OPINIóN
Desarrollo

China, el carbón y después

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Producción. El país de mayor crecimiento económico en el mundo. | shutterstock

China retruca las incriminaciones que le hacen por su aporte a la contaminación del planeta explicando que trabaja en dos frentes: mientras desarrolla su país, mitiga los daños ecológicos que son consecuencia de ese desarrollo.

El país de mayor crecimiento económico en el mundo admite que aporta el 30% de las emisiones de dióxido de carbono globales, mientras produce el 20% de las manufacturas. Esto significa un manejo ineficiente de la energía, lo que es causado básicamente por el uso del carbón como principal fuente de generación. El carbón es el combustible más barato y China tiene grandes reservas. Cuando se convirtió en la fábrica del mundo, a principio de los años 80, el país ofreció condiciones inmejorables para producciones masivas a bajo costo, apoyándose en recursos como la mano de obra barata y el precio de la energía, basada en carbón.

Como resultado, China quintuplicó el uso del carbón entre el 2000 y el 2018. En el mismo periodo, tanto los Estados Unidos como la Unión Europea usaron cada vez menos carbón, y desde esa posición, acusan a China de contaminador serial, a lo que China responde que Occidente primero industrializó (durante dos siglos) y recién entonces comenzó a hacerse cargo de los perjuicios ambientales que ello causó, mientras China ya está haciendo una gran inversión para frenar la contaminación, con un PBI per cápita mucho más bajo que el de los países centrales de Occidente cuando llegaron al pico de emisiones de carbono.

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En su cometido de desarrollar el oeste del país, el gobierno chino ha descentralizado la decisión de construir nuevas plantas de energía, decisión que habilitó la instalación, en once provincias, de 25 nuevas centrales termoeléctricas que utilizan carbón para producir unos 150 Gigawatts. Además, se están desarrollando otras cuarenta minas de carbón. El carbón es una industria en sí, que involucra infraestructura, fuentes de trabajo, financiamiento, etc.

Por otra parte, los esfuerzos del gobierno chino por bajar la dependencia del carbón son gigantescos. Se evidencian, por ejemplo, en una caída de la participación del carbón en la matriz energética: del 68% en 2012 al 59% en 2018 y al 50% el año pasado.

Este empeño ha convertido también a China en el líder mundial del desarrollo de energías limpias. En 2019 la capacidad de generación de energía verde subió 9,5% respecto del año anterior, cuando se invirtieron en ella 91 mil millones de dólares, un 31% de las inversiones totales en el planeta.

Las energías limpias representaban en 2018.  Con 728 Gigawatts instalados, un 12% más que en 2017. Otro ejemplo es la asombrosa apuesta a vehículos eléctricos. El país tiene el objetivo de que en el 2035 todos los vehículos públicos sean eléctricos.

En el XIV Plan Quinquenal constan estos objetivos para los próximos cinco años: reducción del 13,5% del consumo de energía por unidad del PBI, recorte del 18% de las emisiones de dióxido de carbono y una cobertura forestal que alcance el 24,1%.

China se ha comprometido a un pico de emisiones de dióxido de carbono antes del 2030 para alcanzar la neutralidad en 2060.

La apuesta a las energías limpias, si bien demuestra en China una determinación impactante, no parece ofrecer una alternativa inmediata al carbón. Las mayores perspectivas están centradas en la energía nuclear. China tiene hoy 51 reactores en operación, otros veinte en construcción, 43 ya aprobados y más de 130 en el estudio.

El vertiginoso desarrollo de China no ha sido solamente un tema puertas adentro. Por un lado, una porción enorme de la producción industrial en China corresponde a empresas de países occidentales (que, de esta manera, “exportan” su contaminación); por otro, China está empujando la economía mundial.

En tanto, el gigante oriental distribuye en su sociedad la creación de riqueza de un modo tal que ha erradicado la indigencia y está bajando abruptamente los índices de pobreza. La descomunal contaminación es padecida (ante todo por los chinos) como un precio no deseado en el camino de lograr el bienestar de la población china, y el objetivo es reducirlo lo antes posible.

La caída interanual de consumo de energía en el tercer trimestre del 2021 es de 14,3% y la caída respecto del segundo trimestre es de 4,7%. El consumo de carbono del tercer trimestre interanual tiene una reducción del 13,1% y de 2,8% respecto del segundo trimestre, mientras en septiembre la capacidad de generación de las energías limpias creció 3% respecto del año anterior y representó el 44% de la matriz energética.

 *Editor de la revista DangDai.