OPINIóN
Desde Madrid

Diario de la peste: los leones de Escocia

Debemos despojarnos de los infinitos McGuffin que nos narran a primera hora para que las cifras de contagios y las plazas ocupadas en los hospitales contrasten con relatos sin mesura.

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España superó la cifra de 150.000 infectados con cornavirus. | AFP

En las conversaciones con François Truffaut, Alfred Hitchcock explica lo que es un McGuffin. Dice Hitchcock que dos hombres viajan en un tren y uno le pregunta al otro qué lleva en un paquete que dejó en el portaequipaje. "Un McGuffin", le responde y se explica: "Un aparato para cazar leones en Escocia". El otro hombre reacciona diciendo que no hay leones en Escocia, a lo cual el primero suelta: "Entonces no es un McGuffin". En Psicosis se ve claramente que el robo y la posterior fuga del personaje que interpreta Jean Leight, al comienzo de la película, no es otra cosa que un McGuffin ya que la historia es Norman Bates y su casa, lugar en el que ella se detendrá con la intención de dormir y como todos sabemos, para siempre.

Hoy, al igual que todos los días, debemos despojarnos de los infinitos McGuffin que nos narran a primera hora para que las cifras de contagios y las plazas ocupadas en los hospitales contrasten con relatos sin mesura ya que no es sencillo correr un telón sobre la pandemia.

En Washington, Donald Trump acaba de declarar sin inmutarse que no habrá una transición pacífica ya que espera un fraude electoral a través del voto por correo y que piensa seguir gobernando en un segundo mandato. Como es lógico, han saltado todas las alarmas, pero el ruido de las chicharras intenta atenuar las crisis sanitaria y económica al igual que el problema racial que incendia a el país. No es necesario recordar que se trata de la peor situación que atraviesa Estados Unidos en más de un siglo y que, por otro lado, si bien debido a la pandemia, el resultado final de las elecciones se demorará, el voto por correo en Estados Unidos es seguro y fiable. Difícil que haya fraude como raro es encontrar leones en Escocia.

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Diario de la peste: problemas del primer mundo

En España vamos a la cabeza de Europa con los contagios y, en particular, en Madrid somos la zona de mayor infección del continente. Todo el país se encuentra en estado de alarma emocional ya que la medida que lo establezca oficialmente es difícil que se dicte, con lo cual, para atenuar la tensión informativa se han puesto sobre la mesa el trámite de los indultos a los independentistas catalanes que cumplen su condena en prisión que, en este caso, cumple con múltiples tácticas. Al Gobierno nacional, además de quitar el foco en la pandemia, le sirve para acercarse a los partidos catalanes que necesita para votar los presupuestos en el Congreso; al Partido Popular le es útil para alzar la voz por la claudicación ante los nacionalistas y a la vez esparcir niebla sobre la gestión de Madrid que es suya.

Boris Johnson ya ha demostrado también su capacidad hace unos días cuando, muy en su línea, acaparó la atención –y el pánico– del continente al anunciar que rompía el pacto del Brexit con la Unión Europa [5]. Aunque todos esperamos no llegar a los límites de Israel que, después de doblar en 30 días los casos de contagio acumulados en seis meses, pasando de cien a doscientos mil infectados, ha decretado el confinamiento total y Benjamin Netanyahu busca desesperadamente más medidas (imposible imaginar cuales después del confinamiento total) ante el bloqueo del parlamento israelí. A Netanyahu el único McGuffin que le queda es huir hacia adelante pero, lamentablemente, parece que ya no le queda pista. ¿Será la COVID-19 el final de Trump, Johnson y Netanyahu? Suena a un consuelo fácil ante una realidad que es terca.

En Madrid los relatos tienen corto alcance y ojalá se puedan encontrar atajos sanitarios antes de llegar al escenario de Tel Aviv (a penas a una rato más de vuelo que Estocolmo) ya que se impone lo cotidiano frente al aluvión virtual. Todos tenemos noticias del coronavirus en el entorno afectivo más cercano: a diario, un amigo, un compañero de trabajo o en la misma familia hay casos y, lamentablemente, no solo son pasajeros. Estamos en la fase que los técnicos de comunicación definen como el pasaje del storytelling al storydoing: de los cuentos a los hechos.

Molesta ver, al atardecer, que en las terrazas de la ciudad aún quedan los rezagados, copa en mano y mascarilla en el bolsillo. Son los que, al contrario del pasajero del tren de Hitchcock, deben creer que hay leones en todas partes. Deberían leer aquel poema de Gelman: "Al que extraño es al viejo león del zoo/ siempre tomábamos café en el Bois de Boulogne/ miraba a los franceses por la ventana del café/ y decía 'los idiotas hacen hijos'".

MR/FeL/FF