Como educador y miembro de una comunidad, la discontinuidad en la presencialidad en los tres niveles educativos es difícil de llevar adelante sin tener en cuenta las consecuencias que implica esa decisión. Primero, porque las escuelas estuvieron sin actividad presencial casi todo el 2020 y hoy, en abril, estamos evaluando esas consecuencias, tanto en aspectos emocionales como pedagógicos y comunitarios, y diseñando las estrategias adecuadas para compensar ese año tan particular.
El 2020 puso en evidencia la imperiosa necesidad, para algunas instituciones, de ingresar en modos de enseñar y aprender muy distintos a los que se llevaron adelante durante décadas, los cuales ya no dan respuesta a necesidades de los estudiantes. Sin embargo, otras escuelas y docentes veníamos desarrollando propuestas más innovadoras alineadas a perfiles de una ciudadanía actual. Debimos fomentar prácticas didácticas vinculadas al desarrollo de habilidades y competencias integrales para los estudiantes, e intensificar la profesionalización docente en esta línea pedagógica.
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El sistema educativo no estaba preparado para la escolarización virtual o para un formato con modalidades híbridas y este año nos demandó articularlas. Si sólo quisiéramos garantizar la “transmisión” de contenidos, la modalidad sería lo de menos, dado que sea cual fuera la fuente la información es accesible fácilmente. El desafío es cómo garantizar en la virtualidad “traspasar” las pantallas, experimentar, dialogar, construir colaborativamente.
La virtualidad demanda varias líneas de acción acordes a la diversidad de realidades, posibilidades y recursos de las comunidades educativas. La primera barrera a superar es garantizar la accesibilidad a dispositivos y conectividad, tarea que entre Estado, privados e instituciones podemos esforzar, pero no será fácil teniendo en cuenta la enorme brecha de acceso.
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Otra de las instancias a superar es la actualización y desarrollo profesional que los equipos docentes requieren para dar respuesta a estos modelos de trabajo. Propuestas basadas en diversidad de realidades, características y presencialidad de los alumnos de una misma comunidad, uso de la inmensa oferta tecnológica, redes y recursos como potenciadores del aprendizaje. A su vez se debe tener en cuenta la creación de una comunicación eficiente, fluida y potente en el proceso de aprendizaje para motivar y transmitir, pero al mismo tiempo recabar el avance de los aprendizajes de los alumnos, su situación escolar y evidencias de procesos de metacognición.
Particularmente, es imprescindible trabajar en proyectos que fortalezcan esta cultura de innovación como lo son los espacios de capacitación y difusión de buenas prácticas dentro y fuera de los colegios, canal de YouTube para visitar cursos, clases en formato flip classroom, tutoriales, laboratorios de experiencias de colegas.
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En paralelo es importante darle lugar a grupos de todas las edades, desde nivel inicial hasta secundaria, para que tengan encuentros e intercambios virtuales con pares de otras instituciones amigas de Argentina y otros países. Personalmente destaco que la filosofía sigue siendo, aún en la virtualidad, hacer y aprender con y de otras personas e instituciones consolidando redes de aprendizaje, intercambio e inspiración.
Esta medida parcial que pone foco en la educación, genera una interrupción en ese vínculo que se estaba gestando, en las adaptaciones de los más pequeños y en el conocimiento entre los alumnos que comenzaron en nuevos colegios. En muchos casos, implica también un desorden difícil de sostener, ya que las familias siguen trabajando mientras que sus hijos permanecen en sus casas o en las de sus amigos, son cuidados por un familiar o en espacios de recreación, quedando expuestos nuevamente a contagios y a la circulación de una enfermedad que en el colegio estaba cuidada y protocolizada.
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La escuela sigue siendo un lugar seguro. Este contexto no implica la disminución de circulación de virus ni de vida social. La prohibición en horario nocturno de actividades sociales no va en línea con todo lo que puede hacer un niño o un joven a lo largo del día.
Por supuesto que hay que apelar a la responsabilidad, a la conciencia social, a la empatía y al cuidado general. La conclusión es mucha preocupación, incomodidad e incertidumbre de que sean solo 15 días. Y otra vez el interrogante, ¿qué costos deja esto?
* Darío Álvarez Klar. Lic en Gestión Educativa. Referente y consultor en el ámbito educativo. Fundador de Red Educativa Itínere. Fundador y director ejecutivo de la Asociación Civil HUB.
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