El poder es como un explosivo, o se maneja con cuidado o estalla, dijo el español Enrique Tierno Galván. La Argentina está a un paso de estallar. Alberto reconoce 'sinceramente' que no cree en los planes económicos. Circula el rumor de una Corte Suprema de nueve o más miembros mientras no se cierra la negociación de la deuda. Las puertas se abrieron al grito de libertad en el peor momento de la pandemia. Un escenario político de futuro incierto pero de próximo desenlace. La debilidad de Alberto aumenta la fortaleza de Cristina, que amenaza con volcarlo. En los últimos días, su palabra fue devaluada y cayó en contradicciones que le restaron autoridad. El problema es que no se puede inflar un globo pinchado.
El caso de Cristina es único. Ningún ex presidente fue vapuleado y perseguido en la Justicia tan violenta y justificadamente, ni se animó a conducir tamaña red de corrupción. Pensar que pudiera regresar al podio sin un plan de venganza fue una pura ilusión. No quedará títere con cabeza, al enemigo ni justicia y al Grupo Clarín, los días contados. Ni hablar de las empresas y los campos en la mira. Sus enemigos son los mismos del pueblo, los ricos y privilegiados que provocan un creciente resentimiento social. Para liberar sus causas judiciales, ella sabe que hay que maniatar el timón porque Alberto juega doble partido. ¡Este es el programa siniestro que Cristina viene a ejecutar!
Al rojo vivo la interna de todos, impotencia opositora, debacle económica, hartazgo, confinamiento más falta de autoridad producen una mezcla explosiva. La anarquía está a la vuelta de la esquina. Imaginemos los posibles escenarios.
1) Un volantazo fuerte de Alberto provoca un cambio de gabinete. El Presidente refuerza su poder con hombres y mujeres que, además de conocimiento y experiencia, otorguen representatividad a los gobernadores concretando así la prometida alianza.
2) Una temible explosión social concreta la política antigrieta que Fernández prometió en campaña. Los políticos proclaman la unidad nacional. Un cogobierno unifica los criterios para implementar las reformas impostergables.
3) Ante el desgobierno, Alberto renuncia en una salida negociada con Cristina. Asume Sergio Massa, con la anuencia de 'todos', incluida la oposición, para convocar a elecciones. Un constructor político que, como alguien dijo, desayuna con Fernández y almuerza con Máximo.
4) Frente a un vacío de poder, surge la alternativa institucional. Asume Cristina, elegida para reemplazar al Presidente por ausencia o enfermedad. En tiempos violentos, la debilidad puede provocar la muerte súbita.
Mientras, la sociedad sigue contabilizando mansiones, dólares, bolsos, autos y estancias de secretarios multimillonarios. Una provocación para quien no come y un empujón para iniciarse en el camino de la delincuencia. Los que tienen empleo, dinero y aún pagan los impuestos, hastiados, se preparan para huir al exterior y están a punto de quebrar los contratos sociales.
Pero en paralelo se produce un fenómeno que despierta esperanza y entusiasmo. Una participación ciudadana sin sello ni norte, que defiende valores a los gritos y en la calle. Reclaman: educación para los hijos, la propiedad privada es intocable, trabajo para todos, cárcel para los ladrones. No temen al Covid-19 ni se asustan por la pandemia, saben que hay un riesgo más peligroso que está al acecho.
En un famoso poema, No te detengas, Walt Whitman pide 'No caigas en el peor de los defectos: el silencio. La mayoría vive en un silencio espantoso. No te resignes'.
*Socióloga y periodista.