Misiones es la primera provincia argentina en aprobar una Ley de Humedales, aquellas áreas inundadas por un período prolongado, como lagos, lagunas, ríos y pantanos. Sancionada por unanimidad el 12 de mayo, ordena la conservación y desarrollo de esos ecosistemas, que en nuestro país representan el 20% del territorio. “Es un puntapié inicial para que el Gobierno Nacional también lo pueda tratar”, se esperanzó su autor, Julio Barreto.
Los proyectos de preservación -que se presentan desde 2013 en el Congreso- siempre perdieron estado parlamentario, por desacuerdos en las fuerzas políticas o -según denuncian distintas ONGs- presiones del sector privado, desde las corporaciones del agro hasta las industrias del litio.
El último, del diputado Leonardo Grosso, propone adaptar prácticas agrícolas como la quema y la cosecha, a pautas respetuosas de las capacidades de los humedales. Además de penalizar los incendios, fija la regulación de productos químicos, incluyendo las fumigaciones.
"El desafío es convivir en armonía con la naturaleza y reducir las principales amenazas"
Ecosistemas fundamentales
Los humedales son una atracción turística y hogar de especies amenazadas, pero también fuente de agua, alimentos, madera y sal. Cuando hay inundaciones, actúan como esponjas. Al absorber el agua de las lluvias y las crecientes de los ríos, las filtraciones son más lentas y la cantidad de líquido que fluye hacia abajo disminuye. Retienen y eliminan sustancias tóxicas, y pueden almacenar 50 veces más carbono que las selvas tropicales.
Desde 1970, ya desaparecieron el 35% de todo el planeta, culpa del cambio climático, las modificaciones en los usos del suelo (urbanización, deforestación), las actividades extractivas (pesca, madera, pasturas), la contaminación y la introducción de especies invasoras. A medida que se pierden, hay más chances de inundaciones devastadoras, tormentas huracanadas y pérdidas de cosechas. Los legisladores todavía están a tiempo de frenar la catástrofe.
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