Sólo el paso del tiempo dirá que representó la victoria de Boca este martes, por 2 a 1, frente a Deportivo Pereira, en la noche de Copa Libertadores. Además, esto se dio en el marco del comienzo de un nuevo ciclo, con Jorge Almirón como entrenador, informó Román Iucht en Modo Fontevecchia, por Net TV y Radio Perfil (101.9).
La realidad es que Boca tuvo, después de la desventaja, la posibilidad de aprovechar las ventajas que dio el equipo colombiano, que mostró en la etapa final del juego una falta de entendimiento notable, sin entender cómo se juegan los partidos de estas características y cómo se deben manejar los tiempos.
El Xeneize logró empatar el partido con un gol de Luis Advíncula, curioso porque la pelota iba para Sebastián Villa, pero el delantero no llegó a controlarla, y el lateral peruano casi que se sacó la pelota de encima, pegándole con una parábola perfecta, que puso el 1 a 1 parcial.
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Y cuando Boca estaba angustiado y extraviado, mientras todas las miradas apuntaban hacia el campo de juego, e incluso algunos ya repudiaban el accionar de los jugadores y del cuerpo técnico, la reacción emocional le dio permitió revertir el resultado, a través de Alan Varela, quien puso el 2-1 final a los 99 minutos.
Victoria épica por las formas y el desenlace, pero no por el juego. Otra vez Boca fue un equipo absolutamente deficitario, sin una idea de juego, al que le ganó la emoción. Y quien se expresó al respecto fue Jorge Almirón, al señalar que "los partidos de Copa Libertadores son así de especiales".
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"Se ganó, que era lo importante. Al final del partido el equipo se levantó, la gente apoyó en el peor momento y me voy contento por el rendimiento de algunos jugadores que fueron levantando su nivel", remarcó el entrenador, quien además destacó el juego de Valentín Barco.
Con victorias, todo siempre es mucho más fácil. Y cuando pasen los días se verá qué implicancia tiene esta victoria, es decir, si representa un punto de inflexión o si fue una alegría efímera pero necesaria.
JL