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Cómo armar el espejo argentino

El gran espejo de la Argentina se rompió en millones de pedazos y así quedaron astilladas, junto con la verdad, la solidaridad, el trabajo, la honestidad, la familia, la política y demás.

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argentina shutter | shutterstock

“La verdad era un espejo en las manos de Dios. Luego se cayó y se hizo mil pedazos.Todo el mundo tiene un pedacito, y cada cual cree que posee la verdad completa. Soy un buscador de pedazos huérfanos, aquellos que nacieron de los espejos que otros rompieron. Lo que sé, es que será imposible hacer que encajen, que formen un todo completo y perfecto, pero en su complejidad me reconoceré, y me reconocerás” escribía hace más de 800 años el erudito religioso Yalal Ad-Din Muhammad Rumi. 

La vigencia de esta frase para describir la realidad actual de la Argentina resulta impactante. El gran espejo de la Argentina se rompió en millones de pedazos , y así quedaron astilladas, junto con la verdad, la solidaridad, el trabajo, la honestidad, la familia, la política, etc.

¿Cuándo se rompió este espejo? Cuando dejamos de poder unificar un proyecto común. Entre el 1880 y 1940 supimos tener uno de los PBI per cápita más altos del mundo. Este proyecto de país inspirado por grandes figuras como la de Juan Bautista Alberdi, cuyo trabajo sentó las bases para organizarnos entre 1853 y 1860, con un marco político y legal proinmigración, que con las bases de un marco jurídico claro y dentro de un Estado de derecho propiciaba la libertad de empresa para fomentar el desarrollo productivo.

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El argentino desea dormido y no quiere despertar

El crack del 29 comenzó a astillar el espejo de la Argentina y ya para el año 30 comenzó a gestarse la tormenta con peleas internas dentro del radicalismo. Divididos entre personalistas (partidarios de Hipólito Yrigoyen) y antipersonalistas (que defendían la visión de Marcelo T. de Alvear) la disputa acabaría con el primer golpe militar que quería arreglar de una vez y para siempre las rajaduras del espejo y solamente logró profundizarlas y llevarlas al borde del quiebre. 

Con ánimos refundadores, José Félix Uriburu llamó a las elecciones en 1931 pensando en que habían  “quitado la astilla” pero al resultar ganador el radicalismo entendió que no era así y anuló los comicios. Ahí comenzó el calvario de la ausencia de la participación popular,la persecución, los detenidos políticos, la dependencia y la proliferación de negociados. Para 1942 las esperanzas de una recomposición se perdían porque entonces, a la muerte de Yrigoyen sucedida casi una década atrás, se sumaba la del otro líder que dominaba la vida política argentina: el radical Alvear.  Esto abrió paso a una lucha entre radicales y conservadores y un nuevo alzamiento militar que terminó con la llegada de Juan Domingo Perón a la presidencia.

Estas luchas se reflejan en las diferentes constituciones que se pusieron  en vigencia en cada período y culminó en la versión sancionada por el golpe que derrocó a Perón en 1955 que era un collage de retazos de las de Alberdi y de Perón.

A partir de entonces cada uno de nosotros, cómo pudo, tomó un trozo de ese espejo y trató de rearmarlo. Tarea difícil, porque cada uno de los argentinos piensa en su trozo de espejo, no tiene en cuenta la historia, el país, la sociedad y en lugar de ver dónde encaja el pedazo, en lugar de buscar las coincidencias con las piezas que tienen los otros sólo piensa individualmente en ver todo en el reflejo que le da su pedacito de realidad.

Mal pero acostumbrados: la versión argentina de la resiliencia

En la actualidad hay cuatro grandes trozos de espejo, uno es el que tiene el oficialismo gobernante, otro el que tiene la oposición, otro  las fuerza económicas  y el último el del pueblo. Cada uno entiende que su espejo es el único que refleja la realidad y por eso no saben cómo encajarlos; entonces llega el caos de la parcialidad, incomunicación y  codicia 

El gobierno, la oposición  y las fuerza económicas , están encerrados en su propia lógica egoísta calculadora e interesada, y no son capaces de ver más allá de sus narices. Y el pueblo, por su parte, es un espectador sufriente  que ve cómo manejan los hilos de su vida sin atinar a hacer valer su propia parte de la realidad, sin lograr que se escuche su visión con una voz propia que no necesite del lenguaje de la oposición o del oficialismo para hacerse presente. Tenemos pedazos de espejo de los cuales tres buscan encajarse en el mismo lugar de la verdad única y uno que cree que no hay un lugar para él.

Los indicadores miden el riesgo país en función de la economía, pero deberían medirlo en función del esfuerzo que pone tanto gobierno como la oposición para recomponer un rumbo seguro para el país a través de un gobierno maduro que se comprometa con el bienestar de la población. 

Lo atamos con alambre: la precariedad del poder

El espejo de la realidad no puede pegarse de una vez y para siempre , contrariamente a la superstición popular, no es de mala suerte que se rompa y que no podamos reconocernos cada una como poseedor de una parte 

El viernes el Papa Francisco llamó a que  “cada persona dé lo mejor de sí mismo, sentirse partícipe, asumir su parte de responsabilidad". y agregó que  “el mundo, a menudo, está marcado por el individualismo, la indiferencia e incluso la marginación de las personas más vulnerables”

Nuestro deber como ciudadanos es comprometemos en la ardua tarea de seguir siempre buscando cómo encaja nuestro reflejo del mundo con el que hay en las partes de los otros para alcanzar la visión más amplia posible de nuestros problemas y así encontrar mejores soluciones para todos.

cp