Gabriela Cerruti, la secretaria de Comunicación y Prensa del Gobierno, salió al cruce del participante de Gran Hermano, Walter Santiago, conocido como “Alfa" –quien acusó en el reality a Alberto Fernández de haberlo "coimeado"–, y lo calificó de alentar un "discurso de odio": "No se puede decir cualquier cosa, ni siquiera en este tipo de programas, en donde se crea mucho sentido común colectivo", aseguró la funcionaria.
A su vez se refirió al rol actual de las redes sociales y a los medios de comunicación: "A partir de 678 la gente supo que cada medio tiene su postura y que el periodismo sólo busca clics", expresó en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (FM 101.9).
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Me llama la atención toda esa gente que quiere dar lecciones en la comunicación y la política. En este tipo de programas de interés masivo que tiene 25 puntos de rating, y maneja el lenguaje de la gente común, sentís el sentido común colectivo con mucha fortaleza.
Esto le hace daño a la sociedad, ya desde el momento en que una persona se haya declarado abiertamente homofóbica, es un discurso de odio y no vamos a dejar pasar eso. Y menos que un personaje dijera, con convicción y en una especie de situación amigable, que conoce hace muchos años al Presidente y que lo coimeó.
Y esto no sólo va contra la honestidad y decencia del Presidente, que incluso los peores detractores saben que es impecable, sino contra la política en general. No se puede decir cualquier cosa, ni siquiera en este tipo de programas, en donde se crea mucho más sentidos común colectivo. La gente común no ve los programas de cable político, sino este tipo de emisiones, que pueden llegar a generar cultura incluso a partir de diversos debates.
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Muchas veces en estos diálogos, que muchos dicen que son guionados, y en el casting se busca generar sentido común hacia un lado y hay que generar debate sobre esto, no solo quedarnos encerrados en la política, el periodismo y las redes, mientras afuera en la sociedad está pasando otra cosa.
Sobre la cuestión de fondo de la sociedad del espectáculo este personaje, Alfa, es el paroxismo de lo que vemos en varios programas de cable finalmente, aunque tengan pocos puntos de rating...
Sí, totalmente. Por eso digo que si el Presidente hubiera contestado en un programa de cable sobre algo que un político dijo sobre él, sería normal. Pero a la gente les parece que está mal que respondamos a alguien que dice exactamente lo mismo en un programa que tiene mucha más posibilidad de impactar en muchísima más gente y que lo dice de una manera y con un ambiente tal que lo vuelve más cercano, más verosímil.
Es pecar de ingenuidad pensar que a la política no le importa estos lugares. Esto viene de hace mucho tiempo, en los ´90 se empezaron a cruzar el mundo del espectáculo con la política, con programas masivos como los de Tinelli. Por eso sabemos que impacta en la sociedad y genera sentido, no es para nada ingenuo. Ya se lo comunicamos a Telefé y a la productora. Entendemos cómo son las reglas del programa y que esta persona no lo va a saber hasta que salga pero no podíamos dejarlo pasar.
Hemos decidido no dejar pasar nada más. No se puede seguir mintiendo y engañando, auspiciado por el vale todo y la libertad de las redes sociales. Esta campaña es contra la dirigencia social y política. He recibido comentarios contra mí, que tengo una vida normal, y se dicen cosas como ciertas que no son así y no voy a dejarlo pasar. No debemos resignarnos, sino los dejamos ganar a ellos, a los que pueden decir cualquier cosa para generar la idea de que nada sirve y que todos son corruptos.
Esto tiene consecuencias graves, como el atentado a Cristina. Ahora estamos viendo que detrás de eso hay una trama importante ligada con la política. Le arruinan la vida a la gente que se resigna a que se diga cualquier cosa de uno, porque se tiene una vocación política que, en definitiva, es la vocación de hacer un poco mejor al mundo.
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Por un lado está la lógica propia del sistema de espectacularización. Y por otro lado está el proceso de la verdad y la mentira (“no hay política sin mentira”), esa idea que se puede decir cualquier cosa por más que no sea verdad. Yendo al periodismo, 6-7-8 abrió la cuestión de que no importa la verdad y esa lógica se replicó en los opuestos. Estamos en un proceso complejo del espectáculo en la política y por otro lado la relación en donde ya no importa que sea verdad sino que sea verosímil. ¿Coincidís?
No pondría un punto de inicio. El programa 6-7-8 logró deconstruir la idea de que los medios eran independientes, objetivos e indiscutibles. Ahora la gente sabe que cada medio tiene su postura. La idea de que cualquiera puede decir cualquier cosa se dio con las redes sociales. Y la competencia entre el periodismo y las redes nos lleva a eso.
Me ha pasado que en un portal “serio” titularan cualquier cosa. En la Argentina tenemos esa degradación de que muchas veces no se chequea la información. En España, por dar un ejemplo, en un medio grande no se va a poner cualquier cosa. Uno de los medios centenarios de nuestro país publicó algo que fue contrario a lo que dije. Y cuando consulté con el editor me dijo que eso era por breaking news.
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El periodismo hoy es la búsqueda del clic. Es un proceso de deterioro muy fuerte que nos obliga a buscar lugares en donde podamos hablar.
Otro ejemplo es la tapa de Clarín, en la conferencia de prensa de Juan Manzur de ayer le preguntan si se cayó el acuerdo con el FMI y la respuesta es que no, obviamente, la pregunta era absurda. Y publicaron “El Gobierno le contestó a la Cámpora”. Y en realidad el Gobierno le contestó a un periodista que hizo una pregunta insólita.
Otro ejemplo que no tiene azorados es el de una periodista que publicó un libro que dice que el presidente toma alcohol cuando es abstemio. Y esto fue en la editorial Planeta. No hay asidero alguno en todas las cosas que dice. El problema es que ese libelo está en una de las grandes editoriales del mundo, no en un panfleto que anda dando vueltas por ahí. Cada vez que tengamos que poner nuestro granito de arena para decirme "esto no puede seguir así", lo vamos a hacer.
AO PAR