El exvicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, se impuso en la elecciones primarias demócratas de este martes en una jornada clave de las internas conocida como el "supermartes". El precandidato ganó las internas demócratas en los estados de Alabama, Arkansas, Minnesota, Carolina del Norte, Oklahoma, Tennessee, Virginia, Massachusetts y Texas, mientras su principal contrincante, Bernie Sanders, ganó en Colorado, Utah y Vermont.
Las primarias, que buscan a quien será el rival de Donald Trump en las elecciones de noviembre, se celebraron en 14 estados, desde Maine en el noreste hasta California. Texas, otro con importante peso poblacional, también votó, junto a Alabama, Arkansas, Colorado, Massachusetts, Minnesota, Carolina del Norte, Oklahoma, Tennessee, Utah, Vermont y Virginia.
Decenas de millones de estadounidenses participaron en la fecha más importante del calendario de la campaña, una jornada en la que votan estados muy poblados como California, Texas y Carolina del Norte. En efecto, este "supermartes" asigna 1.357 delegados a la convención demócrata de julio, un tercio del total. Se necesitan al menos 1.991 delegados para obtener la candidatura presidencial del partido.
(Video: Deutsche Welle)
Pete Buttigieg, Amy Klobuchar y Beto O'Rourke abandonaron sus aspiraciones a la Casa Blanca y apoyaron la candidatura de Biden, que se afianza como la opción del centro frente al izquierdista Sanders. Entre tanto, otro moderado aparece en escena: el exalcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, un multimillonario de 78 años que se lanzó recién en noviembre al ruedo, gastó 500 millones de dólares de su fortuna personal y aparece tercero en la intención de voto entre los demócratas en todo el país.En cuarto lugar en los sondeos llega la senadora progresista Elizabeth Warren, opacada hasta ahora por Sanders. Muy por detrás se ubica la congresista de Hawái Tulsi Gabbard, sin ninguna expectativa de despuntar.
El "supermartes" es también crucial en el calendario electoral porque está en juego un tercio de los delegados que elegirán formalmente al candidato presidencial demócrata. Para ganar la nominación, el postulante necesita al menos 1.991 delegados. Un total de 1.357 se asignarán este martes, en comparación con los 155 otorgados con las cuatro primeras contiendas. La joya de la corona es California (415 delegados), seguida de Texas (228). Los candidatos deben cumplir con un umbral impuesto por el partido del 15% de los votos para ganar delegados.
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Bernie Sanders. Sanders, de 78 años, terminó el sábado en segundo puesto, a mucha distancia de Joe Biden, en las primarias de Carolina del Sur, resultado que vigorizó al alicaído exvicepresidente y empañó el liderazgo del izquierdista luego de las tres primeras votaciones en Iowa, Nuevo Hampshire y Nevada.
Autoproclamado como un "socialista democrático", el ascenso del senador de Vermont generó preocupación entre los sectores moderados de su partido, quienes advierten que es un blanco fácil para Trump debido a sus políticas demasiado radicales. "Se están poniendo nerviosos", dijo Sanders a su público en un acto de campaña el domingo en California. Trump, quien lo apodó "el loco Bernie" y lo tildó de "comunista", dijo que preferiría competir contra él.
Joe Biden. El vicepresidente de Barack Obama se muestra orgulloso de la lealtad que se ganó de muchos votantes negros, lo que quedó confirmado con el apoyo que consiguió de ellos en Carolina del Sur. Ese triunfo apaciguó una creciente preocupación por su actuación en los debates y sus pobres resultados en las tres primeras votaciones, que lo dejaron en seria desventaja respecto a Sanders.
Su victoria del sábado en el estado sureño dio aire a su campaña y desbancó a tres rivales de la carrera, incluidos Buttigieg y Klobuchar, quienes competían directamente contra él por los votos moderados. A sus 77 años, alega ahora con credibilidad que es el centrista que puede derrotar a Sanders y unir bajo su liderazgo a votantes de ideologías diversas y orígenes socioeconómicos variados. "El país está hambriento, hambriento por estar unido", dijo el lunes en Houston.
Michael Bloomberg. El multimillonario empresario de medios de comunicación estadounidenses, no participó en las cuatro primeras votaciones, y se medirá por primera vez con sus rivales en el supermartes. Exalcalde de Nueva York, de 78 años, puso el foco en California, donde están en juego el mayor número de delegados para la Convención Nacional Demócrata, y en otros estados codiciados como Virginia.
A pesar de su ingreso tardío a la competencia, Bloomberg es un rival de peso, impulsado por un vasto presupuesto de campaña, que él mismo financia con su fortuna personal. Lleva gastados unos 500 millones de dólares en publicidad, una cifra récord. El candidato se presenta como el que más posibilidades tiene de derrotar a Trump.
Elizabeth Warren. Con resultados decepcionantes en las tres primeras votaciones, la senadora progresista intentó conseguir tracción con ataques efectivos contra Bloomberg en los dos últimos debates. Pero Warren no logró revertir la tendencia en Carolina del Sur, donde la candidata de 70 años terminó en quinto lugar.
En una línea política cercana a la de Sanders, su postulación sufrió con el ascenso del septuagenario radical, y sus posibilidades parecen esfumarse. Sin embargo, mantuvo el compromiso con su campaña y pautó o tiene reservados espacios para avisos de televisión en al menos 11 estados que votarán luego del supermartes, entre los que se incluyen Florida, Michigan y Ohio, según la firma de rastreo publicitario Advertising Analytics.
Tulsi Gabbard. Esta representante en el Congreso por el estado de Hawái nunca figuró entre los candidatos fuertes para la nominación, pero se mantuvo en pie incluso sobre rivales que habían logrado mejores recaudaciones para sus campañas. Gabbard, de 38 años, defiende una política exterior aislacionista y reclama el retiro de tropas de Estados Unidos de Irak y Siria.
En enero presentó una demanda por difamación contra la candidata presidencial demócrata de 2016, Hillary Clinton, quien dijo que Gabbard era un "activo ruso" con que el que Moscú buscaba dividir al electorado estadounidense y ayudar a Trump a ganar la reelección.
DS