Pensemos por un momento en el día después de la cuarentena. Supongamos que la emergencia sanitaria en la que nos encontramos, producto del COVID-19, y las medidas resctrictivas aplicadas para su control pasan a ser parte del pasado. Justo en ese momento tomaremos plena conciencia que la misma ha dejado fuertes huellas en cada uno de nosotros, y particularmente en nuestra economía.
Aquellas personas que no hayan podido desarrollar sus actividades laborales durante la cuarentena, seguirán necesitando del acompañamiento de parte del Estado. Incluso, las empresas y comercios que nunca cerraron sus puertas por haber sido consideradas esenciales deberán campear tiempos difíciles.
La economía empieza a preocupar más que la pandemia
Es que a pesar del esfuerzo hecho por el gobierno, los niveles de la actividad económica cayeron de manera estrepitosa. Solo en el mes de marzo, según el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE), se registró un derrumbe del 11.5% con respecto al mismo mes del 2019. Siguiendo el mismo índice, la caída fue un 12,1% en abril y un 13,6% en mayo. Pero si miramos algunos rubros en particular, como por ejemplo la gastronomía, el cese de la actividad fue prácticamente total.
No es necesario ser economista para darse cuenta que la realidad del país está complicada y que si no se hace algo al respecto el desplome de la actividad se traducirá en mayor desempleo, en más personas con dificultades para llegar a fin de mes, en acceder a los bienes más esenciales y por lo tanto en un menor consumo.
Cuarentena: consejos para moverse de manera segura
Las necesidades de subsistencia de la gente no pueden resolverse solamente con la asistencia de parte del Estado. Una vez más la salida deberá darse desde la producción y el trabajo. Tenemos que empezar a generar una Nueva Alianza Productiva, al estilo de la Mesa del Diálogo Argentino que se realizó en 2002. Debemos crear un espacio institucionalizado para la interrelación entre los distintos niveles de gobierno, trabajadores y empresarios, y entre sindicatos y cámaras empresariales. Será fundamental que el sector financiero de nuestro país también se siente a la esta mesa ya que no es viable el desarrollo productivo de un país sin un sistema financiero en sintonía.
La salida la generamos todos unidos. Empresarios y trabajadores no son bandos opuestos y en conflicto permanente, sino parte de una misma unidad productiva. Como se ha dicho miles de veces “no hay trabajadores sin empresas, ni empresas sin trabajadores”.
Como toda crisis, nuestra situación se debiera presentar como una oportunidad. Si logramos cambiar una lógica excluyente por una que incluya a todos los sectores, donde sus voces sean tenidas en cuenta y cuyo objetivo sea el desarrollo productivo, estoy seguro que rápidamente saldremos adelante y sobretodo, que nuestro país será en poco tiempo aún mejor del que teníamos con anterioridad a la pandemia.
* Carlos R. Brown es Director Ejecutivo del Movimiento Productivo Argentino.