La sociedad argentina entra hoy en una nueva forma de relación con la epidemia de Covid-19. Toda la sociedad, no solamente la ciudad de Buenos Aires y el conurbano bonaerense, porque es sin duda lo que ocurre en la provincia y la capital de la República, va a afectar modos de relación con la enfermedad del conjunto del país.
Se pasó de la negación al temor, del temor al control o a la fantasía de control, y de éste ahora pasamos a la convivencia. Hemos aceptado que tenemos que vivir, por muchos meses, cuando menos por muchos meses, con una enfermedad a la que no podemos controlar. Es decir, a partir de hoy y esperemos, sin desatender la crisis sanitaria, vamos a ver una sociedad en la que cada uno, como en el Antón Pirulero, también va a atender su propio juego. A partir de hoy, entonces, habrá que discutir una vez más qué se hace con este país, más allá de la pandemia. Una discusión que debería haber comenzado con el cambio de gobierno pero que, el verano primero y la enfermedad después, postergó.
Argentina no es como otros países del mundo, ningún país es como otros países del mundo, pero hay algunos que tienen una trayectoria en la que han querido seguir después de la enfermedad. No les venía yendo tan mal, sus economías crecían, sus sociedades estaban razonablemente satisfechas. La Argentina tiene otros problemas, hace 10 años que no crece y 50 años que su producto bruto por habitante no mejora. Es decir, tiene que repensar qué va a hacer, porque seguir haciendo lo que hacía es, sin duda, una condena de fracaso.
¿Cuenta la Argentina entre sus dirigencias con una caja de herramientas para pensar el futuro? No parece claro. Escuchamos, en los dos lados de eso que se ha dado en llamar la grieta, voces que pronuncian fuerte palabras grandes: el Estado, el Mercado, la libertad, la República, pero no escuchamos ideas. Carecen de ideas, por eso se refugian en eslóganes. Para unos, el Estado va a ser la fuente de solución de todos los problemas. Para otros, el Mercado querrían que fuera el remedio para todos los males. Son poco representativos de la sociedad. Unos no son más del 30 por ciento, los otros no son más del 20. El 50 por ciento de la sociedad argentina carece de ideas que permitan que su propio futuro se cumpla adecuadamente.
La versión más sombría de Alberto Presidente
La creencia de que es el Estado o de que es el Mercado parte de las soluciones para los problemas argentinos no ha provocado más que desaciertos. La capacidad de imaginar soluciones alternativas es también un desafío para la clase dirigente, en un momento en el que la pandemia será el marco de convivencia para los próximos tiempos.
* Analista Político. Columna especial para el programa "RePerfilAR" (NetTV).