OPINIóN
Más destrucción

China anuncia la adopción de escudos humanos

Con el desarrollo de una tecnología que disfraza misiles como aviones de pasajeros, China adopta los métodos de Hamás que mimetiza a los combatientes con los civiles como táctica terrorista.

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China comunicó recientemente el desarrollo de una nueva tecnología que disfraza sus misiles como aviones de pasajeros, distorsionando su apariencia en los radares.

Si bien las potencias nucleares innovan constantemente hacia versiones más destructivas de su armamento, el anuncio merece una consideración detenida. Ahora, para un radar, cualquier avión de línea podría ser un misil nuclear y viceversa. Lo cierto es que las implicancias son profundas, a pesar de que una publicación semioficial como el South China Morning Post lo presentó como un logro de la tecnología china frente a un Occidente retrasado que desconoce cómo hacer una cosa así. Ninguna democracia razonable lo haría. Y los propagandistas de Beijing parecen estar desfasados de la realidad, pero no lo están.

Las fuerzas armadas se crearon para proteger a la población civil. La inversión de esta lógica, con escudos humanos, quedaba para países marginales y agrupaciones terroristas. Sin embargo, Hamás hizo del mimetismo entre combatientes y civiles algo menos reprochable ante la opinión pública. Y Beijing aprovechó la oportunidad y se suma al oportunismo de terroristas.

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No importa qué tan efectivo sea este desarrollo. El fondo de la cuestión es comunicacional: que el Partido Comunista se sienta cómodo con este anuncio es consecuencia de que grupos terroristas como Hamás se salgan con la suya utilizando civiles para defender a sus combatientes. Así, China adoptó los métodos de Hamás y comunicó que puso a civiles en la línea de fuego.

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Si deseara lanzar ojivas nucleares sobre un enemigo, sólo tiene que disfrazar su misil como un avión de pasajeros. La lógica dice que tras la detonación de la primera de estas bombas el país defensor derribará aviones llenos de civiles, al no poder distinguirlos de las armas de agresión. Este proceso intelectual ha estado fuera del alcance de decenas de organismos, analistas y un largo etcétera que ejerció la indiferencia.

Simplificando, China anunció una tecnología que causará la muerte de civiles hace unos quince días y, hasta el momento, no hubo protestas de gobiernos u organismos internacionales relevantes. La Cruz Roja, las Naciones Unidas u organismos de derechos humanos deberían haber salido en coro a manifestarse. Hasta el momento, el silencio sugiere que no está mal poner civiles en la línea de fuego, ni para Hamás, ni para China.

Lo cierto es que la lógica de Beijing de usar escudos humanos es inaceptable. Y la moral selectiva de organismos de derechos humanos se degrada a niveles insospechados, desde tolerar nuevos llamados al genocidio del pueblo judío -detrás de las consignas “del río al mar”, hasta permitir que cualquier pasajero del mundo sirva de escudo humano al régimen comunista de Beijing.

Las cosas como son.