Cuando pensamos en la idea de sanar un malestar emocional o de un síntoma, la mayoría de nosotros asume que es el objetivo que cualquier persona busca. Pero, hay algo más profundo que muchas veces pasa desapercibido: el síntoma no siempre es el enemigo que parece ser, en muchos casos, se convierte en un mecanismo que cumple una función o brinda un beneficio oculto, aunque a primera vista resulte perjudicial.
Por ejemplo, una persona que sufre de ansiedad cuando tiene que hablar en público, quizás en el fondo, ese síntoma lo ayuda a evitar situaciones en las que se siente expuesta o juzgada.
En este caso, la ansiedad funciona como una especie de "protector", un mecanismo que lo ayuda a no enfrentarse a eso a lo que le teme. La pregunta entonces no es solo cómo eliminar la ansiedad, sino qué función cumple y qué necesidad está cubriendo para la persona. Es muy probable que los síntomas muchas veces hayan cumplido una función que hoy ya no cumplen y que inconscientemente nos quedamos aferrados a ella.
Pensar '¿qué función o propósito tiene este síntoma?' Nos ayuda a buscar formas alternativas y sanas de cumplir esa función"
El síntoma aparece y se mantiene muchas veces porque, de manera inconsciente, está ayudando a la persona a sobrellevar algo que le resulta difícil o doloroso. Por ejemplo, el miedo a establecer vínculos cercanos con otras personas puede estar relacionado con una experiencia previa de traición o rechazo. Entonces, al evitar acercarse a los demás, la persona se protege de revivir ese dolor. En este sentido, el síntoma se convierte en una especie de "escudo" que, aunque limita, también protege.
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Aquí es donde surge la gran paradoja: la idea de "curarse" o dejar de lado el síntoma puede generar miedo, porque significa enfrentarse a aquello que se estuvo evitando durante mucho tiempo. Significa exponerse y dejar de lado ese “escudo” que, aunque incómodo, también brinda una sensación de seguridad.
Para muchas personas, la idea de superar un síntoma implica una gran incertidumbre. En algunos casos, el síntoma se ha vuelto una parte tan integrada en su vida que imaginarse sin él resulta aterrador. Es como si, al eliminarlo, se perdiera algo que ha formado parte de la identidad de la persona. En otras ocasiones, el síntoma ha proporcionado una forma de recibir atención, comprensión o incluso justificación para ciertas conductas.
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Por eso, el proceso de “curarse” no es solo una cuestión de eliminar el síntoma, sino de entender qué rol cumple y cómo la persona puede satisfacer esa necesidad de una manera más saludable.
El trabajo no se trata simplemente de eliminar el síntoma, sino de descubrir cómo la persona puede satisfacer la función que cumplía ese síntoma de otra manera. Una persona que experimenta un alto nivel de estrés y lo manifiesta a través de dolores físicos podría descubrir que su síntoma es una señal de que necesita tomarse un descanso o recibir el apoyo de los demás. En lugar de simplemente eliminar el dolor, el desafío es encontrar formas más saludables de pedir ayuda, de poner límites y de tomarse un respiro cuando lo necesita.
Este proceso no siempre es fácil, ya que implica una exploración profunda de las emociones, las experiencias pasadas y las creencias que sostienen el síntoma. Pero al comprender que el síntoma tiene un propósito, que no está allí solo para complicar la vida, es posible abrir el camino hacia un cambio más genuino y sostenible. Pensar “¿qué función o propósito tiene este síntoma? Nos ayuda a buscar formas alternativas y sanas de cumplir esa función, sin tener la limitación del síntoma.
Los “pseudobeneficios” del síntoma son reales y comprensibles. Entenderlos es el primer paso para poder construir una vida que no dependa de ellos para sentirse seguros o completos.
El proceso de “mejorar no es solo deshacerse del síntoma, es también descubrir nuevas formas de cuidar de uno mismo, de enfrentar los desafíos y de satisfacer las necesidades emocionales de una manera más saludable y plena.
Aceptar que el síntoma cumple una función y que “curarse” implica algo más que simplemente eliminarlo, nos permite avanzar hacia un bienestar más auténtico, uno que nos permita vivir plenamente sin necesidad de esos escudos que una vez fueron necesarios.
*(MN: 66869), Dr. en psicología, docente, tallerista y autor