OPINIóN
Crisis por coronavirus

Los trabajadores gastronómicos ya no pueden cubrir sus necesidades básicas

El 80% de los trabajadores gastronómicos y hoteleros está cobrando la mitad de su sueldo, sus ingresos no son suficientes para afrontar el pago de alquiler, impuestos y servicios.

Sector gastrómico
Gastronomía | cedoc

“El trabajador gastronómico es usualmente pacífico y no levanta la voz, porque, aunque le falten muchas cosas, nunca pasa hambre.” Esto me lo dijo uno de los mozos más famosos que tenemos en Córdoba, quien fuera delegado de nuestro gremio y que actualmente está jubilado. Esta es una verdad inobjetable: al gastronómico no le falta la comida, como al canillita no le falta el diario, o al trabajador textil no le falta el abrigo.

Sin embargo, en estos momentos, cuando ya iniciamos el tercer mes del aislamiento social, preventivo y obligatorio, impuesto por el Estado nacional, nos encontramos frente a una encrucijada trascendental: nuestros compañeros ya no pueden satisfacer sus necesidades básicas.

Para fundamentar nuestro reclamo, acudiremos a la inapelable contundencia de los números y al trabajo que viene realizando nuestro Observatorio Laboral de los Trabajadores Gastronómicos de Córdoba: el 80% de los trabajadores gastronómicos y hoteleros está cobrando la mitad de su sueldo. El 95% de las empresas del sector manifiesta que no puede afrontar el pago de las cargas sociales relacionadas con sus trabajadores. Más del 70% de nuestros afiliados no tiene casa propia, y sus ingresos no son suficientes para afrontar el pago de alquiler, impuestos y servicios.

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Nuestro sector, por su dinámica propia, tiene además una alta tasa de trabajo estacional, los llamados trabajadores “eventuales”, quienes por razones ajenas a ellos permanecen en registros de ANSES por un período de tiempo mayor al de su situación de ocupación, lo cual les impide ser beneficiarios del bono de 10.000 pesos otorgado por el Estado Nacional (situación por otra parte de fácil solución, si la ANSES hiciera bien su trabajo).

Por consiguiente, un gran número de trabajadores gastronómicos no encuentra la manera de llevar el pan a sus hogares. Demás está decir que la mayoría no puede salir de sus casas, porque la actividad se encuentra totalmente paralizada.

En estos momentos, el eslogan #quedateencasa, el cual pretendió colocarse como remedio absoluto frente a la amenaza del COVID-19, resulta cada día más ruinoso e infructífero. Vemos con profunda preocupación que el tejido conectivo social de nuestra comunidad, basado en los derechos individuales, el derecho al trabajo, los vínculos familiares y una saludable alimentación, se va deteriorando cada día más. La inacción administrativa y la inactividad impuesta a nuestros trabajadores atentan de manera dramática contra nuestra industria productiva y de servicios.

 

 

Frente a esta realidad, no nos queda otro remedio que acudir a la primera instancia a la que recurren los hombres de bien: alzar la voz, para que nos escuchen. En línea con el característico tono leal, frontal e irrefutable de nuestro conductor, Luis Barrionuevo, queremos manifestar que no nos van a hacer callar y que alzar la voz será nuestra primera forma de denuncia y reclamo, pero no es ni será la única.

Alzamos la voz, en primer lugar, para manifestar que “quedarse en casa” es una medida limitada, la cual no es sustentable en el tiempo y debe ser complementada con otras acciones positivas para nuestro sector gastronómico y hotelero.

Somos un sector dedicado al servicio, a la atención y a la productividad. Queremos convocar al Estado nacional y provincial, y ofrecernos y comprometernos en establecer acciones concretas que saquen a nuestros trabajadores de esta situación insostenible por la cual hoy están pasando. Han sido arrojados a esta grave crisis, de manera compulsiva, por medidas de orden público, para las cuales ellos no tienen ningún tipo de paliativo ni resguardo público o privado.

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Somos un sector que posee una logística propia inigualable. Tenemos la red más amplia de distribución. Estamos en cada esquina de nuestras ciudades. Somos referencia, punto de encuentro y lugar de reunión para toda la ciudadanía, y hoy nuestros trabajadores están pasando hambre. Este proceso de deterioro lo venimos monitoreando desde los inicios de la cuarentena y así fue que reforzamos las actividades de nuestra área de Asistencia Social, entregando bolsones solidarios, gestionando el boleto gratuito y abriendo canales de acercamiento nuevos y específicos con los más damnificados por esta paralización laboral.

Alzamos la voz, en segundo lugar, para exigir al Estado que colabore y también atienda las necesidades de los trabajadores y las empresas en esta situación de quebranto. Podemos establecer medidas paliativas frente a esta situación: nuestro mayor apremio se encuentra en la necesidad urgente de asistir con alimentos a los trabajadores sin ingresos. Ponemos a disposición nuestra cadena logística e infraestructura para que las organizaciones públicas hagan su necesario aporte.

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Alzamos la voz, por último, en nombre de todos aquellos trabajadores que día a día recurren a nosotros, pidiéndonos imperiosamente una solución a sus necesidades básicas insatisfechas. Somos testigos de esta realidad. No podemos ni queremos callar. Estamos atravesando una situación insostenible: fuimos los primeros en detener nuestra actividad y seremos los últimos en recuperarnos.

Las autoridades que implementaron las restricciones son las mismas que deben proponer un plan de remediación acorde. Estamos todavía a tiempo.

 

* Delegado interventor de UTHGRA Córdoba.