OPINIóN
Comunicación política

La vigencia de Walter Lippmann

Fue periodista y columnista político estadounidense, ganó dos veces el Premio Pulitzer, y desarrolló conceptos claros que aún hoy son parte del vocabulario corriente en comunicación.

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Walter Lippmann. | Twitter @HekyraFrases

Se cumplen cien años de un ensayo que ha marcado el periodismo, la comunicación institucional y política y la sociología. Se trata del ensayo “Public Opinion” (“Opinión Pública”) de Walter Lippmann publicado en 1922.

Lippmann fue un periodista y columnista político estadounidense. Fue columnista del New York Herald Tribune, ganó dos veces el Premio Pulitzer e hizo popular el término “Guerra Fría” en el gran público norteamericano y mundial.

De perfil progresista en su juventud derivó en una mirada crecientemente elitista sobre la sociedad. “Public Opinion” se publica en el contexto de grandes cambios sociales y tecnológicos. Por un lado, la consolidación del cine y el surgimiento de la radio transformaron radicalmente la comunicación y acompañaron y promovieron la sociedad de masas; por otro, la Revolución Rusa y el ascenso de Mussolini al poder en Italia implicaron el descreimiento de la democracia liberal en el período de entreguerras. Tanta incertidumbre, tantos cambios clamaban por liderazgos fuertes.

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Lippmann desarrolló conceptos claros que aún hoy son parte del vocabulario corriente en comunicación. Somos seres limitados, finitos, que no podemos conocer la totalidad de lo que nos rodea. Por lo tanto hacemos recortes en la medida de nuestros alcances. Así construimos “pseudoambientes” compuestos por “pseudohechos”: vivimos en esferas construidas de experiencias fragmentadas.

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Es por ello que nuestras afirmaciones están basadas en estereotipos fundados a su vez en prejuicios. ¿Quién no tiene en su cabeza el estereotipo de un francés, un árabe, un estudiante de Exactas de la UBA? En última instancia, como diría luego el gran teórico social alemán Hans-Georg Gadamer, el problema no radica en tener los prejuicios sino en no reconocerlos como tales.

La visión elitista de Lippmann se afirmó en la filosofía platónica. Para Platón, la realidad no está en aquello que conocemos cotidianamente por la vista o el tacto sino en las ideas. Pocas personas pueden acceder a conocer la realidad. Es necesario un proceso de aprendizaje y abstracción que no cualquiera quiere ni puede emprender. De allí el rey-filósofo platónico, el rey ilustrado.

Pero volvamos a Lippmann y su vigencia. Si en contextos de cambios drásticos a nivel cultural y político, si asistimos a grandes innovaciones tecnológicas, los seres humanos clamamos por certezas y que alguien o algo que nos oriente. Ante esto, Lippmann manifiesta el temor que los líderes emergentes no sean virtuosos.

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Cien años después de “Public Opinion” estamos en tiempos donde vivimos algo asimilable. Grandes cambios tecnológicos que impactan en nuestra vida diaria así como los nuevos escenarios culturales y sociales nos generan incertidumbre. Gripe española ayer, coronavirus hoy.

Uno de los grandes temas del presente es dónde encontrar una guía en tiempos de autoridad menoscabada. El descreimiento y la falta de confianza en las instituciones políticas, económicas, sociales y religiosas hablan de un vacío que será llenado tarde o temprano. 

En América Latina prima la falta de confianza hacia toda institución, como lo expone la última encuesta de Latinobarómetro. La Argentina no es excepción. No es extraño que nuevos líderes ofrezcan soluciones simplistas y de apelación fácil. En tiempos de alta inestabilidad, el discurso corto y sencillo es reparador y permite crear esperanzas “débiles”, “ligeras”, amoldadas a nuestra vida instantánea y fraccionada. Surgen así “liderazgos delivery”: se dice aquello que calma ansiedad con poco esfuerzo, tanto de quien se ofrece como líder como de quien espera a alguien que le indique el camino a seguir.

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El platonismo ya no es un salvavidas apropiado, a pesar que las elites argentinas, en particular la universitaria, se aferra a la supremacía intelectualoide que otorgan los títulos académicos. Profundizar el espíritu de vanguardia sólo sirve para que quienes opten por tal vía puedan aislarse del entorno y convertirse en ermitaños ilustrados. La salida no es sencilla cuando el hormiguero fue pateado y no hay norma en las galerías. Se vienen tiempos tempestuosos. Por la dudas, atarse a los cabos en cubierta y tratar de llevar el buque como se pueda sin que escore.

 

* Christian Schwarz. Dr. en Sociología (UCA). Docente UCA, UNTREF, UCES.