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Mal pero acostumbrados: la versión argentina de la resiliencia

Ahora nos adaptamos a tener un presidente que abraza su destino de pato rengo con tanta afición que en cualquier momento va a caminar sobre una cuerda floja.

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Empresa australiana anunció a Alberto Fernández que invertirá 8.400 millones de dólares y creará más de 15.000 empleos directos en Argentina para producir hidrógeno verde | Presidencia

El problema de la resiliencia de los argentinos es que tendemos a aceptar como normal cualquier situación por descabellada que sea, en muy corto tiempo. En lugar de usar la resiliencia como un arma para aprovechar los problemas, la usamos simplemente para adaptarnos. Ahora nos adaptamos a tener un presidente que abraza su destino de pato rengo con tanta afición que en cualquier momento va a caminar sobre una cuerda floja.

Todo eso ha generado una degradación de la imagen política de Alberto Fernández y del oficialismo en todas sus líneas. Por eso cuando esta semana vimos a un presidente con su comitiva relacionándose por el mundo de forma imprudente, chabacana y grotesca no nos sorprendemos. Apenas reparamos en las llegadas tarde a los eventos, en que no hablen inglés, o den conferencias a salas vacías para después escaparse de la prensa y así evitar dar información precisa. Apenas podemos recordar las promesas del principio con nostalgia, cuando notamos que este es un "gobierno polenta que no tiene el estilo ni la calidad de un buen corte de carne".

Nos acostumbramos a sospechar de los resultados que se muestran, porque nunca pocas veces son lo que se quiso ir a buscar. Como esta semana en que después del G20, todo quedó en charlas informales, promesas que no están ni firmes ni decididas o propuestas que de tan increíbles resultan inverosímiles. Nada nos sorprende y la imposible promesa de posicionarnos como el futuro energético del mundo en el país de la polenta con un 50% de pobreza infantil apenas la vemos como una inocente promesa poco seria de campaña.

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Gestión Pichot: del rugby a conseguir la inversión más importante de los últimos 20 años para la Argentina

La figura del ex-rugbier y actual lobista Agustín Pichot, además de sorpresa, lo siguiente que genera es el recuerdo de la escena de apertura de la miniserie “El Lobista” en la que Matías Franco, el protagonista encarnado por Rodrigo de la Serna, maneja un planeador y narra con su voz en off en qué consiste su trabajo. Dice que el sueño de todos es volar y ganar plata sin trabajar, y que él puede hacer ambas porque conoce sus secretos que son similares. El secreto está en aferrarse a una gran oportunidad y dejarse llevar, aprovechar las corrientes de aire favorables, tener la capacidad de pilotear situaciones difíciles y, sobre todo, saber desengancharse en el momento justo...

La promesa de una inversión que supera las reservas netas del Banco Central, es una oferta tan tentadora como sospechosa. Pero hoy la Argentina, por su gobierno y falta de rumbo es un campo fértil para cualquier vendedor de espejos de colores, piedras filosofales y pócimas mágicas. Es tan evidente la desesperación por salvar la economía en un pase mágico y la debilidad del gobierno, que seguramente veamos otras promesas rimbombantes de acá hasta el fin de mandato, pero que difícilmente llegarán a concretarse.

Pero esta oportunidad que se vendió como un cambio de vida, como si fuera la Maná que cae del cielo en el relato bíblico, por más que fuera una oferta seria y comprometida, seguramente se desharía apenas se topen los inversores con las limitaciones que el mismo gobierno ya pone a la inversión, al reembolso de divisas, regulaciones, sindicatos y las que impondrá tarde o temprano a este negocio. Esta oportunidad única parece muy poco creíble porque no somos confiables ni creíbles: ¿Por qué deberíamos creer que ahora somos confiables si los líderes del mundo durante el G20 ni siquiera tuvieron la delicadeza de saludar afectuosamente a ningún miembro de nuestra delegación?

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No es por ser ave de mal agüero, pero el asunto del hidrógeno parece que más que ser verde por lo ecológico está verde por el tiempo que le llevará implementar alguna parte.

En donde el Hidrogeno verde está menos verde es en Chile, donde ya se está desarrollando hace un tiempo en el marco de un plan para potenciar el desarrollo de esta industria chilena y de competir internacionalmente en la venta de este combustible para el 2030. Este plan comenzó en el vecino país en el 2020 y tiene como primer objetivo alimentar la industria local para el año 2025, y desde el comienzo ha dejado en claro la importancia de fomentar la transferencia de conocimiento e innovación y tener como objetivo tanto el uso como la exportación. Trabajan en regulaciones y normativas para alentar el desarrollo social y territorial a través de mesas técnicas donde participan todas las instituciones que aportan su visión y diagnóstico.

Un Agustín Pichot elegantemente vestido contrasta con el desgreñado canciller como Santiago Cafiero que con el primer botón de la camisa abierto quiere aparentar jovialidad y logra transmitir la derrota de un empleado agotado al final de su jornada laboral un caluroso día de enero. El ex-rugbier dice que se deben explorar las condiciones necesarias para la inversión y ahí muestra la hilacha del proyecto improvisado. Ahí queda claro que va a ser un proyecto muy difícil de llevar adelante con un gobierno desprestigiado, sin imagen y sin confiabilidad, con más memes que hechos en su haber. Porque en un marco de falta de certezas y de seguridad jurídica es difícil que los financistas necesarios para llevar a cabo el proyecto decidan invertir a la hora de la verdad.

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Ningún banco o empresario pondrá dinero en serio dónde no le aseguren las condiciones jurídicas, la estabilidad financiera y la capacidad de desarrollo para poder recuperar su inversión y obtener ganancias. Llama la atención que, en un viaje vacío de política ,de apoyos internacionales, aparezca este “cisne negro” que podría ser un salvador de nuestro país. Me encantaría que la propuesta fuera algo serio y real y que fuéramos en unos años los principales exportadores energéticos del mundo, como también me encantaría que tengamos un país creíble, confiable y estable, porque si así fuera podría creer en la posibilidad del negocio del hidrógeno verde. Pero lejos estamos de un país que busque el consenso y la normalidad con los temores de que, tras confirmarse el golpe electoral de las PASO, se radicalice, y que se arme otro escándalo en el frente público digno de telenovelas.

Los argentinos ya estamos acostumbrados y no compramos espejitos de colores, o mas bien los aceptamos sabiendo que no valen nada, pero deberíamos empezar a usar la resiliencia de la forma adecuada, para adaptarnos a nuestra realidad, no para seguir igual, sino para mejorar.

No comamos polenta pensando en que es lo único a lo que podemos acceder, pensemos en que esa promesa de campaña de Alberto de volver al asado, puede realizarse si elegimos gobernantes que trabajen duramente en un plan serio y comprometido 

“Cuando todo parezca ir contra ti, recuerda que el avión despega contra el viento, no a favor de él.” ( Henry Ford)