OPINIóN
La columna de la USAL

¿Fin del periodismo?: todo lo contrario, es más necesario que nunca

Apocalípticos pero integrados: cómo enfrentar el desafío de conservar el periodismo de calidad intacto, en medio de una marea de fake news.

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Las redes sociales y el periodismo | Cedoc

Corría el año 2005, y la cálida luz de la tecnología iluminaba nuestro rostro pletórico de felicidad y optimismo: con asombro descubríamos la plataforma audiovisual Youtube, que estaba dando sus primeros pasos, Wikipedia consolidaba un nuevo enciclopedismo en su cuarto año de vida y Google mail (Gmail), nos enseñaba que ya no era necesario borrar todo el tiempo los correos electrónicos: teníamos un gigabyte disponible de almacenamiento para cada ser humano del planeta. Eran buenos tiempos. 

Inclusive para el periodismo, que se animaba a ir más allá en regiones no exploradas de Internet. Por eso, en Junio de 2005, Michel Kinsley, editor responsable de la sección “Opinión” del reconocido diario californiano Los Angeles Times, anunció jubiloso que iba a transformar la tradicional nota Editorial del periódico en una “Wikitorial”. O sea, que desde ese momento, el artículo Editorial, que expresa el punto de vista del medio sobre diversos temas del país y del mundo; sería realizado enteramente por los usuarios de Internet. 

Pero su optimismo se vio opacado: el experimento duró tan sólo 48 horas, ya que los usuarios, sin experiencia en edición de contenidos, inundaron la wikitorial de insultos, violentas agresiones verbales y pornografía. Kinsley, a la defensiva, dijo que su proyecto seguía siendo interesante, y que los editoriales eran formatos antiguos en vías de extinción, casi justificando a los 1000 internautas que habían desatado la furia digital.

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El ensayo fracasó, pero quedó en la historia como un hito fundamental para comprender lo que vendría después. De la mano del sitio de autoedición www.blogger.com y de la tecnología de los wikis; el gran público se lanzó con entusiasmo a ejercer un nuevo deporte pan global: opinar. Por eso en 2008, la industria periodística indicaba esta precaución: el anonimato propiciado por las nuevas tecnologías de la comunicación estaba inundando  la web de furia digital, comentarios insultantes y dichos discriminatorios.

Hoy,  los editores de los medios aprendieron a moderar la ira social. Pero una nueva cabeza ya había crecido en el monstruo de las mil caras: todos somos seres sociales. Somos editores de nuestra propia existencia, creadores de nuestras propias noticias. Y de nuestras propias mentiras. De nuestras fakes news.

Pero esta nueva desesperanza, es todo lo contrario: es la puesta en valor de un antiguo y casi olvidado oficio. El periodismo de calidad. Nunca antes la sociedad necesitó tanto la presencia de comunicadores que sepan discernir verdad de mentira; que ofrezcan fuentes confiables y presenten los hechos de la manera más responsable posible, aún a costa de su propia subjetividad.

Nuevo periodismo, viejo periodismo. Para nosotros, los periodistas, el desafío está tan presente como la oportunidad. De ser cada vez mejores profesionales de los medios. Para eso, una vieja receta, eficiente para enfrentar los nuevos problemas: estudiar y formarse. Porque al final del día, la inteligencia colectiva no podrá encontrar un conocimiento que le permita evolucionar favorablemente sin aquello que todos reconocemos como: educación.

El autor es el Mg. Máximo Paz, Decano de Ciencias de la Educación y Comunicacion Social