OPINIóN
Inteligencia Artificial

Humanos sintéticos: percepciones y representaciones de la “realidad”

¿Es la virtualidad del ser una instanciación de las realidades-inteligibles o una ilusión ontológica deficitaria? ¿Es el homo sintético, ese ser semejante cuya imagen se ajusta a las propiedades de su original?

 Humanos sintéticos 20220526
Humanos sintéticos. | Magyar / Pixabay

En un mundo en constante cambio paradigmático el objetivo final de una persona es “llegar a ser todo lo que uno es capaz de ser” (Maslow, 1943).

La existencia del “ser”, de la humanidad es reflejo de la “auto-actualización”, la convergencia, asimilación y adaptación de lo real y lo virtual. El “homo” como “entidad digital” donde entra en un juego laberíntico la realidad aumentada y la realidad virtual, resultaría en una síntesis de formas y funciones, una clase de “activo” que aún no hemos definido con capas de diferencias indistinguibles entre lo que es real y aquello que no lo es.

¿Es la virtualidad del ser una instanciación de las realidades-inteligibles o una ilusión ontológica deficitaria? ¿Es el homo sintético, ese ser semejante cuya imagen se ajusta a las propiedades de su original? Ya los sofistas discutían sobre la distinción entre “ser semejante”, el eikôn (Soph. 236a8; 236b7) y “dar la impresión de ser semejante” al modelo, phainomai (Soph.236a1, 236b7) o dokeo (Soph.236a5).

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En la búsqueda de las condiciones que permitan la conciliación de lo discordante: el carácter de la realidad que aparentemente no deja de cambiar. Según Heráclito “los hombres ignoran que lo divergente está de acuerdo consigo mismo. Es una armonía de tensiones opuestas, como la del arco y la lira” [fr. 27 (51)] (...) “somos y no somos”. 

En la concepción platónica se postula una realidad trascendente y anterior a las cosas singulares: ¿son solo sombras o remedo de ideas? “El hombre es más real que este hombre”. Parecería que todo lo que atañe al mundo de lo concreto cualidades sensibles, multiplicidad, movimiento mismo, es, o pura ilusión, o realidad subordinada.

Tesis fundamentales sobre la naturaleza del conocimiento, desde diferentes relaciones integradas entre impresiones e ideas, pasiones, emociones se van configurando y avanzando en posiciones cada vez más complejas sintetizadas en la visión e interrogantes elementales desde los trabajos de Locke, Berckley y Hume.

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Si como sostiene Berckely “todos los cuerpos que componen la maravillosa estructura del universo solo tienen substancia en una mente, su ser (esse) consiste en que sean percibidos (percipi) o conocidos” (Principios, I, 1-6).Su postura supone que las ideas impresas en nuestra mente son reales en cuanto son percibidas por el propio entendimiento “(…) puesto que el ser de una sensación o idea está en que sea percibida” (Berkeley1980). Para Hume, la atracción de ideas desarrollada por la imaginación da origen a un sinnúmero de combinaciones y relaciones posibles, conexiones desplegadas en virtud de las propias experiencias del sujeto: “Hay aquí una especie de atracción, que tiene en el mundo mental efectos tan extraordinarios como en el natural, y que se revela en formas tan múltiples como variadas” (T.1.1.4.6 SB13, D.57). “Los objetos externos se ven y se tocan, y se manifiestan a la mente”.

¿Qué es en definitiva aquello que existe? Desde el punto de vista ontológico, ¿podría pensarse en una armonía de tensiones opuestas: lo que es y no-es? ¿Cómo podríamos conocer una realidad que no cesa de “no-ser”? ¿Podemos pensar en multiplicidad de realidades o réplica de realidades?

Nuevas conceptualizaciones para definir o situar una suerte de “entorno”-sea aumentado, virtual, híbrido o sintético- requiere de algunas consideraciones. Como hemos visto, existen diferentes maneras de “percibir la realidad” así como al “ser”. Ahora bien, la realidad tal como la percibimos, ¿es una reducción de la “verdadera naturaleza”?

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En la actualidad lo que se conoce como “realidad virtual” son experiencias co-creadas, una suerte de procesos orgánicos entre los seres humanos y los sistemas inteligentes. La dinámica se produce entre las capacidades pre-definidas y las reglas del entorno, basada en la preferencia de los “actores” y los sistemas, más allá de percepciones que no están ligadas o limitadas exclusivamente a aquello que nuestra mente acepta como condiciones de realidad o lo que se conoce como “mundo por default”. Podemos pensar en “multirrealidades” que existen dentro de nuestra dimensión actual pero que reflejan una variedad de opciones experienciales.

De acuerdo con Noel y Hunter (2000) es preciso “dejar de lado los intentos de recrear la realidad en su totalidad hacia la creación de entornos que sean psicológicamente reales para los humanos, porque la “realidad” mediada por los dispositivos de visualización es en gran medida subjetiva”. Por otra parte, según estos autores, aquellos que adoptan un enfoque sistémico para el diseño de entornos sintéticos, comparten la visión de “producir artificialmente los estímulos ambientales con el suficiente detalle como para que los humanos experimenten una inmersión sensorial total y, en última instancia, una inmersión emocional o in praesentia”. El objetivo es aumentar la fidelidad de la representación hasta que el usuario humano no pueda distinguir entre la realidad y la visualización mediada por la máquina.

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Por supuesto, las implicaciones de “recrear” un entorno o un “ser” llamémoslo “metahumano” indistinguible del “mundo real” resultaría polémico principalmente en relación con los cánones éticos de nuestra sociedad. De hecho, la factibilidad de lograr, por ejemplo, un mundo distópico como Matrix, o evadir de alguna manera el “complejo de Frankenstein” o el “valle inquietante” (bukimi no tani) donde la semejanza imperfecta del humanoide provoca el rechazo del original, nos llevaría a “conjeturar” que estamos próximos a comprender la fisura entre la realidad sintética y la natural.

Y así, la delgada línea entre lo virtual y lo “real” se desvanece en un ecosistema híbrido de inmersión donde las experiencias sensoriales permiten al humano “visualizar” aquello que no existe en armónica co-existencia.