No es la primera vez que escribo sobre este tema. “La confianza” en el Gobierno y en las medidas económicas adoptadas son pilares de cualquier país serio para un desarrollo económico estable y sostenido.
Si la sociedad (especialmente el sector productivo y los asalariados) y los inversionistas confían en las medidas adoptadas y en la gestión de Gobierno las cosas irán bien, caso contrario, se repetirán crisis o desavenencias económicas que truncarán, al menos durante un tiempo, el progreso de la economía argentina. La confianza del inversionista y de la sociedad son pilares fundamentales de la economía, y naturalmente cuando esta se pierde, la crisis es inevitable. Es imposible gobernar un país si no se logra generar confianza. La confianza es artífice de éxitos y fracasos económicos. Cuando hay confianza, la gente invierte, hace negocios, consume, ahorra en su propia moneda, etc.
Por el contrario, cuando ésta se pierde, la gente consume menos, se vende menos, se produce menos, hay menos inversiones, la gente no ahorra en su propia moneda, con sus respectivas consecuencias. Todo esto repercute en variables de la economía real como la producción, el empleo, los salarios reales y no hace más que incrementar los niveles de pobreza.
Cuando la confianza se pierde todo pasa ser creíble
El inconveniente de la confianza, es que es una variable muy subjetiva, difícil de medir. Existe sin duda una relación importante entre psicología y economía que no está muy desarrollada en la literatura económica. Estos días se dio a conocer un dato sobre el incremento del Riesgo País, que mide la confianza de los inversores externos en la economía argentina. ¿Qué es el “riesgo país” o “riesgo soberano”? Es la diferencia (SPREAD) entre las tasas de interés que pagan los bonos denominados en dólares, emitidos por países subdesarrollados, y los Bonos del Tesoro de Estados Unidos, considerados "libres" de riesgo.
Los inversionistas utilizan el EMBI (Emerging Markets Bonds Index), el cuál es calculado por J.P. Morgan Chase basado en el comportamiento de la deuda externa emitida por cada país. Mientras menor certeza de que el país honrará sus obligaciones, más alto será el EMBI de dicho país, y viceversa. Este diferencial (también denominado spread o swap) se expresa en puntos básicos (p.b). Una medida de 100 p.b significa que el gobierno en cuestión estaría pagando un punto porcentual (1%) por encima del rendimiento de los bonos libres de riesgo emitidos por los Estados Unidos. Los bonos más riesgosos pagan un interés más alto, por lo tanto el spread de estos bonos respecto a los bonos del Tesoro de Estados Unidos es mayor. Esto implica que el mayor rendimiento que tiene un bono riesgoso es la compensación por existir una probabilidad de incumplimiento. Extraoficialmente, el “riesgo país” es un termómetro político y económico que mide la confianza que los mercados tienen en un gobierno. Salvo por Venezuela (que en este momento tiene un riesgo país superior a los 30.000 pb), la Argentina es el país latinoamericano con peores números en este sentido. Luego de sus más de 1.800 puntos están El Salvador, con unos 1.200, y Ecuador, con unos 800.
Argentina presenta al 24/11/21 un “riesgo país” o “riesgo soberano” de 1.821 puntos básicos (ósea, una sobretasa del 18% sobre los bonos emitidos por el Tesoro de los Estados Unidos). Argentina está última en la región y en las últimas posiciones entre todos los países del mundo también. Adicionalmente, de acuerdo a los ratings de las principales calificadoras de Riesgo (Moody´s, Fitch y S&P) ubican a la Argentina (ver gráfico) como uno de los países con peor calificación incluso por debajo de la mayoría de los países de África y claramente como el peor de la región. Simplifcando esta cuestión puntual y para que el artículo no se extienda demasiado, el orden de la calificación es: AA, Aa1, AA+, Aa2, AA, Aa3, AA-, A1, A+, A2, A, A3, A-, Baa1, BBB+, Baa2, BBB, Baa3, BBB-, Ba1, BB+, Ba2, BB, BB-, B1, B+, B2, B, B3, B-, Caa1, CCC+, Caa2, CCC, Caa3, CCC-, Ca, CC, C, D, DD. A veces perdemos noción de lo dañada que está nuestra economía, porque vivimos rodeados de mentiras que salen de bocas de funcionarios mediocres.
De la falta de confianza en la coalición gobernante (kirchnerismo) se derivan muchas de las incertezas en las cuáles navega la economía argentina: cepo al dólar, devaluaciones, inflación descontrolada, múltiples tipos de cambio, falta de reservas, caída de la producción, caída de salarios reales, y en última instancia una pobreza creciente que arroja a los argentinos a vivir cada día peor. No voy a reiterar los paupérrimos indicadores económicos porque son fáciles de encontrar en cualquier artículo de economía. Pretendo, sin embargo, abordar otra cara de esta crisis económica, política y social que estamos atravesando y que los gobernantes, perdidos en su soberbia e ignorancia, no saben o no quieren solucionar. Por el contrario, siguen profundizando medidas que agravan la crisis generando desconfianza. Las políticas kirchneristas, dice “The Economist”, solo ofrecen un empobrecimiento más lento pero inexorable.
Respecto a la confianza interna, considero que la coalición gobernante con el kirchnerismo más duro como posición ideológica, la ha perdido también. Alberto Fernández asumió con una buena adhesión popular y con el apoyo de gran parte de la sociedad civil, incluidos muchos medios de comunicación. Pero lamentablemente, el poder lo ha ejercido nuevamente “La Cámpora”, revirtiendo la situación inicial de buenos augurios y esperanza. La irrupción del COVID-19 fue sin duda otro escollo para el Gobierno.
En fin, podríamos medir la confianza interna con las siguientes preguntas:
¿Confía usted en la gestión de Alberto Fernández y Cristina Kirchner?
¿Cree que las medidas que toma este gobierno son a mediano plazo beneficiosas para el país?
¿Cómo percibe usted su propia situación económica en un futuro de uno a dos años?
Pero como las encuestas son a veces sesgadas o las muestras son poco representativas, podemos hacer el ejercicio interno de preguntarnos a nosotros mismos que pensamos, siendo sinceros con nuestra consciencia. También es útil apelar a la sensación de nuestro círculo o entorno, que muchas veces nos da una imagen muy real de lo que está sucediendo. La calle también habla por sí sola sin tener que acudir a encuestas a veces partidarias para un lado o para el otro. El humor social es sin duda muy malo. Un hervidero a punto de estallar.
Una elección con una cuota de confianza
Desde mi visión como economista un claro indicio de la falta de confianza interna es el tipo de cambio y todos los desbarajustes y medidas tomadas respecto. La poca confianza de los argentinos en nuestra propia moneda es muy representativa de la fragilidad de este Gobierno y de nuestra economía en general. La realidad es que nadie confía en el peso argentino, pocos ahorran en su propia moneda y se vuelcan al dólar como reserva de valor. La inflación galopante, las medidas adoptadas por el Gobierno que parecen ir en sentido contrario a la lógica económica no hacen más que generar desconfianza e incrementar la demanda de dólares. Las escasas reservas y los futuros fuertes compromisos en dólares agravan el escenario, convirtiendo a Argentina en un país insolvente, y espantando inversiones, que repercutirán en menor empleo, menor producción y mayor pobreza.
La confianza acelera tanto el proceso de éxito como el proceso de fracaso. Cuando hay confianza, todos actúan en pos de un buen devenir de la economía: fluye el consumo y la inversión, nacen nuevos emprendedores, se genera empleo, se apuesta a la moneda nacional, etc. Cuando hay desconfianza, todos detienen el consumo, dejan de invertir, cierran negocios, se refugian en una moneda extranjera y estas acciones generan las consecuencias que ya conocemos, todo porque las decisiones en económicas están basadas sobre la confianza.
Entonces, para poder entender el futuro económico de Argentina, deberíamos preguntarnos: ¿puede este Gobierno generar confianza interna y externa?
* Juan Marcos París. Lic. En Economía (Universidad Nacional de Mar del Plata). Master en Globalización, Comercio Internacional y Mercados Emergentes (Universitat de Barcelona).