INTERNACIONAL
duras batallas

Rusia avanza en el este y busca destruir las armas que Occidente envía a Kiev

Joe Biden aprobó una ley que prevé una ayuda militar de 40 mil millones de dólares para Ucrania, mientras los combates se concentran en la región del Donbás.

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Sur y este. Tropas rusas patrullan la planta de Azovstal, en Mariupol, donde Rusia asegura haber tomado el control. | afp

Rusia prosiguió ayer su ofensiva en el este de Ucrania y aseguró que bombardeó un cargamento de armas occidentales en el noroeste.

Ucrania contará en todo caso con medios para resistir, después de que el presidente estadounidense, Joe Biden, aprobara una ayuda de 40 mil millones de dólares para la ex república soviética, invadida por las tropas rusas el 24 de febrero. “Esperamos esta nueva e importante ayuda. Se necesita ahora más que nunca”, escribió Zelenski en Twitter. 

La ayuda de Estados Unidos se suma a las de la Unión Europea y del G7, el grupo de países más industrializados, que el viernes prometió 19.800 millones de dólares para mantener en pie las finanzas del país. 

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La ayuda militar enfrenta sin embargo el desafío de ser encaminada hasta las líneas de frente. El Ministerio de Defensa ruso afirmó que destruyó con misiles mar-tierra “un gran cargamento de armas y equipos militares suministrados por Estados Unidos y países europeos cerca de la estación de tren de Malin”, cien kilómetros al noroeste de Kiev.

Bombardeo a una iglesia. Rusia mantiene su ofensiva en el este, tras verse visto obligada a replegarse de la región de Kiev. En la región oriental del Donbás, una cuenca minera controlada parcialmente desde 2014 por separatistas respaldados por el Kremlin, numerosas ciudades viven desde hace semanas al ritmo de los bombardeos rusos.

En Donetsk, que junto a Lugansk conforma el Donbás, los bombardeos alcanzaron una iglesia donde estaban refugiados civiles, incluyendo niños y miembros del clero, según el Ministerio del Interior ucraniano. Al menos sesenta personas fueron rescatadas y de momento se desconoce el número de muertos. 

El viernes, el ministro ruso de Defensa, Serguei Shoigu, aseguró que sus tropas estaban “cerca de completar” la liberación de Lugansk.

Ese mismo día, Shoigu comunicó al presidente ruso, Vladimir Putin, la “liberación total” de Mariupol, en el sureste, tras la rendición de los últimos defensores ucranianos atrincherados desde hacía semanas en la acería Azovstal. Desde el lunes, un total de 2.439 combatientes que resistían en precarias condiciones en el laberinto de túneles de esa planta se rindieron, según el portavoz del ministerio.

La conquista de Mariupol, una ciudad portuaria del mar de Azov devastada por meses de bombardeos, es crucial para crear un corredor terrestre entre el Donbás y la península de Crimea, anexionada por Rusia en 2014.

Las autoridades ucranianas, que habían ordenado a los soldados de la acería deponer las armas, confían en un intercambio de prisioneros con soldados rusos. Un diputado y negociador ruso, Leonid Slutski, dijo que Rusia estudiará la posibilidad de canjear a combatientes del batallón Azov capturados en la acería por el empresario ucraniano Viktor Medvedchuk, próximo a Putin.  

Los combatientes “serán traídos de vuelta a casa”, prometió Zelenski.

Corte de gas a Finlandia. Rusia publicó una lista de 963 personalidades estadounidenses con ingreso prohibido al país, en represalia por sanciones similares tomadas por Washington. 

En la lista figuran Biden; su secretario de Estado, Antony Blinken; el secretario de Defensa, Lloyd Austin, e incluso el presidente de Meta (la casa matriz de Facebook), Mark Zuckerberg, o el actor Morgan Freeman.

Rusia cortó además el suministro de gas a Finlandia, por negarse a pagar el fluido en rublos, como Moscú lo exige desde abril. Previamente ya había adoptado medidas similares contra Polonia y Bulgaria, en iniciativas denunciadas como “chantaje” por la Unión Europea.

El corte del suministro a Finlandia se produce dos días después de que este país y Suecia, históricamente no alineados militarmente, solicitaran ingresar a la OTAN, ante los temores regionales provocados por la invasión a Ucrania.

Turquía, un miembro de la alianza militar transatlántica, se opone de momento a esas adhesiones, porque considera que Finlandia y Suecia son santuarios de militantes del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), una organización considerada terrorista tanto por Ankara como por Estados Unidos y la Unión Europea.

El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, instó ayer a la jefa de Gobierno sueca, Magdalena Anderson, a “poner fin al apoyo político y financiero” a grupos terroristas, por la decisión del país de dar asilo a militantes kurdos perseguidos por el régimen de Ankara.

 

Más de un millón deportados a territorio ruso

Agencias

Hasta ayer, “Rusia ha deportado a 1.377.925 personas, incluidos 232.480 niños” de Ucrania a zonas controladas por el Kremlin, informó la comisionada de Derechos Humanos del Parlamento ucraniano, Lyudmyla Denisova.

La funcionaria detalló en Telegram que solo en el último día son 17.306 personas las deportadas, de las cuales 2.213 son menores.

“Las declaraciones de Rusia sobre el presunto traslado voluntario de ucranianos no son ciertas. Tenemos evidencia incontrovertible de deportaciones forzadas y planificadas previamente”, apuntó Denisova.

Las fuerzas rusas continúan “usando tácticas terroristas contra civiles ucranianos en territorios temporalmente ocupados”, amplió el Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas de Ucrania, en una actualización anoche.

“En particular, impiden la evacuación de personas de la región de Jersón al territorio controlado por Ucrania y la apertura de corredores humanitarios para la importación de alimentos, medicinas y evacuación de ancianos, enfermos y niños”, sostuvo el comunicado.

Los pueblos de la región de Jersón, de los que se ha hecho cargo la oficina del presidente ucraniano, según informa la CNN, están al borde de una crisis humanitaria.

Los habitantes, informa la emisora estadounidense, denuncian grave escasez de medicamentos, acoso sexual por parte de los rusos, desapariciones y violencia contra las personas.

El jefe adjunto del consejo regional, Yurii Sobolevskyi, dijo que “la incompetencia organizativa y las acciones criminales” de los ocupantes rusos “están conduciendo a la región de Jersón hacia una crisis humanitaria cada vez más profunda”.