OPINIóN
Columna de la USAL

Detrás del COVID-19, ¿hay otra pandemia?

La pandemia ignorada fue la diseminación de los microorganismos resistentes que silenciosamente comenzaron a complicar la infección viral.

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Covid-19 | cedoc

La pandemia desencadenada por el virus SARs-CoV2 ha marcado para siempre lo que va del siglo XXI.

Este coronavirus 2019 (COVID -19) provoca infecciones particularmente a nivel del aparato respiratorio causando un síndrome respiratorio agudo severo. Importante es conocer que en todos los órganos en que se encuentra el receptor ACE2 , el virus es capaz de penetrar, ya que utiliza esta enzima como puerta de entrada a las células.

Desde que apareció el primer caso en Wuhan, China, en diciembre de 2019, el brote se ha extendido gradualmente por todos los países. La alarma sanitaria se fue intensificando a medida que se constataba la diseminación y aparición de nuevos casos en China y fuera de ella. 

Ante el conglomerado de casos de neumonía que fueron apareciendo y provocados por este nuevo Coronavirus, SARS-CoV-2-COVID-19, diferente de los previamente estudiados como el  SARS y el MERS, la OMS elabora un informe de situación el 30 de enero de 2020. Señala la existencia de 7818 casos confirmados en todo el mundo, la mayoría de ellos en China y 82 en otros 18 países. La OMS evalúa el riesgo en China como muy alto y el riesgo mundial como alto.

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Este panorama y profundamente preocupada por los alarmantes niveles de propagación de la enfermedad, por su gravedad, y por los niveles también alarmantes de inacción, la OMS determina en su evaluación que la COVID-19 puede caracterizarse como una pandemia el 11 de marzo de 2020.

La infección se diseminó mundialmente. El gran problema es que no se conocía su comportamiento epidemiológico, su patogenia y menos aún se disponía de medicamentos adecuados para su tratamiento.

Así es que se ensayaron numerosos esquemas con viejos y nuevos antivirales, antiinflamatorios e inclusive alguno de los esquemas incorporó antibacterianos como la azitromicina.

El problema planteado por el SARS-CoV-2 ante las posibilidades terapéuticas limitadas y los diferentes recursos sanitarios en los países afectados, comenzó a surgir otro problema: silencioso, no tenido en cuenta y que llevó en muchos casos a tener o agravar otra alarma mundial. La pandemia estaba contribuyendo a la propagación de un conjunto diferente de patógenos, bacterias y hongos resistentes a los medicamentos que, aprovechando el caos, fueron creciendo de manera oportunista en los centros sanitarios de todo el mundo.

¿Por qué? La atención estuvo puesta de manera casi obsesiva, y es comprensible, sobre la eliminación del virus. Así se desinfectaron áreas afectadas de alguna manera por el patógeno del momento. No se tuvo en cuenta que muchas de estas medidas eran ineficaces frente a bacterias y hongos que habitualmente se consideran oportunistas.

Además la asistencia respiratoria que requirieron numerosos pacientes llevó al uso de respiradores y otros instrumentos. Es bien conocido el hecho de la contaminación de los mismos y las infecciones que suelen aparecer en los pacientes con asistencia respiratoria mecánica y sobre todo en los que tienen un sistema inmunológico deficiente.  

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Las personas de la tercera edad, que son huéspedes de hogares o centros de rehabilitación estuvieron particularmente en el ojo de la tormenta y el riesgo de padecer enfermedad grave por el SARS-CoV-2 fue muy importante . Este grupo fue también el que más requirió auxilio respiratorio.

Dichos parámetros, sumados a la permanencia en esos lugares y la atención diversificada del personal de salud, permitió lamentablemente que el porcentaje de muertos fuera mayor en estos grupos.

La pandemia ignorada fue la diseminación de los microorganismos resistentes que silenciosamente comenzaron a visualizarse y a complicar la infección viral. Otro tema es el descuido que, tanto los médicos como los propios pacientes, hicieron de infecciones que antes se atendían en forma más precoz.

Por eso me parecen acertadas las palabras de la Dra. Susan Huang, especialista en enfermedades infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en Irvine, quien señaló que el enfoque casi único en la pandemia parece haber derivado en una mayor propagación de infecciones resistentes a los medicamentos. “Tenemos todos los motivos para creer que el problema ha empeorado”.

Eso es lo que se está viendo en la práctica. Al disponer de la mayoría de los recursos en mitigar la pandemia viral, se descuidó la identificación de bacterias y hongos resistentes. Las bacterias multirresistentes o inclusive panrresistentes,  en estos momentos constituyen un problema grave porque no se dispone de un antibacteriano capar de erradicarlas y hay pocas opciones nuevas en proceso.

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Tal es el problema que la multiresistencia a los antibióticos fue considerada como la Pandemia del siglo XXI. Sin embargo no todos los microorganismos resistentes se expanden de igual manera pero no se puede esperar a ver el comportamiento  para tomar medidas.

También los hongos comienzan a mostrar en forma creciente ese perfil y actualmente Candida auris se ha transformado en un verdadero riesgo en las UCI, debido a su resistencia frente a los antimicóticos de uso habitual. 

Se debe priorizar la investigación y el desarrollo de nuevas herramientas de diagnóstico, vacunas y antibióticos, que sean asequibles y accesibles, a la vez que se garantiza una distribución, uso y asequibilidad adecuadas para todos los que los necesitan. Para lograr esas metas , por ejemplo el gobierno de los EEUU apuesta al esfuerzo conjunto de varias agencias, entre estas el Centro para la Prevención y Control de las Enfermedades (CDC), el Instituto Nacional de la Salud (NIH), la Administración de Drogas y Alimentos (FDA) y el Centro para los Servicios de Medicare y Medicaid (CMS).

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Recordemos que los antibióticos son un recurso valioso para la salud del ser humano por lo que preservar su utilidad y efectividad para el beneficio de las futuras generaciones es un deber que le toca a la sociedad en su conjunto.


* Dra. Alicia Farinati. Profesora Emérita de Microbiología y Parasitología de la Fac de Medicina USAL.