COLUMNISTAS
Eros y Tánatos

El argentino desea dormido y no quiere despertar

Los sobresaltos de la vida de los argentinos están explicados porque vivimos en una inercia tanática permanente, buscando la autodestrucción, la que solamente podemos romper con la efusividad de un eros desenfrenado.

El sueño de los argentinos
El sueño de los argentinos | archivo

Eros y Tánatos, o el amor y la muerte, son temas universales que han preocupado al hombre desde los comienzos de la historia. Los más grandes filósofos, poetas y novelistas han puesto estos temas en el centro de su reflexión o desarrollo. El eros es visto como el principio de la autoconservación, el motor de la vida, el deseo de realizar cosas mientras que la fuerza tanática es la que nos lleva a la quietud a querer apagar todo deseo y sentimiento, es el impulso autodestructivo de la muerte. 

Los sobresaltos de la vida de los argentinos están explicados porque vivimos en una inercia tanática permanente, buscando la autodestrucción, la que solamente podemos romper con la efusividad de un eros desenfrenado. Una pulsión de vida que nos lleva a creer que no hay ningún obstáculo adelante y que nos hace tropezar y caer cada vez más fuertemente hacia la abulia y la autodestrucción. 

Hace unas semanas todos festejaban triunfos electorales, algunos reales y otros imaginarios. Hoy están unos continuando y otros empezando internas para echarse culpas de los fracasos en las elecciones. Pero también usan las internas para posicionarse para 2023, sin ver el día de hoy. 

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Tánatos (la muerte) en la mitología griega, es hermana de Hipno (el sueño). En el pesimismo argentino hay algo del que dormido sueña, porque pese a estar decepcionados y con una falta de confianza que amenazó con llevarse puesto al sistema bancario, hay un optimismo de pensar que si bien las cosas están mal, al menos en lo personal vamos a terminar encontrando un rumbo. 

La clase política es el más claro ejemplo de esto. En el gobierno aprietan los dientes y tratan de echar culpas afuera por el ajuste que se viene, pero piensan que con un pase mágico podrán armar un acuerdo que permita el año próximo tener un país próspero y un pueblo feliz. La gente mientras tanto observa cual espectadora las decisiones que trastocaran sus vidas como una obra de terror en la que no pueden hacer nada pero se ven involucrados. 

Hace unos días se relanzó el gobierno con gran manifestación de apoyo de grupos sociales y sindicatos, pensando que ese hecho sería suficiente como para lograr credibilidad pero nada ha cambiado lamentablemente. La argentina ya es un meme permanente, las internas siguen igual que antes con una vicepresidente que quiere quedar al margen de la responsabilidad de gobernar como si no hubiera ella misma tramado la presidencia de Alberto Fernandez cuya imagen negativa llega hoy casi al 75%. Como si con señalarlo como culpable hiciera borrón y cuenta nueva y saliera indemne.

Las divisiones son tan fuertes que se hablan por separado sin poder juntarse en una misma mesa. La vicepresidente parece esperar que Alberto y sus amigos se hagan cargo de todo mientras ella toma café y espera tranquila porque sus temas judiciales cree haberlos resuelto sin ayuda y solo con su muñeca. El FMI espera el plan comedido que le prometieron para diciembre pero apenas empezando el mes solamente tenemos versiones que son descabelladas y parecen quedar sin respaldo. 

La provincia de Buenos Aires es un caldero con una seguridad al rojo vivo y desocupación y falta de trabajo alarmantes. Pero Cristina, se saca la responsabilidad rápidamente también de esos asuntos y toma distancia de Axel. En el interior ya es imposible sostener la ficción de federalismo del gobierno nacional que no puede separarse de la fama de porteños fanfarrones que supieron ganarse, pero ahí Cristina no tiene tan fácil el despegarse porque lo que los iguala en las elecciones de las provincias es que quienes votaron contra el Frente de todos, votaron contra ella.

El gobierno piensa que en pocas semanas con un plan para el FMI aprobado por el congreso ya se solucionarán todos los problemas. Duermen y mientras lo hacen sueñan con no necesitar hacerse cargo de nada mientras no ven a un pueblo que parece gritar: gobiernen y dejen de echar culpas y responsabilidades, despierten al país dormido que les quitó el sueño de miles de jóvenes argentinos que solo piensan en marchar.

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Si bien los que gobiernan no son víctimas sino responsables de esta situación (como lo fueron de la falta de vacunas, la eterna cuarentena, etc), la oposición parece querer ayudar cada día menos. La apuesta de la oposición es a veces a que cuanto peor mejor. Se pone enfrente y pretende mejorar su situación electoral empeorando (o al menos colaborando poco para mejorar) la situación del país: todo esto porque piensa que si eso ayuda a que ganen en 2023, podrán solucionar todos los problemas con un brusco cambio de políticas que también en poco tiempo rendirán impensables frutos. 

Mientras la UCR empieza una encarnizada interna por el poder entre ellos y contra el PRO, al interior de las filas de este último las cosas parecen estar muy lejos de calmarse. Si no dejan las internas que solamente pueden mirar al 2023 de lado para ponerse a trabajar por la gente no solo aparecerán muchos Milei, Bernis o payasos muralitos como soluciones rápidas y de corto plazo, sino que tal vez nos quede poco para rescatar cuando lleguen las presidenciales. 

El problema de las fantasías de los dormidos, de este “eros-hipnótico” que nos atrapa y apasiona a los argentinos, es que mientras dormimos no hacemos nada de lo que soñamos y cuando despertamos del sueño con las manos vacías vemos todo negro, como la oscuridad de la Noche que nos rodea y que, casualmente, es también la madre de Hipno y Tánatos.

Quien no quiere pensar es un fanático; quien no puede pensar, es un idiota; quien no
osa pensar es un cobarde
.” Aristóteles Filósofo girego (384 AC-322 AC)