El dólar es síntoma de problemas de fondo. ¿Han visto un dólar decía Perón en su primer gobierno? Lo hemos visto y con creces, hay 400.000 millones de dólares de argentinos en Nueva York y Suiza, y 170.000 millones de dólares en cajas de seguridad y en colchones en nuestro país. Supone una cuasidolarización de hecho, reflejo de la inoperancia en bajar la inflación por parte de los militares, los radicales, los peronistas y los liberales, durante los últimos 50 años. En definitiva, inoperancia de la sociedad toda de la que surge la clase dirigente.
El Banco Central es quien recibe el politrauma, pero no es el responsable último. El golpe que origina las fracturas es la suma de la pandemia y la falta de claridad en la conducción general del país. La política es la clave, los economistas corren de atrás y suman al problema, pero no son su origen. Mientras el mercado de cambios es el talón de Aquiles, el eslabón más frágil del sistema, el blue es el refugio natural ante una moneda que no funciona desde los 70, cuasimoneda para ser más precisos, que se depreció en 14 ceros desde el rodrigazo.
El cepo le pega a la clase media y a las empresas, destruye la oferta de dólares, hace difícil la salida del laberinto macro en que estamos metidos. Cecilia Todesca reconoció que estas medidas no son de fondo, son transitorias.
Argentina perdió muchas reservas, se rifaron por dólar ahorro y turismo alrededor de 20.000 millones de dólares. Esto ya viene de la administración Macri que reeditó, ante el propio fracaso de su gestión económica y el regreso de CFK al imponerse en las elecciones PASO, el control de cambios que se le había cuestionado al justicialismo. Y, las reservas tan bajas gatillaron este proceso de profundización del cepo.
No existe un programa de mediano plazo que convoque a confiar al círculo rojo y que ancle expectativas. No hay vocación por un ajuste real y esto es comprensible dado el contexto de enorme recesión por la pandemia que nos lleva a un 50 % de pobres.
Además, la falta de mercado de capitales con nuestro excesivo bimonetarismo agudiza el problema cambiario, el endurecimiento del cepo complica a la prefinanciación de importaciones y se destruye capital de trabajo.
Las empresas argentinas de primera línea están complicadas, algunas de ellas se ven obligadas a defaultear, deben renegociar su deuda en el exterior, lo que es una arbitrariedad.
Asimismo, con este esquema, la inversión sigue muy baja, se restringe el ingreso de fondos. Y, con una brecha alta, que se puede ampliar por un blue que no tiene techo, habrá más inflación. Sin ingresos de fondos dada esta medida de refuerzo al cepo, se posterga la recuperación del consumo.
El Presidente está confundido, siempre estuvo en contra de estas medidas, pensaba bien en este terreno antes de asumir el poder. Hace falta liderazgo para salir de este atolladero, no se sale sólo por los economistas, se sale por la política como en 2002 y con capitalismo solidario. Recordemos el apoyo de Alfonsín a Duhalde, de la sociedad civil y de la Iglesia.
Con estas medidas estamos frente a una lógica de aguante no de transformación, hay resentimiento y crispación, falta grandeza para encarar reformas que impulsen el bienestar genuino y no demagógico-populista de la sociedad.
*Director del Área de Economía del IAE Business School, Universidad Austral.