí”, dijo el senador Lindsey Graham, reelegido el martes tras una difícil campaña en Carolina del Sur. Su colega Ted Cruz fue más iracundo: “Puedo decirles que el presidente está enojado y yo estoy enojado, y los votantes deberían estar enojados”, dijo al presentador Sean Hannity, que conduce uno de los programas favoritos de Trump en Fox News.
Pero la mayoría de los funcionarios electos republicanos optaron por mantenerse al margen y no alinearse expresamente con Trump, pese a que seguirá siendo el presidente al menos hasta el 20 de enero y que podría mantener una influencia considerable en el partido incluso si pierde.
“Perversidad de boca”. El poderoso y hábil líder del Senado, Mitch McConnell, lanzó lo que parece ser un llamado a la calma y la razón: “Cada voto legal debe ser contado. Cualquier boleta presentada ilegalmente no debe serlo. Todos los partidos deben vigilar este proceso. Y los tribunales están ahí para aplicar la ley y resolver disputas”.
El argumento de los “votos legales” es esgrimido por Trump. Sin embargo, McConnell no menciono que haya habido fraude.
Karl Rove, un exasesor de George W. Bush, quien ganó la presidencia en 2000 tras una guerra judicial por los votos de Florida, también señaló que un fraude implicando cientos de miles de boletas en varios estados requeriría un complot digno de una película de James Bond.
El senador Marco Rubio, rival de Trump en las primarias de 2016 pero que desde hace cuatro años se sumó al trumpismo como casi todo su partido, no criticó directamente al mandatario sino que prefirió recordar una serie de principios democráticos y tuitéo, sin comentarios, un significativo pasaje del Antiguo Testamento: “El hombre malo, el hombre depravado, es el que anda en perversidad de boca. Proverbios 6:12”.