OPINIóN
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Competitividad y cadenas de valor público para el Estado argentino

En el último informe por el Foro Económico Mundial Argentina ocupó la posición 83° de 141. Cómo voy a estar entre los principales países.

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En este 2021 cumplen 30 años desde que el economista Michael Porter escribió el libro La ventaja competitiva de las naciones (1991), en donde presentaba las bases de lo que sería una teoría de la competitividad, en ella se enunciaba que: "La prosperidad de una nación depende de su competitividad, la cual se basa en la productividad con la cual esta produce bienes y servicios”.

Esta competitividad a nivel mundial la mide hace más de 40 años el Foro Económico Mundial (WEF), a través de un conjunto de 12 indicadores entre los que se encuentran, entre otros, las instituciones estatales, la estabilidad macroecómica, y el capital humano. En el último informe publicado por el WEF en 2019, Argentina quedó en la posición Nº 83 sobre 141 países, es decir, un equipo de mitad de tabla para abajo, de esos que están más cerca de perder la categoría antes que de pelear por ingresar a un torneo internacional. El país latinoamericano más competitivo es Chile (puesto 33), seguido de México (48), Uruguay (54), Colombia (57), Costa Rica (62). Es decir, Argentina ni siquiera figura entre los primeros 5 de la región.

El país latinoamericano más competitivo es Chile (puesto 33), seguido de México (48), Uruguay (54), Colombia (57), Costa Rica (62).

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Por otro lado, como bien señalábamos antes, la posición Nº 83 es en realidad un promedio entre los 12 indicadores. ¿Pero qué pasa entonces cuando empezamos a profundizar el nivel de análisis?, ahí nos encontramos con evidencia abrumadora en donde fallamos como sociedad, dado que el pilar Nº 1 (instituciones) pone a la Argentina en el puesto Nº 88, mientras que el pilar Nº 6 (capital humano) pone a nuestro país en la posición Nº 31. Es decir, tenemos la paradoja de tener una de las fuerzas de trabajo más capacitadas del mundo, con un Estado absolutamente disfuncional, y a eso se le agrega una de las macroeconomías más inestables del planeta (puesto Nº 139 sobre 141 países).

Para intentar cambiar esta realidad, el Estado debe ser el promotor del valor público como catalizador y estimulador de los determinantes de la competitividad, para que de esta manera, las empresas logren una ventaja competitiva en un ambiente adecuado. El modelo de “La cadena de Valor Público” (CVP), precisamente es el que permite dar cuenta de las principales estrategias en base a información para la toma de decisiones, permitiendo de esta manera sistematizar las medidas de política pública y la prestación de bienes y servicios.

Quizás, una idea que podría hacernos mejorar en estos indicadores sea empezar a medir y desarrollar estrategias a nivel nacional y subnacional, con evaluaciones y trazabilidad de datos como hace por ejemplo México, con su índice de competitividad estatal (ICE), que mide la capacidad de los estados para generar, atraer y retener talento e inversiones a través de 72 indicadores, categorizados en 10 subíndices que evalúan distintas dimensiones de la competitividad en los 32 estados del país.

El gran valor de utilizar el modelo de CVP en las organizaciones públicas, es que brinda la oportunidad de comprender y gestionar gobierno aportando valor en cada etapa y racionalizando al mismo.

Por esta razón, el gran valor de utilizar el modelo de CVP en las organizaciones públicas, es que brinda la oportunidad de comprender y gestionar gobierno aportando valor en cada etapa y racionalizando al mismo. Además presupone un proceso de modernización flexible, y por ello, aplicable a todos los procesos de ejecución de políticas públicas. Entendiendo que los recursos humanos, tecnológicos y económicos siempre son limitados. En ese sentido, el gran desafío para la gestión es determinar en donde priorizar esta estrategia.

En conclusión, el modelo de CVC es una vía de retorno a la mirada sistémica y dinámica de la sociedad y de su vinculación con el Estado. No solamente por intentar expresar la forma en que una política incide –o se propone incidir– sobre las distintas variables de una situación, sino también porque demanda un análisis integral de cómo se produce dicha situación, indagando en la multicausalidad de los problemas económicos y sociales, y aportando soluciones que encadenan valor en el proceso. Dado que si no forman parte de la solución, se convierten en parte del problema, y es ahí en donde debemos trabajar.

*Especialista en administración y políticas públicas (@Maxicamposrios).