El 28 de octubre, cuando Elon Musk tuiteó que “el pájaro había sido liberado”, empezó la nueva era de Twitter, que lo tiene como su amo y señor. En estas dos semanas la compañía se vio sacudida por dentro y por fuera, con cambios que podrían volverse todavía más drásticos.
Libertad limitada
Aunque Musk se autodefine como un “absolutista de la libertad de expresión” y anticipó que permitiría el regreso de la cuenta de Donald Trump, ahora anuncia un consejo con voces “diversas” que decidirá sobre controversias de moderación y suspensiones permanentes.
Pagar por prestigio
La decisión de cobrar 8 dólares mensuales a los usuarios verificados disparó grandes enojos, entre ellos el de Stephen King: “A la mierda. Deberían pagarme a mí”. Musk argumenta que el nuevo sistema, que dará prioridad en menciones y búsquedas a quienes paguen, servirá para eliminar las cuentas de spam y alimentar el modelo de suscripción que impulsa para obtener ganancias.
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Despidos masivos
Musk despidió a la mitad de los 7.500 empleados de Twitter, incluyendo a todo el equipo de Derechos Humanos y a varios integrantes de los de confianza y seguridad. Argumentaba que la compañía perdía 4 millones de dólares diarios, pero insólitamente, pidió más tarde a decenas de ellos que volvieran: a algunos les dijo que se había tratado de un error administrativo; a otros, de uno de evaluación.
Éxodo inquietante
Disconformes con el rumbo de la plataforma, algunas celebridades ya están abandonándola. La modelo Gigi Hadid anunció que no será parte de “un pozo negro de odio e intolerancia”. Para la cantante Toni Braxton, ya no se trata de un espacio seguro para las personas negras. La actriz Amber Heard, muy castigada en las redes durante el juicio por su divorcio de Johnny Depp, también cerró su cuenta.
¿Pagar por la tilde azul de Twitter?
Los cambios están llegando tan lejos que Volker Turk, alto comisionado de Derechos Humanos para Naciones Unidas, escribió en una carta abierta a Musk que proteger la libertad de expresión no significa un “pase libre” para decir cualquier cosa: “Twitter tiene la responsabilidad de evitar amplificar contenidos que puedan dañar los derechos de las personas”. Al día siguiente, quizá como respuesta a la advertencia, el nuevo jefe de la plataforma planteó que “Twitter necesita volverse, por lejos, la fuente de información más precisa sobre el mundo. Esa es nuestra misión”. Como todo lo que hace, suena demasiado ambicioso. Pero a veces logra demostrarle a todos los demás que estaban equivocados.
JL PAR