OPINIóN
Análisis

Siempre adelante, radicales

Desde la UCR no sólo contribuimos a garantizar la alternancia política, demostramos que no seríamos testimoniales, sino que nuestro sentido de incidencia política estaba intacto.

Maxi Abad y Gastón Manes, junto a su vice
Maxi Abad y Gastón Manes, junto a su vice | Twitter

Miles de escuelas y comités abiertos en ciudades y pueblos, familias enteras buscando la mesa donde votar, autos de amigos llevando y trayendo votantes, jóvenes fiscalizando en las mesas. La imagen dominguera, en la Provincia de Buenos Aires, fue el remate de una campaña dura.

Los radicales, como toda la sociedad argentina, vivimos con dolor la crisis del 2001. Cargamos con el trauma de un estallido de larga incubación y responsabilidades múltiples. En ese momento tortuoso en que una organización política enfrenta la hostilidad es cuando realmente se pone en juego su vocación. El radicalismo pudo desaparecer, sobre todo luego de aquella diáspora del 2003.

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Una larga cadena de esfuerzos dispersos en el territorio jalona estos 20 años. Los esfuerzos de Sanz y Morales bancando la parada en el bloque de Senadores, cuando lo cómodo era jugar de librepensador o irse. Los esfuerzos de las Franjas Moradas en las Universidades para sostener la bandera radical de defensa de la educación pública de calidad frente a las modas de momento. La aguerrida defensa de nuestros Intendentes y Gobernadores frente a la arbitrariedad en la distribución de recursos. La valentía de nuestros intelectuales (y personas con exposición pública) enfrentando la nueva corrección política populista. Nuestros jóvenes aguantando la catarata de prejuicios que se instalan en un país que sistemáticamente cuestiona las formas. Nuestras mujeres, que primero debieron vencer nuestros arraigados hábitos misóginos y luego ganar las calles de igual a igual a sus pares de otras fuerzas políticas y movimientos; y la lista podría seguir.

Todo eso hizo que la UCR no desapareciera; con un mérito especial a la decisión tomada por los convencionales en Gualeguaychú, porque en ese acto responsable, no solo contribuimos a garantizar la alternancia política, sino que nos dijimos a nosotros mismos y al país que no seríamos testimoniales, sino que nuestro sentido de incidencia política estaba intacto.

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Pero más allá de esos u otros hitos, en definitiva, la clave está en el ejercicio de la memoria. El registro inscripto en la emoción de miles de militantes y que no puede ser ignorada; y que da cuenta que esta fuerza política fundó la democracia en el país en los albores del Siglo XX, se comprometió con los avances sociales tempranamente y se puso del lado de la paz en un país, cuando la violencia lo corroía.

Como bien ha dicho Maxi Abad durante la campaña, estamos vigentes porque las causas por las que luchamos están vigentes.

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Ahora, la mirada adelante, el país vive una situación de enorme fragilidad. El shock pandémico es un trauma global. Nuestro compromiso ético es nuestro sentido histórico. Adelante Buenos Aires viene a calificar el debate público, ampliar la agenda opositora, contribuir a una alternancia positiva y favorecer las condiciones, para salir definitivamente del circulo vicioso de crisis recurrentes y decadencia. Porque sin un debate político respetuoso y útil, toda política es espectáculo, lucha de egos y disputa de intereses sectarias y personales.

El cambio que Argentina necesita de manera urgente, precisa de un radicalismo movilizado y con propuestas.


* Fabio J. Quetglas. Diputado Nacional UCR-Juntos por el Cambio. Pcia de Bs As.