OPINIóN
Repensar el rumbo

A los 50 no me callo

En la mitad de la vida, es común darse cuenta o al menos replantearse que el verdadero yo se ha ido cubriendo con máscaras de complacencia para ser aceptados por los demás, a costa muchas veces de los propios deseos y expectativas. Siendo asertivo y respetando también las libertades del otro, se puede ser uno mismo.

Valeria Mazza, 50 años de belleza.
Valeria Mazza, 50 años de belleza. | IG

Hay diferentes etapas de la vida que son momentos de crisis. La crisis son momentos bisagra, que marcan un antes y un después. Ese después, de acuerdo a como se elabore la crisis, puede ser muy positivo, ya que son oportunidades para tomar nuevos rumbos, para dejar atrás lo que no hace bien, para ser más coherente con uno mismo, para darle prioridad a las propias expectativas.

Es así que, llegados los 50, una edad que para muchos es una bisagra, hay quienes sanamente deciden no callarse más. Este es un momento en el que seguramente se empiezan a poner límites, a decir “basta” al hecho de estar siempre teniendo que ser quienes cumplen las expectativas de los demás y comienza a ponerse en la piel de cumplir las suyas propias. 

“Tengo cincuenta y no me callo más”.  Esto pasa porque este es un momento en que las personas suelen hacer una revisión de su vida, haciendo una especie de “balance existencial”, donde se ponen en evidencia las deudas hacia uno mismo, viajando al pasado y pasando por los puntos más importantes de la propia historia. Este es un momento para hacer cambios en esos puntos, y es realmente sano hacerlo.

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Cambio de vida

Claro, muchos lo van a ver como algo negativo, especialmente quienes están alrededor y ya no reciben más los beneficios de que un ser tan complaciente. Es por esto que muchos tildan este momento como “la crisis de los 50”, dicho de forma negativa. 

Como si la palabra “crisis” fuera algo malo, siendo las crisis un momento de cambio que puede llevar a salir de muchos mandatos familiares, sociales, a dejar de querer guardar las formas por los otros, y liberar quien realmente se quiere ser.

Hay muchas áreas en la cuales es posible que ya no se quiera permanecer callado más y disfrutar como realmente se desea en lo hacerlo, familiar, laboral, social. Es acá donde muchos libretos aprendidos se rompen y se decide empezar a escribir la propia historia, con los componentes que se quiere que esta historia tenga, no con los que los demás dijeron que tiene que tener.

En esta revisión, por ejemplo, hay muchos que deciden hacer cambios en su vida profesional, reinventarse. La vida ya no es como antes que a los cincuenta llega la jubilación y el reloj de oro por haber trabajado siempre en la empresa, y ahora a ver qué se hace de la vida.

A los 50 no me callo

La expectativa de vida aumentó, y muchos a los cuarenta o cincuenta, quieren hacer cambios, salir de su profesión, muchas veces impuesta por mandatos familiares, y dedicarse a hacer eso que les gusta, que les da autorrealización y trascendencia.

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La vida familiar pasa por una revisión, allí se busca que las relaciones sean más reales y menos acartonadas. La vida conyugal también pasa por todo un replanteo, especialmente en las mujeres. Se busca salir de lo rutinario y acartonado y vivir con más pasión. La vida es muy corta para vivir en modo automático y se hace necesario poner los cinco sentidos para poder vivir con más intensidad los momentos. 

Hay otra cuestión que se pone en juego, por la cual callarse ya no es más una opción. Y es el hecho de que se toma conciencia de que quedan menos años por delante, ya no se tiene esa idea de la eterna juventud de la adolescencia, y no se desea dejar pasar tiempo ante las oportunidades. 

Se quiere exprimir la oportunidad de nuevas experiencias, expresar los sentimientos. No es tiempo de compartir con esas personas con quienes no se desea hacerlo y aprovechar el tiempo en lo que se siente que es realmente útil.

En busca de la eterna juventud

Cuando nacemos, lo hacemos con una identidad con un “self”. Nacemos de una manera, pero cuando expresamos nuestro verdadero “self”, nuestro verdadero Yo, nuestros padres o personas de influencia, nos van regulando, para que expresemos lo que realmente esté acorde a los mandatos de la familia y de la sociedad, Así vamos aprendiendo a desarrollar un “falso self”, es decir que nuestro verdadero yo, se va cubriendo con máscaras de complacencia para ser aceptados por los demás, a costa muchas veces de nuestros propios deseos y expectativas. 

Qué bueno y sano es si, a la edad que sea, uno se da cuenta de que es positivo sacarse esas máscaras, y siendo asertivo y respetando también las libertades del otro, se puede ser uno mismo, sin tener que complacer a nadie, por el hecho de ser aceptado.  

Si se está se ese momento, ¡parabienes! Es hora de poder disfrutar la vida, la que se elija, es hora de hacer el propio camino, no el que los demás trazaron para uno, es tiempo de no callarse más.

* Dr. en Psicología  (MN: 66869), docente