OPINIóN
Animales

El cruel egoísmo de quienes crían animales silvestres como mascotas

Creemos que es eterna, que va a vivir 150 años como las tortugas de los documentales… Pero es frágil, y un maldito día nos damos cuenta de su fragilidad de la peor manera.

Tortuga terrestre
Tortuga terrestre en patio porteño | CeDoc

¿Qué familia porteña no tuvo en su patio, su balcón o su departamento una tortuga terrestre? ¿Cómo no amar a ese 'cacho de piedra', todo amor, todo corazón, durísimo por fuera pero tan tierno por dentro, que requiere, en apariencia poco cuidado?

Porque a una tortuga le alcanza con un par de tomates por semana, algunas hojas de lechuga, un pedazo de manzana, una ralladura de zanahorias, y poco más.

Ni agua hace falta ofrecerle. Nada de alimento balanceado, baños de espuma, correas, paseos ni jeringa matapulgas, ni cepillos especiales. Tampoco da para comprarle la camiseta de Messi para llevarla al obelisco a festejar… Un animal sencillo, que nos enseña austeridad, que duerme la mitad del año, y en la otra mitad, se mantiene en paz con todos, y duerme también los días frescos de verano.

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Tortugas

Jamás te va a hacer un escándalo ni va a romper nada porque la dejaron sola toda la noche, ni requiere mimos ni tiene celos como un gato o un perro. A su manera, se pone contenta cuando te ve, pero no esperen que haga “fiestas” como un cachorro, ni te pide que le tires un hueso para correr de un lado a otro.

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Tampoco te va a pedir pareja sexual, ni se pone insoportable cuando entra en celo. No te vas a enterar, pero ahí está la crueldad de quien ama a estos bichos hermosos y los mantiene en un hogar humano en lugar de dejarlos libres en su hábitat natural. Porque el acto sexual de las tortugas es bastante tortuoso y violento, donde hasta puede haber mordiscos y sangre, uno de los motivos por los cuales no es tradición tener parejas de tortugas, ya que presenciar su reproducción podría ser aterrador.

Claro, entonces no se piensa en la supervivencia de la especie ni en sus necesidades. Aun estando embarazada una tortuga hembra, que para evitar la tortura de aparearse puede guardar semen durante mucho tiempo para encontrar el momento justo de reproducirse, quizá no encuentre tierra donde enterrar los huevos, entre 3 y 20 por fecundación, para que nazcan las crías.

Tortugas

El dilema de quien ama a las tortugas es cómo vivir ese amor. Cómo poder ver todos los días su belleza, disfrutar de su compañía única, aprender de su sabiduría y su persistencia sin afectarla, sin hacerle daño a la especie que tanto se ama… porque la creemos inmortal, casi autosuficiente, una piedra que a veces se nos cruza en el camino cuando estamos apurados y la pateamos o la pisamos sin querer, porque es silenciosa y se mueve poco.

Entonces nos confiamos en que se las arregla muy bien sin depender de nadie. No hay mucho cuidado veterinario tampoco para estos bichos hermosos. “Te van a sacar guita y no van a hacer nada”, suelen responder en algunos pet shops. “Si llegara a estar orinando sangre”, dice otro, al confundir sangre con oxidación del pis, “poco tenemos que hacer más que esperar el final”.

Tortugas

Entonces creemos que es eterna, que va a vivir 150 años como las tortugas de los documentales… Pero es frágil, y un maldito día nos damos cuenta de su fragilidad de la peor manera. Como es independiente, como no hace ruido, como está sola sin otra tortuga que la ayude a enderezarze, se trepa por las paredes, por los zócalos, queda en dos patas, como si fuera una gracia de un perrito, y se cae sobre el lomo. Y si no llegás a verla a tiempo para enderzarla, se va…