El viernes fue un día histórico. Que quizás los que mas trabajaron en su proyección fueron los guionistas de ciencia ficción. Para la mayoría de nosotros, probablemente, pasó completamente desapercibido. Por primera vez en la historia, estamos siendo testigos de cómo podemos establecer vínculos directos entre el cerebro humano y las máquinas, con aplicaciones concretas.
Elon Musk presentó el primer prototipo funcional de la empresa Neuralink. En concreto, exhibieron un prototipo de implante cerebral que funciona como una interfaz que conecta el cerebro con una computadora. ¿Estaremos frente a un episodio distópico de Black Mirror, una promesa atractiva del movimiento del transhumanismo -que tiene como objetivo final transformar la condición humana- o un avance científico sin precedente alguno?
Este cerdo -¿qué ahora podríamos considerar como el primer cerdo cyborg -una criatura compuesta de elementos orgánicos y dispositivos cibernéticos-? tuvo implantando este chip en su cerebro durante un período de casi dos meses mientras ha estado conectado a una máquina, leyendo y analizando permanentemente.
Según el resto de las presentaciones que dictó la compañía en la jornada del viernes, esta tecnología podría usarse para impactar en un sinfín de campos de aplicación. Desde controlar nuestros dispositivos de uso diario hasta combatir la pérdida auditiva, cegueras, parálisis cerebrales, convulsiones y hasta síndromes de ansiedad.
El objetivo de la empresa con estos avances consiste, en otras palabras, en crear dispositivos que permitan una comunicación mucho más rápida, fluida y mejor entre humanos y máquinas. Esta comunicación se lograría mediante unos cables llamados "cordones neurales”, que son unas diez veces más delgados que el cabello humano, pero muy flexibles y con mucho poder de cómputo. Los chips cerebrales se implantarán en unas pocas horas sin demasiada invasión física y sin la necesidad de visitar el hospital; el procedimiento será similar a la cirugía ocular Lasik -una cirugía refractiva para la corrección de la miopía- y teóricamente estarán comercialmente disponibles en los próximos años.
Personalmente, creo que este avance es tan significante porque implica la lectura de la la intención de nuestras neuronas, y forma parte de una extensa lista de interfaces cerebro-máquina desarrolladas durante los últimos 50 años, con diferentes enfoques y puntos de aplicación.
En otras palabras, estamos hablando de tecnologías que buscan descifrar la forma en la cual opera nuestro humano y luego nos permitirá potencialmente escribir diferentes aplicaciones directamente sobre él. Uno de los mayores desafíos que hoy en día tiene la ciencia es que no tiene cien por ciento claro cómo funciona el cerebro humano, y esta tecnología promete culminar con esto.
Mucha gente no está para nada contenta con este nivel de acceso cerebral, menos en estos momentos donde la privacidad para enfrentar la pandemia está en pleno debate.
Hay una promesa muy clara en el trabajo que viene desarrollando Neuralink: esta tecnología podría proporcionar un alivio potencial, por ejemplo, para los que sufren de dolor crónico, los enfermos mentales y los pacientes de enfermedades como el Parkinson, pero me preocupa que todos esos beneficios concretos se hayan perdido en la hipérbole -la exageración- y en las aplicaciones más ordinarias del mundo digital -y no menos importantes-.
A pesar de los gravísimos problemas que el mundo está padeciendo, en el mundo de la tecnología pareciera que estamos presenciando una innovación revolucionaria cada semana. Interfaces cerebrales, cohetes que se aterrizan solos, automóviles autónomos que se conducen solos, dinero que se gobierna a sí mismo mediante tecnología… Qué momento para estar vivo presenciando esto.
* Licenciado en Gestión de Medios, autor, conferencista, docente e investigador en tecnologías emergentes con formaciones en UBA, UADE, Stanford y Singularity University. Miembro de la Asamblea del Futuro, Editorial Perfil.