OPINIóN
Los dichos de Duhalde

La débil democracia de América Latina

Mientras la mayoría de la población mira para otro lado, la calidad democrática se está deteriorando. El autoritarismo social y la crisis de representación son los mayores riesgos de la democracia.

Af-Duhalde
Alberto Fernández, antes de asumir la presidencia, junto a Eduardo Duhalde, en 2019. | NA

Las declaraciones del ex presidente Eduardo Duhalde sobre la fragilidad de la democracia argentina han generado diversas expresiones de rechazo por parte de la clase dirigente y la opinión pública. Sin embargo, pone sobre la mesa de discusión algo que está sucediendo mientras miramos hacia otro lado: la democracia en América Latina se está deteriorando hace años.

La reacción indignada por parte de dirigentes y formadores de opinión ha sido generalizada. Pero en palabras del ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, “democracia es rutina y no épica”. No estar atentos a los desafíos que enfrenta la democracia latinoamericana en el día a día, es también una forma de descuidarla.

A pesar de que la democracia continúe siendo a los ojos de la mayoría de la ciudadanía latinoamericana la mejor forma de gobierno, sus medios son profundamente cuestionados. La ciudadanía de la región rechaza aquellas instituciones que conforman la base del sistema democrático como los cuerpos legislativos y los partidos políticos.

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Esta crisis de representación ha sido una causa fundamental del estallido social latinoamericano de 2019, que puso en jaque a gobiernos a todo lo largo del continente. La progresiva, lenta y silenciosa erosión de las instituciones democráticas en las últimas dos décadas, está generando una profunda crisis de representación y un sentimiento de esamparo por parte de la población, que la lleva a la resolución de conflictos en ámbitos no institucionales, como la calle.

Pese a la legitimidad adquirida por la democracia y la desmilitarización de la vida política, la estabilidad de los sistemas representativos del continente no está asegurada. Y es que los enormes problemas que han tenido las instituciones representativas para consolidarse en la región, están directamente relacionadas con una sólida base de autoritarismo social

Cómo han explicado los politólogos de la Universidad de Harvard Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, creer que las democracias mueren en el siglo XXI de la misma forma que lo hacían en el siglo XX sería un error.

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Pero por más que los ruidos de sables estén lejos de oírse, la calidad democrática en la región viene deteriorándose aceleradamente. Sabemos reconocer una dictadura, pero bajo los estereotipos que hemos conformado por la experiencia del siglo XX. No es tan fácil reconocer el deterioro democrático.

De acuerdo a diversos índices como Varieties of Democracy de la Universidad de Gotemburgo, la calidad democrática en Latinoamérica se viene deteriorando sostenidamente desde hace más de una década.

Eduardo Duhalde realizó un diagnóstico acertado de lo que está sucediendo en América Latina, pero falló en la interpretación sobre las consecuencias de esas variables, utilizando además categorías obsoletas. Si eso es por cálculo político o un error de cálculo en el análisis, es materia de otra discusión.

Pero es importante no caer en el error de dar por sentada la democracia en América Latina. La inocente creencia por parte de algunos de que la historia ha llegado a su fin es justamente lo que hace que siga más viva que nunca.

SF CP