La carrera presidencial italiana tiene en la línea de largada al ex premier Silvio Berlusconi, cuya polémica candidatura fue propuesta el viernes por las fuerzas de centroderecha con miras a la votación en el Congreso, que se iniciará el 24 de este mes para elegir al sucesor de Sergio Mattarella, quien finaliza con alta credibilidad sus siete años de mandato.
La Constitución establece que el presidente de la República sea elegido por el Parlamento y delegados regionales con voto secreto y con la mayoría de dos tercios de la asamblea en los tres primeros escrutinios, luego de los cuales es suficiente la mayoría absoluta.
El presidente debe “haber cumplido cincuenta años de edad” y “gozar de los derechos civiles y políticos”, es “el jefe del Estado y representa la unidad nacional”, presta juramento ante el Parlamento de fidelidad a la República y de observar la Constitución, y tiene varias funciones, entre ellas el comando de las fuerzas armadas y la presidencia del consejo superior de la magistratura.
Las fuerzas de centroderecha, en primer lugar Forza Italia, Lega, Fratelli d’Italia, se compactaron proponiendo a Berlusconi como candidato, una decisión que de inmediato irritó y preocupó al Partido Democrático (PD) y al Movimiento 5 Stelle (M5S).
Según la centroderecha, que representa la mayoría relativa de la asamblea que elegirá al nuevo jefe del Estado, Berlusconi “es la figura adecuada” para el cargo y cuenta con “la autoridad y la experiencia que el país merece y que los italianos esperan”, afirmaron los líderes del sector, entre ellos Matteo Salvini y Giorgia Meloni.
En cambio, para el jefe del M5S, el ex premier Giuseppe Conte, Berlusconi es un candidato “improponible”, y según el secretario del PD, Enrico Letta, “el candidato debe ser unitario y no de división. No debe ser un jefe político sino una figura institucional”. Matteo Renzi, de Italia Viva, indicó: “Nosotros estamos dispuestos a votar un nombre de centroderecha, pero no a él”.
Berlusconi, de 85 años, empresario, millonario, líder de Forza Italia, desde hace treinta años se mantiene en la vida política en medio de no pocos escándalos. Fue imputado en más de veinte procesos judiciales y condenado a cuatro años de prisión en 2013 por fraude fiscal.
Il Cavaliere ha estado involucrado en escándalos sexuales, entre ellos el de 2010 conocido como el “caso Ruby”, una joven marroquí menor de edad, que Berlusconi sostuvo que era de la familia del entonces presidente egipcio Hosni Mubarak, dato que era falso. En 2013 el líder de Forza Italia fue condenado a siete años de cárcel por favorecer la prostitución de menores, pero fue absuelto en apelación.
Tuvo numerosos comportamientos poco serios, entre ellos en 2002, cuando en una foto con ministros de Relaciones Exteriores aparece haciendo “cuernos” detrás del ministro español, o cuando hizo comentarios irrespetuosos sobre el cuerpo de la canciller alemana Angela Merkel.
Como para muestra sobra un botón, estos hechos bastan para que la candidatura de Berlusconi genere molestia y rechazo diversos sectores.
En este marco, el 3 de febrero vence el mandato de Mattarella, quien ha dicho que no quiere postularse a un segundo período. Serio, sobrio, sereno, el saliente jefe del Estado sería una figura muy aceptada para seguir en el cargo, manteniéndose así el panorama actual, con Mario Draghi como presidente del Consejo de Ministros (premier, titular del Ejecutivo), y Mattarella como jefe del Estado.
Pero Mattarella está firme en el cerrar su ciclo y este viernes se despidió de los periodistas que lo han seguido en sus siete años en la presidencia.
Otra posibilidad puede ser que Mario Draghi sea propuesto para la presidencia, pero se concretarse esta movida quedaría vacante el cargo de premier.
Un tablero complicado, al que se suma el deseo de algunos sectores de llevar una mujer a la presidencia por primera vez en la historia del país. En este sentido ha circulado el nombre de Marta Carpabia (58 años), jurista, académica, actual ministra de Justicia del gobierno Draghi.
Por último están los números de la votación. La Asamblea tendrá unos 1.009 electores y la primera votación será el 24 de enero. En los tres primeros escrutinios se requiere una “mayoría calificada” de dos tercios de los habilitados para votar, es decir, 673 sobre 1.009. A partir del cuarto escrutinio se necesita la mayoría absoluta, o sea, 505 votos.
Con estos números el propio Berlusconi tiene que sacar punta al lápiz y hacer sus cuentas. Complica más todavía el panorama una eventual elección de Draghi en la presidencia de la república que puede poner en peligro la coalición de amplio espectro que lo sostiene ahora como premier, que va de la derecha leguista de Salvini a la centroizquierda de Letta.
Un proverbio del Vaticano dice: “Quien entra como papable al cónclave, sale de allí cono cardenal”, pues las sorpresas no faltan y con frecuencia el favorito no es elegido. Como en San Pedro, para el Quirinale, sede de la presidencia de la república italiana, habrá que esperar la fumata bianca.
Desde Roma.