MARIE CLAIRE
Fiorella Bottaioli

El gran debut

Protagonista de la película La uruguaya, basada en el libro de Pedro Mairal: Su vida y sus procesos creativos del otro lado del Charco.

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Fiorella Bottaioli. | nestro grassi

Cuando Fiorella Bottaioli lleyó La Uruguaya supo que el personaje del título era ella. La novela de Pedro Mairal cuenta un día en la vida de Lucas Pereyra, un escritor en crisis que viaja a Uruguay para cobrar un anticipo por sus libros, traer el dinero por izquierda y así evitar el cepo cambiario. Pero hay algo más, su objetivo es encontrarse con Guerra, una chica a la que conoció en un viaje anterior y con la que siguió una relación de manera virtual. Lucas no sabe que siempre conviene tener cuidado con lo que deseás porque algunos bombones pueden estar envenenados.

La Uruguaya fue llevada al cine y desembarcó también en Star+ dirigida por Ana García Blaya, quien la rompió con su ópera prima Las Buenas Intenciones, producida por Comunidad Orsai mediante crowdfunding. Capitaneados por Hernán Casciari, casi 1700 inversores que aportaron un monto mínimo de 100 dólares, eligieron desde los actores hasta la modalidad de exhibición y participaron de las regalías por las ventas de la película.

En un duelo que se pareció a un Mundial, muchísimas duplas actorales fueron pasando etapas hasta encontrar a los protagonistas, Fiorella Bottaioli y Sebastián Arzeno, más las participaciones de Jazmìn Stuart y Gustavo Garzón.

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El público sabe, la uruguaya no podía ser otra, la cara y la voz de “Fio” piden cine. Afincada desde hace poquito en Buenos Aires, Bottaioli está dispuesta a encantarnos como a ese escritor que alguna vez buscó una historia. ¡Tá, es ella!

-Con toda la movida del estreno de La Uruguaya han sido tiempos de poca paz, así que hablemos de Guerra. ¿Cuántas batallas tuviste que librar en ese casting que fue casi un reality para quedarte con el personaje?

-(Se ríe). Hubo que batallar un montón para ser Guerra. Íbamos probándonos en duplas que se armaban de acuerdo a la afinidad que veían en el casting, nos matcheaban y a mí por ejemplo me tocó hacer las mismas escenas con tres actores distintos: Sebastián Arzeno, Esteban Bigliardi y Luciano Linardi, dejando un poco que sucediera la magia con cada uno. Todo esto fue por Zoom y realmente con Seba Arzeno la escucha fue muy grande, sentí que traspasó la pantalla, que lograba creérmelo. Nuestra directora, Anita García Blaya nos quería matar porque decía que de todas las parejas éramos la que teníamos peores cámaras y conexiones, pero fluyó de entrada y quedamos.

-¿Cómo fue ese momento en el que recibiste la noticia de que eras La Uruguaya?

-Hubo algo de negación como mecanismo de defensa porque ocurrió una cosa inesperada. Mirá, mis viejos fueron socios productores porque admiran a Casciari sin tener la menor idea de que mucho tiempo después yo podría estar en el proyecto. Con ellos y mi expareja nos íbamos todos los sábados como cábala a una casa en Atlántida y mirábamos los Zooms donde se anunciaban quienes iban pasando etapas. El último día iban a comunicar la decisión vía streaming ... ¡5 minutos antes del anuncio se cortó la transmisión! Me negaba a creer que había ganado el papel hasta que empezaron a llegar mensajes porque Casciari lo había anunciado en Twitter. Al rato ya tenía una amiga que había manejado 50 km y estaba en la puerta gritándome. Yo seguía en shock hasta que caí y dije “Ta, soy yo”.

-La película cambia de narrador (en el libro es el escritor, en el filme es su mujer) y al modificar el punto de vista la historia es otra. ¿Ana García Blaya optó por una mirada feminista del relato, sumó esa perspectiva?

-Esa mirada me vino como anillo al dedo. Creo en una carrera fuertemente ligada a lo profesional y lo personal. Me agarró en un momento de la vida donde sigo en revolución, hago publicidades desde los 18 años y por entrar dentro de un cierto canon de belleza fui manipulada por ese engranaje del consumismo que es la publicidad. Mis papeles eran la hegemónica en bikini vendiendo cerveza y yo nunca fui eso, simplemente hubo otros que me pusieron en ese rol. Este personaje llegó en el momento justo donde empecé realmente a formarme como mujer y a sentir un propósito. Está bien, tengo este cuerpo y esta cara pero sé cuales son los personajes que quiero construir y las historias que busco contar. Poder trabajar con una directora como Anita García Blaya no se compara con la visión que podía tener un director. En manos de un hombre hubiera sido completamente otra historia. Anita fue el broche de oro de La Uruguaya, hicimos equipo, en escenas que requerían intimidad hubo un cuidado de hermana.

-¿Hay alguna mujer dentro del cine o de la literatura con la que te gustarìa trabajar?

-Uy, ahora estoy leyendo a Camila Sosa Villada y me gusta muchísimo como escribe. Sabés que en Uruguay es muy difícil que surja una directora de cine, sí en teatro pero el cine sigue siendo terreno masculino. En 13 años que hago publicidades nunca me dirigió una mujer, tuve solo unas pocas asistentes de dirección. García Blaya se encargò de que eso no pasara en 

La Uruguaya, el núcleo duro de la película está conformado mayoritariamente por mujeres, desde la Directora de Fotografìa, hasta la Jefa de Eléctricos .

-Hace un rato dijiste que ahora sabès que tipo de roles querés hacer, ¿cuáles son?

-Si es por fantasear a mí me gustaría hacer algo como el Bob Dylan de Cate Blanchett en la película de Todd Haynes, I’m Not There. Me encantaría caracterizarme, tengo ganas de romper con los esquemas de cosas en las que vengo laburando, ojalá pueda hacer personajes que luchen, que militen, que cambien algo. Y que vayan unidos al crecimiento personal, en eso estoy.

-¿Qué es lo más importante para llegar a buenos personajes?

-El representante es fundamental. Si bien hoy te pueden contactar por Instagram me cuesta mucho adaptarme a esta nueva modalidad de ir a un casting y que te pregunten cuántos seguidores tenés, pero hay que adaptarse o morir. La rueda va girando pero yo siempre intento hacer el trabajo de volver a mì . No hay que parar nunca de buscar.