El acoso escolar se refiere a lo que se conoce popularmente como bullying, que es violencia, básicamente en el ámbito de la escuela, en el aula o en el recreo. Esta violencia puede ser física, moral o simbólica y tiene como protagonista a pares, a niños, niñas o adolescentes. Hoy también ha ido evolucionando con las telecomunicaciones y se ha trasladado a las redes y se conoce como cyberbullying. Por lo que, ya no es exclusiva del horario escolar y puede tener lugar en todo momento.
Desde hace tiempo, se ha popularizado el 2 de mayo como día contra esta violencia, siendo impulsado por la organización Bullying Sin Fronteras, por lo que mayo es un mes oportuno para concientizar. A su vez, la Unesco establece de manera oficial el Día contra el Acoso Escolar el primer jueves de noviembre y lo posiciona como efeméride internacional, De acuerdo a sus datos, de cada diez chicos que atraviesan la etapa escolar, entre tres y cuatro van a sufrir bullying en algún momento de su trayectoria educativa. El 80% tiene que ver con la imagen corporal, con la valoración que los chicos hacen sobre el otro, sobre su cuerpo y su aspecto.
Claramente, es una cuestión que hay que atender de manera urgente con talleres de convivencia en la escuela, haciendo cumplir la ley 26.892 (sancionada en 2013) de Promoción de la Convivencia y Abordaje de la Conflictividad Social en las instituciones educativas, que busca garantizar el derecho a una convivencia pacífica, libre de violencia física y psicológica. En el mismo sentido, sería importante que se cumpla con la ley 26.150 (del año 2006) de Educación Sexual Integral (ESI), ya que uno de sus ejes tiende al respeto de las identidades y diversidades para que no haya discriminación.
Otro punto importante sobre esta problemática juvenil incluye a los adultos, tanto a la familia como a la escuela, sobre la mirada y valor que le damos a esta violencia. Las personas tienden a minimizar la problemática cuando se trata simplemente de burlas o cargadas que recaen sobre un chico y esperan hasta los episodios que involucran violencia física para intervenir. Por lo que, siempre es recomendable no bajar el precio, no banalizar el bullying.
En casos de larga data y episodios que se vuelven progresivamente más graves, existe una relación directa entre el suicidio adolescente y el bullying, por lo que hay que tratarlo como un problema real para cortar el circuito de violencia cuanto antes. Claramente, por más que no pase a la violencia física, que sería el grado más complejo, una burla o un acoso moral simbólico, una exclusión de un grupo, es grave porque es una manera de ejercer violencia y tiene impacto en la salud mental de quien lo sufre.
Por eso mismo, cuando presidíamos el Observatorio de Familias y Juventudes en la Cámara de Diputados de la Nación, fuimos el primer mostrador del Estado en citar a las organizaciones civiles que abordan esta problemática de manera profesional. No solo que realizamos actividades y campañas, sino que apadrinamos la constitución de la Alianza Anti Bullying Argentina integrada por: Equipo ABA, Hablemos de Bullying, Si nos reímos, nos reímos todxs, Vínculos Sin Bullying, Comunidad Anti Bullying Argentina y Observatorio de la Convivencia Escolar de la Universidad Católica de Cuyo. Además, de otras organizaciones en carácter de adherentes.
Con este esquema de alianzas, debe partir la sabiduría estatal para guiarnos a una construcción ciudadana de siglo XXI, garantizando una sana convivencia escolar y digital para formar mejores personas y ciudadanos. Adelante.
*El autor es abogado y miembro del Consejo Técnico-Consultivo en Ciberseguridad de la Fundación Metropolitana.