La periodista experta en política brasileña y corresponsal en Brasil desde 1996, Eleonora Gosman, explicó en el programa Modo Fontevecchia, por Net TV, Radio Perfil (AM 1190) que la relación entre los presidentes de Brasil y Estados Unidos se basa en una notable afinidad personal. A su juicio, “Trump empatizó con Lula por compartir edad y éxito”, señaló, y agregó que esa conexión permitió que ambos líderes mostraran complicidad y entendimiento durante su último encuentro.
La periodista Eleonora Gosman, con una amplia trayectoria en medios nacionales e internacionales, fue durante años corresponsal en Brasil del diario Clarín, donde cubrió la realidad política, económica y social del país vecino, junto con los principales temas del Mercosur. A lo largo de su carrera, se destacó por su conocimiento de la política brasileña, con entrevistas y coberturas sobre procesos electorales, crisis institucionales y la relación bilateral entre Argentina y Brasil.
Brasil puede permitirse negociar con Estados Unidos, representado por Donald Trump, mientras que Argentina enfrenta mayores restricciones y dificultades en esas negociaciones. Además, el actual presidente brasileño, Lula da Silva, con casi 80 años, ha confirmado su intención de postularse para un cuarto mandato en las elecciones de 2026, lo que refleja una política activa y una mayor influencia en las relaciones internacionales del país.
En este momento, vivir en Brasil es una suerte para no tener que escuchar todo lo que sucede en Buenos Aires. No está bien decirlo, soy consciente, pero es la realidad. Quiero contarte sobre Lula y su edad. Lula acaba de cumplir 80 años, justo antes de ayer. Está impecable, con una lucidez intelectual y política que da envidia, realmente envidia. Es un hombre que parece no solo mucho más joven físicamente, sino también por su increíble capacidad para negociar con el mundo.
Acaba de reunirse con Donald Trump. Al principio tuvieron una relación muy conflictiva, con Bolsonaro de por medio. Pobre Bolsonaro, con la prisión y toda esa historia. Pero después de esa etapa de tensión, se reencontraron de casualidad —aunque luego dijeron que no fue casualidad, que estaba programado con antelación— en la Asamblea General de las Naciones Unidas, en Nueva York, en septiembre. Más tarde tuvieron una conversación telefónica, y después de eso llegó este primer encuentro presencial acordado por ambos. La reunión duró unos 45 minutos y hablaron de todo.
La reunión entre Lula y Donald Trump sorprendió gratamente a muchos, incluidos los diplomáticos de Itamaraty, quienes destacaron la complicidad genuina entre ambos líderes durante el encuentro. Lula estuvo acompañado por el canciller Mauro Vieira, y la reunión se desarrolló en un ambiente distendido y sin ningún tipo de dramatismo. Resultó especialmente llamativo el interés auténtico que Trump mostró por la trayectoria política de Lula, en particular porque Lula logró algo que Trump también anhela: la posibilidad de postularse para un cuarto mandato.
Y la edad, ¿no?
La edad también transmite un mensaje: se puede ser un presidente lúcido a los 80 años. Y hay algo que debo decir, aunque en realidad es una desgracia: Lula es insustituible. Es el único con esa capacidad de negociación. Hoy, en conferencia de prensa, lo dijo claramente: “Yo negocio, negocio. Aprendí a negociar en los peores momentos de mi vida, cuando era un pobre que se arrastraba”. Y, sin embargo, logró salir adelante. Empezó como sindicalista, negociando con las empresas, y realmente le iba bien. No sé si en Argentina hay algún líder político con esas condiciones.
Escuchaba el otro día a Felipe Solá, quien afirmaba que si uno analiza los últimos cien años de la política latinoamericana, se encuentra con figuras como Lula y Perón. Son muy pocos, y desde entonces no ha aparecido otro líder similar. Son fenómenos excepcionales y de gran impacto en la región.
Claro, ese es el problema. Me encantaría que Lula pudiera crear una escuela, la escuela de la negociación. Le otorgaron un doctorado honoris causa en la Universidad Nacional de Malasia, algo muy interesante porque refleja el impacto que generó también en la reunión de la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental, donde fue invitado.
Trump y Lula se reunieron en Malasia, pese al caso Bolsonaro
¿Qué pasó con Bolsonaro y el bolsonarismo? ¿Lo metieron preso y listo, se acabó?
Mirá, cometieron muchos errores, y bastante groseros. Eduardo Bolsonaro, el hijo diputado de Jair Bolsonaro, se fue a Estados Unidos en marzo y todavía no volvió. Estamos en octubre y él sigue siendo diputado. Sabemos que estas licencias, en general, implican la pérdida del cargo, pero él no lo perdió. Desde el inicio de la relación entre Brasil y el país norteamericano, su actitud fue conflictiva: él y su entorno pidieron que se aplicara una penalización, específicamente un 50% de aranceles a los productos brasileños que ingresan al mercado estadounidense.
Fue un error garrafal, porque se enfrentaron a muchos sectores exportadores. Después surgieron otros ejemplos similares. En su intento por influir, presionaban al entorno de Trump para que interviniera en un asunto que, en realidad, dependía de la Justicia, no del gobierno federal. Tanto es así que Lula le dijo: “El castigo o la penalidad de Bolsonaro no tiene que ver con nuestro gobierno, sino con la Suprema Corte de Brasil, que es independiente”.
También le entregaron a Trump un documento muy amplio donde se explicaba cómo estaba actuando la Justicia en Brasil, y se le pidió, entre otras cosas, que aplicara sanciones contra los miembros de la Corte Suprema, como la prohibición de otorgarles visas para viajar a Estados Unidos. Algunos miembros del gobierno brasileño también tienen prohibido ingresar al país norteamericano. Otro tema muy importante fue Venezuela, donde Lula se ofreció como mediador.
Lula le dijo a Trump: “Yo lo puedo ayudar. Si usted quiere lo que hacemos es que yo me comunico con Maduro y tratamos de intermediar”. Parece que el presidente de Estados Unidos estuvo más o menos de acuerdo con esta propuesta. Esa es la información disponible hasta ahora. Pero lo más llamativo es que se generó una relación muy afín entre ambos.
Supongo que en el caso de Trump, donde las relaciones personales son tan determinantes, hay dos factores clave: el éxito y la identificación generacional. Lula tiene éxito, sin duda, y va por su cuarto mandato. Además, comparten la misma edad, algo poco común entre jefes de Estado. Creo que la empatía pasa por el carácter.
En el fondo, vienen de mundos totalmente distintos —uno era dueño de una empresa, el otro un sindicalista—, pero ambos recorrieron un camino que los encuentra al final de la vida con mucho éxito acumulado y una vitalidad sorprendente a los 80 años. Que Trump haya sido reelecto también revaloriza a Lula, que busca volver a ser presidente con la misma edad. Más allá de las ideologías, cada uno legitima al otro en aspectos centrales: el éxito, la persistencia y la edad.
MV/ff