INTERNACIONAL
Disputa hegemónica

Taiwán: un elefante en la habitación

Implícita o explícitamente, la isla “rebelde” puede constituirse, junto a otras fuentes de disputa, en un factor que amenace las aspiraciones de una interlocución que busque rebajar la tensión entre ambas potencias.

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Diálogo. Una videoconferencia franca en la que quedaron en claro las diferencias y el deseo de evitar conflictos. | afp

El lunes 15 de noviembre se realizó la primera reunión virtual entre los presidentes Joe Biden de Estados Unidos y Xi Jinping de la República Popular China en el marco de las tensiones existentes entre ambas naciones. Tensiones que en principio aparecen vinculadas a la competencia comercial y tecnológica, pero que cada vez más adquieren ribetes de disputa geoestratégica entre dos potencias en pugna. Sin embargo, en esta primera reunión oficial desde que Biden asumió la presidencia (hubo dos conversaciones telefónicas previas entre los mandatarios), ambas partes expresaron su intención de evitar una escalada de conflictos entre ambas naciones. Como lo expresó Xi Jinping, “comunicación y cooperación” fueron los términos que marcaron las expectativas frente a la reunión. No obstante, más allá del tono amigable de la misma, los temas de la agenda tratada entre ambos mandatarios pusieron nuevamente en evidencia las tensiones existentes, desde la extensión del arsenal nuclear chino a las violaciones de los derechos humanos por parte de Beijing en la percepción de Washington, hasta la situación de Taiwán, que en la perspectiva china no debe contar con el respaldo estadounidense para “lograr su independencia” de China en tanto es parte de “una sola China”. 

Taiwán fue de hecho “el elefante en la habitación” virtual de la conversación. Pero Taiwán no está desvinculado de un énfasis del mandatario estadounidense en un Indo-Pacifico “libre y abierto”, que asigna una creciente importancia a esta región como epicentro de las tensiones entre ambas naciones y como ámbito potencial de una confrontación. Del estrecho de Taiwán al estrecho de Malaca pasando por el mar meridional de China las disonancias geoestratégicas se incrementan y amenazan la estabilidad regional en el Indo-Pacífico. Pese a la relevancia de este concepto, ambos actores difieren en sus respectivas definiciones y narrativas sobre el mismo: mientras que los Estados Unidos enfatizan la noción de Indo-Pacífico que articula el Océano Índico con el Pacífico, China persiste en una visión del Asia-Pacífico, y otros actores de la región optan por matices diferenciales de ambas concepciones para orientar sus respectivos intereses geoestratégicos en la región. 

El crecimiento del poderío naval y de la presencia militar china en el Indo-Pacífico se contrapone a los esfuerzos estadounidenses para impulsar pactos militares como el Aukus con Gran Bretaña y Australia o darle una renovada musculatura al Cuadrilátero de Seguridad (QUAD) con Japón, Australia e India en la promoción de un Indo-Pacífico “libre y abierto” y, eventualmente, democrático. 

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La confrontación entre las dos potencias parece tener una impronta binaria, pero la administración Biden apunta a multiplicar sus alianzas en la región y fuera de ella, frente a una China que aparece,  más allá de su gran estrategia económica, como un actor monolítico que cuenta con alianzas más restringidas y de distinto alcance con Corea del Norte o con la Federación Rusia. El renovado acercamiento con Pyongyang y los primeros ejercicios navales conjuntos con Rusia en el mar del Japón en octubre (sin que medie un pacto militar) ponen en evidencia que Beijing también trata de articular su propia red de alianzas en una región que se convierte en el epicentro de una potencial amenaza a la estabilidad estratégica. 

Pero Taiwán parece estar en el ojo del huracán. No sólo por la decidida vocación de su actual presidenta, Tsai Ing-wen, de mantener su independencia de China en el marco de fracaso de la idea de ”un país, dos sistemas” después de la crisis en Hong Kong y de un creciente activismo global, sino porque este activismo, más allá del apoyo de Washington, comienza a alcanzar ámbitos inesperados, como la reciente apertura de una oficina de representación en Lituania que ha provocado la irritación de Beijing. 

De manera que, implícita o explícitamente, Taiwán sigue siendo “el elefante” que puede constituirse, junto a otras fuentes, en un factor que amenace las aspiraciones de una interlocución que busque rebajar la tensión entre ambas potencias.

*Analista internacional y presidente de CRIES.