Enfrentar cambios o nuevos escenarios en nuestra vida cotidiana suele generarnos ansiedad. Eso está ocurriendo con la vuelta paulatina a las actividades tal como las conocíamos antes de la llegada de la pandemia. La paradoja que se nos presenta es que mientras deseamos recuperar espacios y costumbres, esas ganas también se mezclan con el temor por la incertidumbre que se nos presenta al volver.
Ante la mejora de la situación sanitaria, ya rigen las nuevas medidas anunciadas por las administraciones gubernamentales. Esto incluye el fin de las restricciones horarias para comercios, shopping, actividades gastronómicas y entretenimiento; y la liberación de aforos.
En paralelo a lo que respecta al esparcimiento, la actividad escolar ya es casi normal en los niveles inicial, primario y secundario, y avanza en el sistema universitario, y en el mundo laboral los modelos híbridos comienzan a primar, en muchos casos privilegiando la presencialidad.
Seguimos siendo los mismos pero con las reglas del juego cambiadas, ya que comenzamos a enfrentar el desafío de recuperar hábitos que dejamos guardados en algún lugar de nuestra memoria.
Sin ir más lejos, y para dar cuenta del fenómeno, desde la televisión de Bélgica días atrás se conoció un divertido comercial sobre las sensaciones que experimentan los adultos a la hora de volver a sus lugares de trabajo luego de transitar la cuarentena. En la pieza audiovisual, los adultos manifiestan sus miedos y ansiedades al momento de retornar a lugares de trabajo, y son sus hijos e hijas, un poco más experimentados en esto de volver ya que en la mayoría de los países las escuelas abrieron sus puertas antes que las oficinas, quienes los incentivan y respaldan en aquel proceso.
Una de las particularidades más significativas del COVID, además de estar signada por su letalidad y contagiosidad, es que nos tomó por sorpresa. Esta característica generó incertidumbre, miedo y nos exige readaptarnos.
La mitad de los argentinos cree que todavía falta más de un año para volver a la "vida normal"
El impacto psicológico de la pandemia
Para tener en cuenta la magnitud del impacto que ha traído aparejado el COVID para la población, vale destacar algunos números (1):
- El 71% de los encuestados afirmaron que el coronavirus representó una fuente muy o bastante importante de estrés en sus vidas.
- Entre el 30% y el 40% de la población ha tenido sentimientos de depresión, soledad y/o miedo durante la última semana.
- El 67% afirmó sentirse ansioso por lo que estaba sucediendo. Por otra parte, frente a esta situación, 6 de cada 10 ciudadanos han manifestado intentar no ver noticias o leer sobre la pandemia.
- Más de la mitad de la población reconoció que la pandemia y el período de aislamiento social preventivo y obligatorio le ha generado trastornos sobre el sueño (58%) y sobre el apetito (56%).
- Por otra parte, los problemas para dormir, la preocupación y la falta de energía o el desgano han aumentado en más de 10 puntos porcentuales respecto de los datos relevados en el año 2015. Los sentimientos de tristeza, vacío o depresión, estrés o cansancio e irritación, por su parte, aumentaron entre 4 y 9 puntos porcentuales.
En este contexto, con esa memoria reciente y mientras nos preguntamos si esta salida será definitiva, debemos comenzar a habituarnos a la vuelta a las actividades tal como la conocíamos antes de la llegada de la pandemia.
Situaciones que en muchos casos alivian, pero que también nos exigen un esfuerzo para volver a adaptarnos. Sin dudas, se trata de cambios que nos angustian y frente a los cuales se vuelve necesario apelar a algunas técnicas y herramientas para poder enfrentarlos y afrontarlos.
La adaptación al cambio ya no es suficiente
Cómo manejar las emociones
Lo ya vivido y ahora el cambio en la modalidad de llevar nuestra vida cotidiana impacta fuertemente en nuestras emociones, nuestro estado de ánimo y humor. Esta es la realidad y debemos hacerlo con optimismo y energía positiva.
Es importante que podamos mirar de otra manera cada día de nuestras vidas. Agradecer estar vivos. Tenemos la posibilidad de tener un nuevo día entero, de 24 horas, para hacer con nuestra vida lo que nos propongamos.
Para hacer de nosotros nuestra mejor versión, para vivir, para disfrutar, para aprender y reaprender. Agradecer es lo primero y más importante. Y también sonreír, ya que ayudar a bajar los niveles de estrés y ansiedad y va a generar mayor energía.
En síntesis, la ansiedad de la que hablamos desencadena síntomas físicos y emocionales. Podemos sentir nerviosismo, inquietud y preocupación, pero también podemos sentir que aumenta la frecuencia cardíaca o tener dificultades respiratorias, entre otras dolencias.
Manejar nuestras emociones, generar una interacción positiva con el mundo que nos rodea, nos permitirá llevar adelante la mayor exposición, socialización de la nueva realidad que comenzamos a transitar.
* Cristina Cocconi. Profesora de Educación Física (UNLP). Profesora de Yoga Terapéutico. Yoga Kriya. Instructora de pilates RSC/RMP. Columnista del programa @encasasaludok. Instagram: cristinacocconiestudio.
(1). Estudio realizado por la Fundación UADE y Voices sobre Pandemia y Salud Mental.