La reciente sanción de la Ley de Bases que penaliza los bloqueos en Argentina ha generado un debate profundo en la sociedad sobre un sistema de prácticas sindicales que no solo no son efectivas, sino que violan la ley. En una economía tan frágil como la nuestra, es fundamental comprender las implicancias de mantener prácticas que afectan tanto el funcionamiento del mercado como la confianza inversora.
Durante años, los bloqueos de rutas, plantas y accesos a instalaciones estratégicas han sido una herramienta de protesta en Argentina. Sin embargo, estas acciones han escalado hasta el punto de perjudicar gravemente la producción y distribución de bienes, creando un efecto dominó que golpea la economía en todos sus niveles. Como he dicho anteriormente “permitir bloqueos como forma de protesta no solo afecta el flujo de bienes y servicios, sino que envía un mensaje nefasto a los inversores extranjeros: Argentina es un país donde la ley y el orden no son respetados".
Cortes | Duros enfrentamientos en Puente Pueyrredón y Saavedra entre piqueteros y la policía
La sanción de la Ley de Bases, que finalmente establece penalidades más severas para quienes interrumpen el normal funcionamiento de las actividades económicas, es un paso en la dirección correcta. Esta legislación, inspirada en parte por la necesidad de asegurar un entorno más estable para las empresas, busca proteger el derecho a la producción y a la circulación de bienes. Sin embargo, el daño que estas prácticas han causado a lo largo de los años ha dejado una huella difícil de borrar en la percepción que tienen los inversores internacionales sobre el país.
El bloqueo de fábricas ha generado una cadena de consecuencias negativas que afectan directamente el mercado interno. Empresas locales, en particular las pequeñas y medianas (PyMEs), han sido especialmente vulnerables a estos eventos. Las PyMEs son el corazón de la economía argentina, pero también son las más afectadas cuando se interrumpen su cadena de producción.
Las PyMEs no cuentan con los márgenes de maniobra de las grandes corporaciones. Cuando un bloqueo les impide operar, las pérdidas económicas suelen ser devastadoras. En muchos casos, la falta de capacidad para sobrellevar este tipo de actos violentos ha resultado en el cierre de empresas y, consecuentemente, en la pérdida de empleos. Cada bloqueo sindical es una piedra más en el camino de las PYMES, que ya enfrentan innumerables obstáculos en su lucha por salir adelante en una economía tan volátil.
Un país que permite bloqueos es percibido como un lugar donde las reglas del juego no son claras"
Uno de los aspectos más preocupantes de permitir bloqueos como mecanismo de protesta es el impacto que tienen en la percepción internacional de Argentina como destino de inversión. En un mundo globalizado, los inversores buscan mercados estables, predecibles y confiables. Las imágenes de bloqueos sindicales envían el mensaje de que Argentina es un país en el que hacer negocios puede ser altamente riesgoso.
He mencionado en reiteradas oportunidades que “las empresas no pueden darse el lujo de operar en un país donde sus activos pueden ser paralizados que, aunque sealegítimoel reclamo, el accionar de un sindicato no puede estar por encima del respeto a la propiedad privada o por encima del bien común”. Para los inversores internacionales, la estabilidad política y económica es un factor clave a la hora de decidir dónde colocar su capital.
Un país que permite bloqueos es percibido como un lugar donde las reglas del juego no son claras.
El resultado es que muchos inversores potenciales optan por llevar su capital a otros países donde las garantías jurídicas y el respeto al orden son más sólidos. Esto genera una pérdida de oportunidades para Argentina, que necesita desesperadamente atraer capital extranjero para impulsar su crecimiento económico.
El problema no son los piquetes, sino el derecho a la protesta
La reciente sanción de la Ley de Bases es un paso crucial para revertir esta situación. La ley establece penalidades más severas para quienes bloqueen el normal funcionamiento de las actividades económicas, enviando un mensaje claro a todos los actores: el derecho a la protesta no puede estar por encima del derecho a trabajar y a producir.
No se trata de criminalizar la protesta, sino de poner límites claros para que las empresas puedan seguir funcionando.
Es fundamental que la ley se aplique de manera justa y equitativa, garantizando que tanto las empresas como los trabajadores puedan desarrollar sus actividades en un marco de respeto mutuo. En este sentido, es importante que las autoridades no solo sancionen a quienes realicen bloqueos, sino que no habilite ningún tipo de dialogo sobre la factibilidad de la utilización de esas prácticas como normativa sindical.
Si Argentina quiere ser vista como un destino atractivo para las inversiones extranjeras, debe demostrar que es capaz de garantizar un entorno de negocios estable y predecible. Esto implica crear un marco regulatorio que fomente la transparencia, la competencia y el respeto a las normas.
Quiénes son los dirigentes que enfrentan al Gobierno en la calle
En un contexto global en el que la competencia por atraer inversiones es feroz, Argentina no puede permitirse el lujo de seguir siendo percibida como un país inestable. La Ley de Bases es un primer paso, que debe ser reglamentada tal cual como salió del Congreso Nacional, pero debe ir acompañada de un esfuerzo más amplio por parte de las autoridades y de la sociedad en su conjunto para construir un país en el que el respeto a las leyes y al orden sea la norma y no la excepción.
Si seguimos permitiendo estas prácticas, estamos condenando a nuestro país a la irrelevancia en un mundo que avanza rápidamente hacia la globalización y la competitividad.
Construir una economía sólida y competitiva, es necesario poner fin a estas prácticas que solo generan incertidumbre y desconfianza. La sanción de la Ley de Bases es un avance en la dirección correcta, pero el verdadero cambio dependerá de nuestra capacidad como sociedad para dejar atrás las prácticas que nos han frenado y abrazar un futuro en el que el respeto a las normas y al orden permita el crecimiento y el desarrollo sostenido.
El verdadero progreso llegará cuando todos comprendamos que el éxito de Argentina depende de que podamos trabajar juntos, respetando las reglas del juego y apostando por un futuro mejor para todos. Nadie puede debe estar por encima de la ley.
*Presidente de la Unión de Emprendedores de la RA.