OPINIóN

El ajuste como telón de fondo del escándalo de los audios

Milei Carvana Lomas28072025
Milei Carvana Lomas | AFP

Del análisis de los escándalos recientes —los audios de Diego Spagnuolo y la polémica por la cripto $LIBRA— en la conversación pública de los argentinos surge una pregunta incómoda, pero inevitable: ¿la reacción social frente a la corrupción depende de la situación económica?

Los datos dea Monitor Digital muestran que ambos casos activaron un clima de rechazo abrumador, con porcentajes de negatividad cercanos al cien por ciento.

Sin embargo, no se trata de idénticos registros.

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En $LIBRA, la crítica tomó forma de burla, ironía y memes, mientras que en los audios el tono derivó hacia la indignación moral y la denuncia de un entramado de corrupción en el manejo de fondos para personas con discapacidad.

Lo que en un caso se procesó como imprudencia financiera del presidente, en el otro se vivió como delito estructural que golpea a los más vulnerables.

Esa diferencia sugiere que el humor social no es un telón de fondo neutral, sino se estructura un escenario que define la intensidad de la reacción pública.

El ajuste económico en curso genera un malestar transversal, donde el sacrificio cotidiano se naturaliza aunque con cosos económicos, sociales y personales.

En ese marco, cualquier señal de corrupción opera como catalizador del enojo acumulado.

En definitiva, se juzga mucho más que a un funcionario: se somete bajo el escrutinio público a la legitimidad de toda la gestión.

La pregunta es entonces contra fáctica, pero reveladora: ¿hubiera tenido la misma repercusión este escándalo si la Argentina atravesara una etapa de bonanza y recuperación?

La experiencia histórica indica que en contextos de crecimiento económico los casos de corrupción se relativizan, quedan en un segundo plano o se leen como “desvíos tolerables”.

Pero en medio de un escenario de inflación todavía presente, salarios deprimidos y ajuste fiscal, la asociación entre política y corrupción se vuelve explosiva.

Lo que muestran las redes es que la indignación social se alimenta tanto de la percepción de injusticia como de la certeza de que la crisis no se distribuye de manera equitativa.

Cada nuevo episodio erosiona no solo la figura presidencial, sino la confianza en la política como espacio capaz de administrar el esfuerzo colectivo.

*Director de Monitor Digital.