Supongamos que sí. Que efectivamente el asesinato de Gutiérrez es tal y cómo la investigación judicial permite anticiparnos. Supongamos y demos por concluido el asunto de esta manera: el ex secretario de la ex Presidenta se dejó seducir por un joven y cayó en la trampa de una organización que sólo perseguía sacarle dinero. Y que lo mataron en esas circunstancias. Con la crueldad que lo mataron. Sin que nos importe demasiado las razones de semejante crueldad, que implicó un sufrimiento largo para la víctima.
Supongamos que sí, que todo el relato que hasta ahora llegó desde Santa Cruz es real, que efectivamente el documento de la oposición es “canallesco” y que corresponde cerrar el caso ya mismo. Y cremar el cuerpo de Gutiérrez, y enterrar sus cenizas, y olvidarlo.
Aún así, hay algo que no podrá cerrar nunca: ¿Santa Cruz es la nación que nos promete el Kichnerismo? En ese caso, lo que queda es al desnudo es Santa Cruz. Un modelo de provincia casi feudal, donde un grupo de familias muy chiquitas administran el poder desde hace 30 años de manera ininterrumpida. Con la ley electoral más tramposa que conoce el mundo -la ley de lemas- y con una confusión esperpéntica de los poderes.
La fiscal es la hija de la gobernadora. Y la gobernadora es la hermana de la ex presidenta. Y el juez que investiga la causa es un ex militante del partido de la ex presidenta y la gobernadora. Y el principal sospechoso es el nieto del escribano que legitimó la venta de miles de metros cuadrados del ex aeropuerto que vendió el ex presidente, esposo de la ex presidenta y actual vicepresidenta, que además, compró parte de esos terrenos a precio vil. Y claro, la víctima del crimen, no era ni más ni menos que el último secretario privado de la ex presidenta. Y además, la había denunciado en la justicia como arrepentido, contando el supuesto mecanismo de recaudación cash que tenía el ex presidente Néstor Kirchner, que sólo confiaba en su secretario, un tal Muñoz, que también se murió. ¿Se entiende?
El problema no es si la sospechan públicamente a la ex presidenta, porque nadie en su sano juicio puede creer que la ex presidenta sea capaz de mandar a matar a nadie. O si, muchos creen eso, pero no es mi caso. El problema es la nitidez del sistema santacruceño de poder, y de eso si, nadie, absolutamente nadie que sea del riñón K, se puede hacer el distraído.
¿Santa Cruz tiene sistema inquisitorio de justicia penal? ¿ Cómo es posible que eso ocurra, con mayorías absolutas y automáticas del Kirchnerismo desde hace 30 años?
Tras el comunicado de la polémica, Larreta y Vidal arman una mesa para consensuar decisiones
¿Santa Cruz elige a sus gobernadores e intendentes con trampa, con Ley de Lemas? ¿ Cómo es posible que el Kirchnerismo con 30 años de gobierno continuo, no haya cambiado el sistema por uno más simple, menos barroso y más representativo de la voluntad popular?
¿Los jueces son ex funcionarios, los fiscales hijos de los gobernadores, los abogados de las víctimas son, como en el caso de Gutierrez, ex fiscales de la misma justicia en la que los gobiernos son dueños de las proposiciones, las designaciones y las aprobaciones de los pliegos de esos jueces?
No es un crimen más. Es un crimen en El Calafate. En la tierra soñada del matrimonio más poderoso que tuvo la política argentina en lo que va del siglo XXI. Y es además, el crimen de un hombre que era multimillonario, sin poder explicar cómo lo era. Y estaba imputado en una causa en la que debía declarar cuando se elevara a juicio oral en Buenos Aires.
Entonces vuelvo al principio: supongamos que Cristina no tiene nada que ver con el crimen de Gutiérrez. El problema ya no es ese. El problema es la provincia. Sus leyes medievales, sus relaciones promiscuas, sus sistemas anacrónicos, sus negocios ilegales a la vista, las mansiones que no se pueden explicar, los hoteles que se construyeron con recursos que nadie puede entender de dónde salieron, en fin: Santa Cruz es un escenario arcaíco, con una centralidad política peligrosa, y un nivel de discrecionalidad que asusta.
Por eso nadie cree en la hipótesis del juez, ni creerá en los móviles del crimen: porque lo trágico es Santa Cruz, además del asesinato cruel del señor Gutierrez.
Cuando el Kirchnerismo se erige como propietario de los valores progresistas y cómo instancia concentradora del pensamiento de centroizquierda de Argentina, omite presentar su obra original, su principal carta de presentación: Santa Cruz. Una provincia que tiene casi nada de democrática, dónde la concentración de la economía está en las manos de los que gobiernan, y donde las libertades individuales, nos guste o no, dependen de un pequeño grupo de personas, que manejan todos y cada uno de los resortes del poder.
No es Gutiérrez. Es Santa Cruz. Y es un asunto demasiado obvio.