Las emociones afectan nuestra manera de ver y pensar el mundo y la capacidad de razonamiento lógico acerca de nuestros problemas. A menudo son una barrera comunicacional que nos impide conectarnos con el mundo y aun con nosotros mismos.
El bloqueo psicológico es una traba emocional que no nos permite lidiar con algunas personas, sortear algunos obstáculos o salir de algunas situaciones que objetivamente podríamos solucionar con facilidad. Una de las principales dificultades en un bloqueo es que no podemos salirnos de los prejuicios que tenemos sobre nosotros mismos y sobre la situación, para pensar una solución porque personalizamos el problema y no lo podemos ver más allá de nuestra propia emocionalidad. El bloqueo nos lleva a no poder actuar ni pensar y el poder es algo que se relaciona fuertemente con ambos. Nicolas Sarkozy afirmaba sin rubor en 2007 en Le Figaro que había hecho suyo el análisis marxista de Gramsci sobre que «el poder se gana con las ideas». Aunque no sean las tuyas.
El sorpresivo viaje de Alberto Fernández a España, parece más una forma de escapar del bloqueo que siente frente a las declaraciones de Cristina que a una estancia planificada y fructífera en un país extranjero.
El básquet como herramienta para sacar a los chicos de las calles
Lo que lo mueve al viaje es la búsqueda de libertad ante la sensación de ahogo que le produce la cercanía de la publicación del índice inflacionario, la marcha piquetera y las incesantes declaraciones de Cristina Kirchner y sus partidarios.
A tal punto fue el apuro por escapar de este ambiente opresivo que armó las últimas reuniones en el avión. En España no lo esperaban porque allá también hay problemas de todo tipo, aunque especialmente están los judiciales que tienen al poder en vilo y que implican hasta el espionaje de los servicios de inteligencia al presidente.
Un concepto que ayuda a las personas a superar el bloqueo es el de mirar la acción en la vida como un engranaje. También conocida como "el principio de las ruedas dentadas” esta máxima sostiene que para poder salir de un bloqueo hay que tener en cuenta que las distintas partes de la vida se enlazan entre sí y que su movimiento se produce mejor con pequeños cambios en todas partes para evitar que se frente el movimiento generado en una con la inacción de otra antes que concentrarse en hacer un gran cambio en lo que más nos moleste.
La Casa de los Larreta y la maldición del no querido
Pero la interna en Alberto, aunque no lo diga, es la única rueda de su bloqueo a la que le da importancia, a punto tal que tuvo que irse a España para poder declarar en un programa de televisión español sus serias intenciones de presentarse para la reelección y sus posición en la interna. Esta situación tan naif de hablar afuera en un mundo que se maneja por redes, es lo mismo que los nenes que para esconderse se tapan la cara. Cualquiera se da cuenta de que es igual que lo hubiera dicho en La Matanza, pero parece que cuando está en la Argentina no se anima al enfrentamiento por una especie de temor atávico a la figura de la “madre dadora de votos” que detesta pero sin cuyo sustento piensa que no sobreviviría. Alberto pretende entonces solucionar el mecanismo bloqueado de su presidencia concentrándose solamente en evitar a Cristina Kirchner y sin reparar en los detalles, destrabando de a una pieza a la vez. No repara en que si no se mueven todas un poquito todo el tiempo, no habrá movimiento que lo impulse a sacarse al menos parte de algunos de los muchos problemas que supo ir acumulando en estos dos años.
Ante cualquier decisión política de cara a la interna, se escapa y pone excusas. Pero esto lleva a que en definitiva cada día se haga más evidente que no tiene manejo de la estructura nacional. Al punto tal se ve el desgaste de su liderazgo que incluso manda a Matías Kulfas o a Martín Guzmán a defenderse de Cristina solos con la excusa de que las críticas son para sus ministros pero no para él. Guzmán salió después de la intervención de Cristina, como siempre, a explicar y no a ofrecer justificaciones. Como si pensara que nosotros somos los que no entendemos y no él quien no logra encontrar el rumbo. Y Kulfas negó casi todo, incluso el hecho de que su libro sobre los tres kirchnerismos sea una crítica al último gobierno de CFK. Alberto, oculto tras la sábana corta de la distancia, dijo que debían resolverse las diferencias en unas PASO y poco más.
De la misma manera que la culpa de sus errores se la adjudicó a la pandemia y ahora, en parte, a la guerra en Ucrania; el presidente quiere dejar las culpas del lado de las internas, en sus ministros y vaya uno a saber cuál será próximo chivo expiatorio. Pero la fuente de su fracaso es su incapacidad de gobernar, de formar un equipo y liderar una alianza. Entonces el camino que toma está lejos de resolver la principal fuente de problemas que rodean al gobierno que es nada más ni nada menos que la incapacidad propia en todos esos ámbitos que no puede resolver por ocultarlas tras el miedo a las palabras de Cristina.
Alberto, Macri, Cristina y Milei, en un mundo paralelo con retazos de la realidad
Esta parálisis motivada por pretender que con solucionar un problema, se resuelven todos también la detiene a la oposición. Aunque, como no está en la gestión, no se notan sus internas y sus trabas, pero tiene los mismos conflictos. En Juntos por el Cambio, el centro del conflicto es la interna y en particular se los ve discutiendo por cosas apresuradas y sinsentido como el episodio de la semana pasada en torno de Javier Milei.
Aunque ahora se propusieron lograr una tregua a partir de la última reunión, la decisión parece estar lejos de resolver todas las aristas del conflicto. Macri analiza los números y ve que su mala imagen no le da para ser candidato, y si bien a él le gustaría ser candidato, tiene en claro que si no es para ganar, no se presenta. Por eso Mauricio Macri ahora piensa en reperfilar su figura para ser un armador o mediador entre las partes del PRO y no perder su centralidad como referente. Los dos grupos del PRO están con miras a la presidencia y están trabajando con sus propios grupos, aunque acordaron seguir trabajando para sacar un poco el pie del acelerador en la pelea por la interna porque falta mucho para las presidenciales y el panorama todavía no está tan claro.
Por su parte el radicalismo, después de la convención de fin de mes va ver sus liderazgos más expuestos. Por un lado quedará el radicalismo tradicional y por el otro el grupo de evolución. Esto se perfila a generar una disputa interna entre Gerardo Morales y Facundo Manes para las presidenciales pero eso será recién para el año que viene porque aún le queda al radicalismo negociar en la convención, el último viernes de mayo, para ver cómo empiezan a ordenarse en el camino de esta interna. Por el momento una postura unificada parece difícil porque Manes no se cansa de decir que no quiere ni la gobernación ni la ciudad porque cree que el arreglo para el país debe venir desde arriba lo que los aleja de la posibilidad de neutralizarlo con el ofrecimiento de un cargo.
Que venga el bombero, aunque esté en chancletas
Una clave para el desbloqueo es el concepto mencionado de la rueda dentada, esto implica que al ir resolviendo pequeños problemas de manera escalonada, al final del día iremos moviendo poco a poco cada uno de los engranajes conectados y más pronto que tarde lograremos poner en pleno movimiento todo el asunto que nos traba. El problema, para los políticos argentinos, es que las internas de a poco van creciendo hasta parecer inabarcables y siempre quieren solucionarlas de una vez y para siempre. Para Alberto Fernández en particular sucede que además de esta interna que tanto lo consume, el país está cada día sumergido en problemas más grandes y complejos de ir resolviendo para mover el mecanismo que le permita poner en funcionamiento el “albertismo” que parece que se va a quedar en la gatera sin que lo podamos terminar de conocer.
Pero tengamos en cuenta que un pueblo en desamparo, es un pueblo en busca de un padre y no de un “ogro filantrópico” como lo describió Octavio Paz en su famoso ensayo. Busca quien pueda dar lugar a un espacio público moderno donde los ciudadanos toman la palabra y actúan a conciencia, y no uno donde nacen o mueren sectores de la población abandonados donde sus emociones de miedo se han convertido en emociones de enojo e ira en contra del sistema político.